CAPÍTULO 11

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La Reina caminaba frente a mí con paso delicado, su repentina invitación por un té aún me tiene con sorpresa. Es algo de manera obvia ya que ¿Qué podría querer la Reina conmigo?.

Debe haber un motivo detrás de todo esto.

Mire a los alrededores con notoria curiosidad, me asombraba la magnífica representación arquitectónica que era este palacio. Cada centímetro hasta ahora visto, destinaba grandeza y no ocultaba el querer demostrar el poder que tenía el Rey en sus manos.

La Reina siguió camino hacia una salida remota, topando casi con la entrada trasera a la cocina se encontraba un camino que su Alteza no dudó en tomar, la seguí extrañada por el largo camino rocoso, no a dicho ninguna palabra desde que me pidió acompañarla.

Qué incómodo es esto.

Avanzamos hasta encontrar un arco formado por arbustos los cuales simulaban una entrada, al entrar me percato de que se trataba de otro jardín pero más oculto de los que están en el frente del palacio.

Debajo de una de las estructuras se encontraba una mesa con dos sillas, miré a los alrededores y era un lugar peculiar, el sol casi no brillaba hacia este lugar y se encontraba en su punto más alto, el ambiente fresco daba una buena sensación de tranquilidad y no se escuchan los constantes ruidos de los alrededores del palacio.

La Reina tomó asiento y con un ademán de su mano me indicó que hiciera lo mismo.

-Espero que te guste el té de menta.- Me miró fijamente, sus ojos son como dos grandes faros azules; lo que causa un poco de intimidación .

-No tengo problema con ello.- Me limité a decir.

Llamó a una joven que se encontraba lo suficientemente apartada de nosotras como para no escuchar nuestra conversación, pero si para atender cualquier petición de la monarca.

Le pidió el té y unos bocadillos.

Siento que está alimentándome para después comerme.

Una vez solas, tomó una postura relajada pero sin perder la elegancia que la caracteriza.

-Tengo curiosidad del porqué mi hijo te trajo aquí personalmente, no es algo que haya ocurrido antes así que estoy sorprendida.

Sabía que había un motivo.

-A decir verdad, su hijo me engañó.- Arrugó sus cejas confundida por mi acusación, y es que no todos los días se ve a un Rey jugando con los sentimientos de una campesina.

-¿A qué te refieres cuando dices que te engañó? Mi hijo no es de engañar a las personas.

Pues creo que no conoce bien a su hijo, señora.

-Su Alteza me dijo que la única manera de poder recuperar mi hogar es que viniera con él y me convirtiera en la consorte, no me interesa serlo pero es mi hogar del que hablamos.- Su mirada se tornó más confusa.- Y con respecto a lo que me dijo es todo falso, ya que usted debe saber que él pudo concederme un perdón y regresármelo sin problema.

-¿La consorte?- Fue lo único que salió de su boca.

De todo lo que dije ¿Es lo único que tiene que decir?

-Si, la primera consorte.

-En la casa de las doncellas solo se encuentran quienes tienen sangre noble y aspiran para el puesto de futura Consorte- Mi cara debe ser un poema en estos momentos.- ¿Cómo te pediría ingresar a esa casa, cuando sabe que solo las aspirantes a Reina pueden entrar y tú no estás interesada en ese puesto? Y siempre son parte de la nobleza.

Ese maldito mentiroso.

-Nunca habló de eso, dijo que la corte no podía hacer nada por ayudarme y que si venía aquí podía recuperarla. Ya se lo había contado cuando nos conocimos en el jardín.- Su cara pasó de confusión a una de asombro.

Reina de ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora