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Nota: Está historia al principio no la tenía pensada hacer tipo fanfic, pero al final decidí editarla y convertirla en Minsung 🙈. Espero la disfruten, recuerden que todo esto es ficción, nada de lo que pasa aquí es real, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, ahora sí los dejo leer en paz.

...

— Príncipe, me han dado la orden de entregarle esto. — Habló el guardia, extendiendo una cantidad alucinante de recados.

—Muchas gracias, Seong.— Contestó el príncipe dándole una sonrisa, seguido a eso se retira de la estancia.

Este al llegar a su habitación deja los recados en el escritorio. La mayoría se trata de cartas demostrando admiración, otras por su parte, son de los concejales convocando una junta. Él, para no perder más tiempo, responde cada una de las cartas mediante ondas magnéticas. Desde que la familia del joven fue proclamada realeza la vida ha sido todo menos fácil.

Sus padres, los reyes del lugar, tratan de llevar el reino de la mejor manera y fomentar la evolución de la juventud. La naturaleza, devastada en los últimos milenios, resurgió gracias a ellos.  La tecnología fue utilizada de una manera en la que el medio ambiente y la magia formen parte de ella. Porque en aquel mundo mágico no había espacio para la maldad o el egoísmo que azotó a las antiguas generaciones, y el que osara utilizar sus poderes de aquella forma, sería castigado severamente. Pero, ¿cuál es ese castigo? Convertirse en energía, naturaleza y cosmos, si no ayudó al planeta siendo humano, lo hará con otra forma.

Claro está que aquel reino le costó llegar hasta ese lugar, al igual que los habitantes siguieran el ejemplo. Más aquel gobierno estipulado no es como el de sus antepasados, puesto que, en esta época tan particular, son los habitantes quienes deciden el mandatario del lugar, y a su vez aquellos puestos son rotados entre ellos para las proclamadas juntas en beneficio de la humanidad.

Aun así, nuestro príncipe se ha dedicado a viajar entre líneas del tiempo para conocer de cerca a aquellos humanos que acabaron con el mundo, y que en su mundo se esfuerzan tanto por no seguir.
Este se cambió de ropa y cruzó la puerta, chasqueando para entrar a otra línea del tiempo. Solo tuvo que pensar en un número, y así lo hizo: 2025.

Al abrir los ojos una enorme ciudad lo recibió, las personas iban de aquí allá concentradas en sí mismas, no muy extraño para él. Ignoró aquello y se dispuso a caminar por el lugar y de paso conocer algunas de sus costumbres. Pero claro, él no tenía ni idea del lugar en el que estaba, así que terminó en una calle de algún vecindario del lugar. Sus casas eran pintorescas, atractivas a la vista.

Así que eso hizo, observó cada una de ellas mientras seguía caminando y tocando uno que otro lugar, dejando pequeñas flores en sitios que le parecían carentes de vida. Eso hasta que los quejidos de otra persona lo distrajeron.

—¡Aah, que porquería! Esto no quiere cerrar. — El chico se apoya a la puerta como si quisiese guardar la calma. El príncipe, que hasta ahora estuvo escondido de la vista humana, se hizo visible.

“No pasará nada si lo hago.”

Se dijo a sí mismo. Pues era cierto. Aquellas líneas del tiempo no significan un cambio de relevancia en el presente, o más bien, su mundo. Como príncipe estaba acostumbrado a hacer eso, mover el tiempo a su antojo con el fin de conocer más y no caer en los mismos errores que la raza humana antigua.

—¿Puedo ayudarte? - Cuestionó.
El otro chico volteó al instante, bastante sorprendido ante la presencia de nuestro príncipe. — ¿Tengo algo en la cara? — Volvió a cuestionar, al ver que pasaban los segundos y el joven parecía no tener lengua.

Dulce amor | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora