prólogo

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—Aún sigo sin creer que ese idiota haya venido — habla el menor.

Minho asintió en dirección a su esposo.

—Reforzaremos la seguridad, y hablaré con los concejales, esto no se quedará así, Hannie.—Le dijo, para tranquilizarle un poco, y después de eso plantó un beso en sus labios.

Cuando se separaron pudieron sentir tranquilidad y felicidad al mismo tiempo, todo estaba bien. Ahora, lo importante para el mayor era saciar su hambre.

Para ese punto comenzó a cuestionarse si el hambre que padecía podía saciarse con comida o con su hermoso esposo.

Luego de eso pasaron toda la noche bebiendo, comiendo y bailando, olvidando aquel momento amargo. Todos pudieron presenciar las habilidades de Chris en el baile, e incluso a la reina ebria. Todos se divirtieron mucho, pero ahora, los jóvenes esposos debían ir a su luna de miel.

Minho había comprado un auto para esta ocasión, sus padres accedieron a cuidar a Ryung durante un tiempo, para que ellos se divirtieran. Era la primera vez que se alejarían tanto tiempo de la pequeña, pero está parecía feliz, al parecer quería que sus padres tuvieran su momento a solas. Estos ya se encontraban en camino a la casa en la playa.

El viaje a la casa fue largo, faltaban unas pocas millas cuando Jisung fue vencido por morfeo, así que únicamente Minho se encontraba despierto, pensando en las diferentes sensaciones y como su vida había cambiado para llevar a aquel punto.

Estaba muy feliz por todo, y quería gritarlo a los cuatro vientos.

El menor despierta apenas llegan a su destino, sus ojos resplandecieron apenas vio los alrededores. Este rápidamente se baja del auto y corre para estar más cerca del mar.

—¡Wow, es muy grande! — dice emocionado.

Jisung se encontraba bastante feliz, y eso alegró el pecho del mayor. Al momento en que el auto paró, el pelinegro fue directo a la orilla del mar, que se veía tan perfecto a la luz de la luna, un paisaje maravilloso a la vista de cualquiera.

Pero, Minho decidió ignorar eso por un momento, e ir a guardar el equipaje que habían traído. Recordó las palabras de su mejor amigo en su mente, un claro “Si rompes algo, lo pagas.” Así que fue extremadamente cuidadoso con cada cosa en aquel lujoso sitio.

Una vez encontró la habitación de invitados dejó el equipaje en una de las estanterías, después observó todo con mayor detenimiento. La cama era grande y con sabanas blancas, a los lados unas mesas de noche donde reposaban dos lámparas. Al final izquierdo de la habitación había una puerta donde se suponía estaba el baño, y a su lado un closet empotrado. Mientras que a la derecha había un gran ventanal que daba vista a la playa, y un poco más atrás dos pequeños sofás individuales junto a una mesa de centro, todo muy a juego. Y, por último, el televisor que se hallaba en la pared.

Minho pensó que no podía pedir más de aquel sitio.

—¿Podría llevar un poco de la playa a casa? — dice el menor mientras vacía una pequeña botella de agua que llevaba consigo. Este se dirige a la orilla a intentar llenar aquella botella, pero cuando quería hacerlo el agua se iba — Maldición — decidió adentrarse un poco más, pero al ver una ola grande decide correr para no mojarse — Agh… ¡Esto es tan complicado!

Al salir de la casa Minho observó a su esposo jugando un poco con el agua, lo cual le causó mucha ternura.

—Hanniee~

Le llamó, con un toque juguetón en el adjetivo cariñoso. Y, antes de que Jisung reaccionase, se acercó a él y lo llevó cargado hasta el agua.

Estaba algo fría, pero bastante soportable. Lo que maravillaba de todo aquello era la vista, pues lo único que iluminaba el mar era la luz tenue de la luna, que se encontraba brillando en el hermoso cielo estrellado que había esa noche. Eso, junto a la sonrisa de Jisung que se encontraba aferrado a él, lo hacía sentirse como en las nubes. ¿Ya había dicho lo afortunado que era? Porque si lo hizo, debía recalcarlo una vez más: se sentía el hombre más afortunado por todo, en especial por su ahora esposo.

Dulce amor | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora