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Jisung luego de calmarse un poco corrió rápidamente al baño encerrándose en el mismo.

Minho podía escuchar cada uno de sus pensamientos, en su mayoría insultantes, hacia él. Más lo dejó pasar puesto que ha sido él quien provocó aquella situación. Además de eso, Jisung accedió a enseñarle sus costumbres, por lo que no todo era malo.

Miró su reloj, se le había hecho muy tarde. Aun así decidió esperar a que el menor saliera del baño. Minutos después esté salió con un pijama gigante puesto, lo que le acusó ternura.

—Debo irme a mi época.— Avisó.

Jisung parecía feliz por las palabras del contrario, pero aquello se desvaneció cuando Minho volvió a hablar.

-Pero volveré pronto, como príncipe no puedo faltar en mi reino, pero haré lo posible por aprender las costumbres y satisfacerte cuando lo creas necesario.

El joven se avergonzó por lo último. Así que para no tensar más la situación, nuestro príncipe se despidió con un movimiento de mano.  Seguido a eso chasqueó los dedos volviendo a su época.

Al llegar a su habitación se encontró con una bandeja con alimentos, seguramente puesta por su madre. Así que se dedicó a informarle de su tarde y, después de eso, prepararse para dormir. Calificó ese viaje como el más interesante que tuvo hasta la fecha.

Mientras tanto Jisung no sabía como sentirse al respecto.

—¡Es un maldito hijo de puta! — este pateo una de las sillas de su habitación. Con la poca fuerza que le quedaba se dirigió hasta su cama acostándose en está. — ¿Volver? Quien se cree él, de seguro todo esto es un mal sueño, si, así es. Estoy soñando y cuando despierte todo estará normal. - cierra los ojos con la esperanza de poder dormir y despertar de su supuesta pesadilla.

—¡Oh, príncipe!— Le llama una de las principales concejales de aquel mes. Minho le dedicó una sonrisa como saludo y tomó asiento en la silla designada para él.

La junta duró al rededor de dos horas, fue bastante rápida a diferencia de las otras. En ella decidieron las nuevas brigadas para enseñar a utilizar sus poderes a los más jóvenes, los nuevos concejales del próximo mes, y discutieron sobre las ofertas y lazos aduaneros con las ciudades vecinas. Absolutamente todos estuvieron contentos con las decisiones tomadas, así que salieron de allí satisfechos por su trabajo.

Minho en específico decidió visitar al humano, después de todo, quizá ese día ya esté de mejor humor y acceda a enseñar sus costumbres. Al llegar al lugar este comienza a caminar recorriendo la casa, mirando cada una de sus partes. Al llegar al pasillo una de las puertas le llamo la atención, tenía escrito el nombre “Jisung” así que supuso que era la habitación del humano.

Al entrar vio como el menor estaba acostado boca abajo en la cama mientras abrazaba una de sus almohadas. De vez en cuento se podían escuchar sollozos por parte del menor.

— Mamá... porque me tienes que dejar solo justo ahora — murmura intentando que sus lágrimas ya no salgan.

¿Qué le sucedió a tu madre?

Preguntó Minho, sentándose en el piso observando detenidamente a Jisung. Este se sorprendió un poco al escuchar su voz y pudo escuchar un pequeño quejido del contrario mientras se cubría completamente con su sabana.

Sea lo que sea puedes hablar conmigo, sé que parezco un bicho raro y te molesto con solo estar presente, pero… no se me ocurre un lado bueno. Odio consolar a las personas, aún así, pide cualquier cosa y lo haré para ti, Jisung.

¿Podrías dejar de entrar en mi mente? Ya ni siquiera ahí puedo tener paz

¿Por qué lo haría? Es genial escuchar los pensamientos de las personas.

Dulce amor | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora