Enfrentar

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Con la chiquilla bajo su cuidado entrenaba con ella a petición de su maestro, el jovén sobaba su hombro izquierdo mientras la pequeña descansaba sentada sobre la tierra bañada en sudor.

Sabía que ella recién se había recuperado de una fuerte temperatura, pensaba que le costaría retomar el entrenamiento, sin embargo, su compañera mostró lo contrario.

Bema bebía de su botella de agua así mismo limpiaba su rostro y cuello de sudor con una toalla pequeña verde, Ub imitó a su compañera recordando que tenía clase en unos minutos con Gohan, debía llevarla pronto con él.

—Bema descansa cinco minutos, pronto nos iremos.
—¿Quieres más agua, Ub? —le ofreció a su amigo al ver la botella de él vacía.
—Oh, no gracias Bema, estaré bien.
—Ub, ¿sabes cuando regresará mi maestro?
—Él regresará pronto, la semana se cumplió. Querrá ver qué tanto avanzaste en el entrenamiento.

El lugar estaba deshabitado por completo, nada más que grandes rocas y altos pilares de piedra rodeaban a los jóvenes creando enormes sombras por el sol y aquello era perfecto para el enemigo.

Antes de emprender el vuelo dieron la espalda a uno de los pilares, parte de la sombra se desprendió escurriendose entre el suelo para capturar a la chiquilla.

Bema fue sostenida de su pie para ser envuelta en oscuridad y desaparecer frente Ub en un intento fallido por ayudarla.

El muchacho sabía que su ki era imposible de encontrar por ende le provocó frustración, escuchó gritos resonar contra los pilares. 

—¡Revisen cada rincón de este lugar, necesitamos las esferas! —ordenó un ser alto de piel totalmente negra, largas manos y afiladas garras en lo que parecían ser sus pies.

Ub descubrió aquellos seres extraños que resaltaban por sus ojos tan azules y afilados, otros de ellos eran más pequeños de apariencia espectral. El líder se acercó al terrícola tranquilamente al mismo tiempo que una mirada suspicaz se posaba en él.

—Tú eres habitante de este lugar ¿no es así?, necesitamos que nos digas donde están las esferas, las famosas esferas que conceden deseos.
—No sé donde están —respondió.
—Nuestro planeta fue invadido por Demonios, necesitamos esas esferas para deshacernos de ellos. Sabemos que aún existen y alguien las tiene.
—Están equivocados, han pasado años desde que desaparecieron —firme le respondió.

El extraño calló y pensó unos segundos.

—Avisa a los demás que se llevará a cabo el otro plan, si no hay esferas entonces tomaremos este planeta —dio indicación al pequeño que sostenía una especie de radar.
—¿Pero de qué estás hablando?
—Tu raza será esclavizada hasta que hallemos la manera de vencer al enemigo.
—No puedo permitir eso.
—Son una raza débil, no pueden hacer nada contra nosotros —como si de un principiante se tratara, el lider tiró su primer golpe que fue detenido por el joven— ¿Estas dispuesto a pelear?
—Váyanse de aquí, no van a esclavizar a nadie —feroz le respondió quitando la palma que detuvo el golpe. 
—Muy bien, si gano los seres de aquí servirán de esclavos.
—No hay necesidad de pelear, váyanse ahora mismo. Enfrenta al enemigo que hay en tu planeta —egoísta se sintió al decirle eso.
—No. Queremos las esferas, con ellas seremos más fuertes que los demonios y tal vez consigamos más de lo que ellos han conseguido en décadas.



En el planeta Supremo concluía el entrenamiento de ambos guerreros saiyajin sorprendiendo a las deidades el príncipe que había dejado en desventaja a Goku. El saiyajin alegre aceptó su derrota en esa pelea pero prometía volver a alcanzarlo.

Ambos fueron llamados de suma urgencia por la noticia que el dios de la destrucción compartió.

—Anciano, ¿qué ocurre? —preguntó Vegeta. 
—Se trata del señor Bills.
—¿Es algo grave? —dijo Goku. 
—Ahora lo sabrán, dice que ha llegado a nuestro universo un intruso, no se sabe que intenciones y poder tenga.
—¿Se trata de otro dios?
—No lo sabemos, señor Goku —admitió Shin.
—¿Ha destruido planetas? —cuestionó el orgulloso guerrero.
—Nada de eso, la mera existencia de aquel ser representa una gran inquietud en este mundo. Ni siquiera el pez oráculo sabe de quién se trata, está confundido.
—¿Qué tan peligroso puede ser? 
—El intruso universal, señor Vegeta, nadie sabe que puede causar un ser que no pertenece a este mundo —Shin se calmó y continuó—, incluso se sospecha de usted, Goku.
—Dudo que esta sabandija sea causante de esas confusiones, el pez tuvo que saber lo que sucedería.
—Y así era, no obstante, algo cambió, hay algo más que se oculta entre nosotros. Vegeta debes tener cuidado.

Fortuito: La esperanza que el caos abrazóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora