"—Es una humillación, Sarah, camina más rápido no quiero que nadie sepa lo holgazana y tonta que eres —a tres calles lejos de la escuela dejó de murmurar insultos a su hija—. Si esas notas no mejoran quemaré toda tu colección de peluches, es por tu bien, el bien de tu futuro. Enorgulleceme, estoy segura de que serás mejor que los demás. Tu tonto padre se reventaría una botella en la cabeza al saber el tesoro que me ha dejado.
Una mujer de apenas cuarenta años dejó de acariciar los cabellos rizados de su hija que cruelmente heredó de su irresponsable "padre", la señora Gahan era docente de una universidad prestigiosa en Londres, misma mujer que no permitiría que su hija se convirtiera en una burla."
Sarah camina por el silencioso pasillo de las habitaciones escuchando únicamente el tacón sus zapatillas, se asoma a su habitación y no hay nadie, su esposo debe continuar en la reunión de científicos dando seguimiento al proyecto. Avanza unos pasos más y va a la oficina de su esposo donde un collage de recortes de periódico casi se transforma en el tapiz de la pared; varios de los títulos son "Pequeña devorada por un vórtice"... "¿Es posible el regreso de humanos luego de entrar a un vórtice?"..."Esposos continúan ardua investigación para hallar a su hija, el proyecto continúa".
El último título de la semana se encontraba sobre el escritorio: "Su vida no la atrapó un vórtice, fue la enfermedad", estaba el recuadro de la foto de su hija en su séptimo cumpleaños: el rostro de la menor delataba el vacío, carencia de emoción y su sonrisa tan falsa... "Cruel ironía para muchos pequeños que mueren en vida tratando de desarrollar su potencial, potencial que algunos ya no alcanzan a descubrir: la pequeña Yaotl también padecía de la enfermedad".
"—Tú no padecías de nada, eres como yo... pero débil, jamás lograste corregirte, te impuse los mismos castigos con los que yo logré cambiar pero no puedo creer lo tonta que..."
Sarah corrió a la ventana del despacho al escuchar la puerta trasera abrirse, era Kenji quien salía con flores blancas y una lagartija de papel que él mismo le había hecho a su hermana, dicho objeto tenía partes mal dobladas y manchas de dedos con resistol. Sabia que su hijo dejaba sus regalos en el altar de la niña que él construyó justo al final de sus huellas.
"—Se atrasó... bloqueaste su mente y su futuro por un año, ese pequeño altar, esa creencia de tu padre es la única que le devuelve la cordura a tu hermano y la esperanza de volver a verte. Y yo... yo sigo sintiendo que perdí algo que nunca me permití tener"
La mujer avanza por el pasillo ignorando la única habitación con la puerta cerrada, evita mirarla, cada vez que pasa por ahí recuerda haber encerrado por primera vez a su hija mientras esta le suplicaba abrirle la puerta "¡Me esforzaré más mamá, lo prometo, no quería que se burlaran de ti... Déjame salir, por favor, está muy oscuro!", no recordó en qué momento abrió la puerta, pero si los golpes propinados a la misma.
Bajó las escaleras escuchando los golpes en la puerta desesperados que cesaban conforme pisaba cada escalón. Miró la puerta principal recordando como le hacía recitar una serie de fórmulas matemáticas del otro lado, no la dejaba pasar hasta que no se las aprendiera al derecho y al revés, sin importar el clima de afuera.
"—Me mentiste y volviste a fallar, pero yo no fallé en mi palabra".
Estando de pie frente al diminuto sótano trataba de recordar qué le hizo encerrarla ahí, abrió la puerta escuchando incómoda el rechinido del metal oxidado, allí seguía la vieja tele, almohadones, algunas figuras de papel, su caja de series y películas, colores, recortes y una libreta destartalada.
Se sentó en el viejo almohadon tomando la libreta entre sus manos; dicha libreta contenía los apuntes de física, datos básicos e importantes así como fórmulas que al parecer la pequeña comprendía porque cada procedimiento lo explicaba con sus propias palabras. Sarah cambiaba más y más las páginas de la libreta hasta notar que también tenía un apartado de matemáticas que la pequeña practicaba sin tener mucho éxito en sus resultados, en la penúltima página estaba llena de tachones y rayones, en la última hoja del lado trasero de la misma tenía escrito una serie de pasos "Cómo mejorar", 1.- Disciplina; 2.- Paciencia; 3.- Perseverancia; 4.- Alimentación; 5.- Descansar; 6.- Constancia; 7.- ... (el paso 7 estaba sin escribirse). El escrito estaba rodeado de estrellas rojas y coloreado de fondo con color naranja, solo que los colores perdieron su brillo conforme el tiempo.
La mujer lanzó la libreta a su derecha estampando contra algo frágil que se rompió, era un marco de foto, frustrada talló su frente levantándose enseguida, agarró el marco roto y dentro del mismo se hallaba una foto de su hija de bebé, debajo de los plásticos estaban los muebles y accesorios de ambos hermanos cuando recién llegaron al mundo, quitó el protector de la cuna encontrándose con la vieja frazada de Bema.
Sarah ya no lo podía seguir soportando. Abrazó fuertemente la frazada hasta frotar su rostro contra ella secando las lágrimas que se escapaban. Su cuerpo se doblegó, el sollozo era tan fuerte como los golpes al suelo.
—¡Te maldigo, te maldigo! —sus nudillos estaban colorados, apretaba los puños y volvía a golpear —¡Todo esté maldito tiempo fue por ti... Por ti la perdí! —rugía hasta carraspear por el dolor en su garganta.
Sarah rompió en llanto inconsolable, no podía siquiera recordar la última vez que abrazó a su hija para protegerla de sus miedos, ni siquiera por error. Su mente estaba perdida, el dolor se concentraba en el estómago, no podía levantarse, su respiración se entrecortaba.
—¡Beeeeeeeeemaaaaaaaaaa, quiero a mi niña de vuelta —clamaba aferrándose a sus brazos hasta marcarlos con las uñas.
Demetrio había llegado, tan pronto escuchó los gritos y estruendos entró a casa alarmado, guiado por el escándalo encontró a su esposa luchando contra ella misma, las marcas de las uñas tenían sangre misma que se batía en la frazada de la menor.
Él sujetó a su mujer hasta poder abrazarla y evitar que se lastimara. La atrajo con él alejándose de los vidrios rotos.
—Ella nunca me podrá perdonar, Demetrio —confesó abatida.
—Lo vamos a enmendar, querida. Ambos le hicimos daño —permitió que le acurrucara su rostro en el pecho.
ESTÁS LEYENDO
Fortuito: La esperanza que el caos abrazó
FanficCamina con desgane sintiendo el frío viento en sus mejillas deseando deshacerse de un sentimiento amargo en cada paso que da, hasta encontrar lo que le permitiría un cambio, pero ¿ese cambio habrá llegado más tarde que temprano?, ¿para quién? Qué ta...