Los planes

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Cubierto por la sombra del escaso follaje del árbol descansaba el veterano luego de cumplir las labores del día en su cultivo, con las herramientas limpias y guardadas esperaba paciente a su discípula y nieta.

Cerró sus ojos arrullado por el viento templado y suelo cálido repasando en su mente el plan que tenía para las chicas dado las dificultades de un día común...

—Tienen que evitar entrenar en los días que Bema tiene sesión con el psicólogo, podría mal interpretar sus heridas... —refunfuñaba el ama de casa mientras vendaba el brazo de la menor.

¿Cómo funciona un doctor de la mente?, ¿ellos también les hacen enfrentar algo?

Arrugó la nariz al sentir un cosquilleo, abrió los ojos de nuevo encontrándose con una nube solitaria que se asomaba entre la copa del árbol. Repentinamente se veía montado en esa nube sosteniendo a su pequeño Gohan en brazos.

La última vez que lo hizo fue cuando murió por primera vez a causa de su hermano mayor, jamás olvidaría la angustia de ver en peligro a su pequeño, aquel día le demostró que más allá del planeta existían tipos fuertes que no precisamente eran buenos. El veterano permanecía con los ojos abiertos perdiendo la expresión apacible de su rostro.

¡Papá! ¡Goku!, Abu-abueli...to... Voces lo invadieron

Jamás quería volver a escuchar el miedo o agonía de sus seres queridos. Parte de su entrenamiento además de la pasión por las peleas era por ellos, jamás se detuvo, entrenó para enfrentar a los saiyajin, luchar contra Freezer, pelear con Cell y Majin Boo... ¿Sacrificando qué?

Estoy aquí y ahora con ellos, no podré reponer todo el tiempo y los momentos perdidos, pero tengo la oportunidad de enmendarlo... Volvía a relajar su rostro así como la respiración hasta sentir que los párpados le pesaban.

Al cabo de unos minutos escuchó voces agudas y pisadas sobre la tierra, adormecido aún convertía los sonidos parte de su sueño hasta sentir un cosquilleo en la nariz provocando un fuerte estornudo que acabó por deshojar el árbol.

Bema cayó de espaldas ante el escandaloso estornudo mientras Pan reía sin parar, la más joven tiro la evidencia: una hoja seca.

El mayor masajeó su nariz viendo ambas chicas reír.
—Abuelito qué es eso tan importante que quieres decirnos —le sonreía la mayor quitando las hojas del uniforme escolar.
—Bien, quiero decirles que esta vez entrenaremos en un lugar diferente, les ayudará a mejorar y no tendremos inconvenientes con las actividades normales de cada una.
—¿A dónde iremos?
—A la habitación del tiempo, Pan.
—¡Qué! ¡Enserio! ¿Y podremos estar los tres?
—Dende me explicó que cabe la posibilidad, la existencia de Bema pasaría desapercibida dentro de la habitación.
—Maestro, ¿y qué será lo que aprenderemos?
—Bien —acariciaba su barbilla y después llevó sus manos a la cintura—... Cada una tiene un avance y habilidades diferentes, contigo Pan —veía a su nieta— quiero saber que tan fuerte eres en estado base para potenciar tus transformaciones —devolvió la mirada a la menor—. Y contigo Bema ya eres lo suficientemente fuerte para soportar el entrenamiento, tú aprenderás a controlar tu energía.

Una mueca en su rostro se formó sin saber si era una sonrisa o si tenía palabras que decir a una gran velocidad.

—¡Siiiiiiii! ¡Siiiiiiii! —exclamó saltando una y otra vez para abrazar a su amiga al final.
—Es la misma dónde papá entrenó —decia sujetando a su alegre amiga en brazos.

Dispuesto en desarrollar más la curiosidad de su alumna, llegó ese mismo lunes con unos prismáticos simples y una carta celeste dejando los utensilios sobre el escritorio ordenado. Estaba al tanto del plan de su padre así que uniría ese plan con la estrategia de estudio para Bema.

Fortuito: La esperanza que el caos abrazóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora