Sothoryos III

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Los ojos de Jon miraban con atención un grupo de animales grandes y peludos de color negro. Estando detrás de un árbol, miraba cuidadosamente, sin querer acercarse. Era la primera vez que los veía, pero luego de leer el libro sobre animales, sabía lo que eran. Gorilas, grandes y fuertes. Había algunos sentados, otros caminaban y parecían jugar con algunos más pequeños.

Jon sabía que podían ser peligrosos, pero en comparación con otros animales, estos podrían ser los menos agresivos que existan en Sothoryos. Entre arañas venenosas y bebedoras de sangre, serpientes capaces de tragar a un hombre adulto, lagartos bípedos con guadañas por garras y peces carnívoros, estos gorilas realmente podrían considerarse amigables. Por supuesto, Jon no tenía la intención de atacarlos o acercarse. Caminando con cuidado para hacer el menor ruido posible, se desvió de su camino para pasar por los lados de lo que parecía el hogar de ese grupo de gorilas.

Y mientras se dirigía hacía el sur, Jon sentía que el peso sobre sus hombros disminuía. Yeen, la ciudad en ruinas creada con esa piedra negra y aceitosa, realmente se sentía malvada para él. Hubo momentos en los que se sentía asfixiado, incluso espiado. Pero, como el lugar al que nadie ni nada parecía acercarse, resultó ser lo más seguro para descansar.

Jon no sabía demasiado de Sothoryos. Y ese poco de información, provenía del delgado libro que obtuvo de recompensa por una de sus misiones. Habían varios lugares descritos en el libro, Yeen solo era uno de ellos. Más hacía el sur, hacía donde se dirigía, estaba el Infierno Verde, una parte de Sothoryos, donde se encontraban las peores y más peligrosas criaturas: murciélagos vampiro de color blanco, lagartos tatuados con grandes garras, que ya había encontrado, anacondas mucho más grandes, incluso Wyverns. 

Pero tenía una razón para viajar hacía el sur, ya que mucho más abajo en el mundo, se encontraba lo que el libro mencionaba como una tierra segura: Las tierras de la eterna primavera, donde las bestias y plagas nunca tocaban nada. Aunque, para lograr eso, también tendría que pasar por un lugar llamado Ah'Kizin.

Con su espada en mano y preparado para llegar a una tierra segura, Jon avanzo a más velocidad. La jungla, con todos sus obstáculos, ya no era tan difícil para Jon. Tenía que seguir atento a los peligros que lo rodeaban, pero caminaba a una mayor confianza. Y aunque el sudor comenzó a surgir desde su cuerpo y llenar su cuerpo. A pesar de sentir sed, no bebió del agua que tenía en su almacenamiento. Intento guardar la mayor cantidad posible de agua que había ganado desde su paquete de campamento del aventurero que venía junto a la comida, porque beber desde los ríos era una sentencia de muerte.

Y por esa razón, tenía que apresurarse. Las misiones no aparecían todos los días. Y no sabía cuando podría tener comida y agua una vez más. Pero mientras más se adentraba, mientras más avanzaba y viajaba por el día, el ambiente comenzó a cambiar. La jungla, espesa, peligrosa e indómita, seguía siendo la misma. Pero, la sensación no lo era. Los sonidos comenzaron a apagarse, casi como si cualquier animal e insecto, no existiera.

Las sombras que creaban el atardecer, parecían alargarse y moverse por si mismas, como si estuvieran vivas. Entonces, de la nada, sin previó aviso, agua cayó desde el cielo. Con los ojos bien abiertos, Jon miro hacía arriba, mirando que habían un montón de nubes ocultando el cielo.

"¿Cuando...?", Jon estaba sin palabras. No entendía como es que el cielo se había llenado de nubes tan rápido. No tenía sentido. No para él. Fue entonces cuando corrió, intentando encontrar algo donde pudiera esconderse de la lluvia, pero mientras avanzaba un olor golpeo su nariz.

Jon se encorvó, casi como si hubiera recibido un golpe en el estomago. Su boca se abrió de par en par y vomito con fuerza. Una mezcla de comida y bilis había sido expulsada cuando un olor pútrido le llego.

Sangre, pudrición, muerte, cenizas y fuego. Todo había sentido por Jon mientras sus ojos se llenaban de lagrimas, cuando vomito una vez más y cayó con una rodilla al suelo mojado.

"¿Q- Qué demonios...? ¿Cómo puede existir algo así? Ni siquiera la carne podrida puede oler así", Jon dijo, levantándose del suelo mientras intentaba apretar su espada con fuerza. Y fue eso lo que lo salvo, cuando una sombra saltó sobre él. Si él no se hubiera levantado, habría sido lanzado con fuerza al suelo, pero había logrado moverse cuando vio algo por un lado de su visión. Y por puro miedo e instinto, movió su espada, sintiendo que cortaba algo pesado y grande.

La cabeza de Jon se movió hacía su derecha cuando giro un poco su cuerpo, mirando ahora a lo que podría haberlo matado. Era un enorme gato, pero no del todo. Su tamaño era similar al de un lobo, pero un poco más largo y de color negro. El animal tenía un gran corte en uno de sus lados.

Jon dio un paso atrás cuando el animal grito y saltó.

Esta vez, Jon no esquivo, sino que corto directamente hacía delante. Su espada cortó la cabeza del animal, pero las garras todavía se movieron, cortando sus hombros. Las partes de cuero de su equipo se rompieron, dejando marcas mientras eran manchadas con sangre.

"¡Agh!", Jon grito y se alejo de inmediato, mirando con incredulidad que esa cosa todavía no moría. La cabeza tenía una obvia herida, que dejaba ver el cráneo. Sus ojos se habían desviando y casi salían de sus cuencas, mientras sangre se derramaba.

Un grito se escucho, seguido de otro, para que un tercero resonara un segundo después. Los ojos de Jon se hincharon cuando se movió hacía otro lado, mirando lo que parecían tres hombres altos corriendo hacía él. 

Una vez más, ese olor putrído golpeó la nariz de Jon.

"¿Quienes son? ¡¿Por qué me atacan?!"

Lo único que recibió como respuesta, fueron gritos y palabras que hacían entender nada. Para Jon, se escucho como un montón de letras mezcladas y sin sentido.

Apretando con fuerza su espada, usando ambas manos, Jon miro las apariencias de estos hombres. Jon se dio cuenta cuando miro mejor, no se veían como personas normales, eran más como criaturas mitad cerdo, mitad humano. De huesos grandes y musculosos, no hombres, con brazos largos, frentes inclinadas, enormes dientes cuadrados, mandíbulas pesadas, cabello negro y áspero, narices planas que parecen hocicos y pieles gruesas moteadas en patrones de color marrón y blanco.

Los tres vestían lo que parecían faldas de cuero roídas, sucias y viejas. Tenían collares de huesos; dientes, más específicamente. Uno de ellos, incluso estaba usando una cabeza del mismo animal con el que acaba de luchar, como si fuera un sombrero. Este mismo, estaba sosteniendo un bastón de huesos, con un cráneo de color rojo en el extremo superior.

Jon retrocedió lentamente, notando que estos eran la razón del olor. Parado frente al trío, lo hizo sentir enfermo. Quería vomitar. Necesitaba lavar su rostro para intentar sacar el olor. 

Ese mismo hombre con el bastón, grito algo, causando que otro de los hombros se arrodillara. Lo que hizo el aparente líder, sorprendió, enojo y aterrorizo a Jon. Tomando su bastón, golpeó con fuerza la cabeza de su compañero, rompiendo su cabeza en un solo intento.

Jon estuvo a punto de gritar, olvidando por un momento que no se entendían. Pero incluso recordando eso un segundo después, lo que hizo cerrar su boca, fue ver la sangre derramada en el suelo, moviendo como si tuviera vida. El gato enorme y oscuro; la bestia con la que lucho por unos segundos, rugió mientras la sangre entraba en sus heridas. La sangre por todo el suelo, del propio animal y del recién hombre muerto, entró en sus heridas. Sus ojos se volvieron rojos, escarlatas, como dos rubíes, hermosos y aterradores. Pero, aún así, sus heridas no se cerraron, seguía con una apariencia media muerta.

"Por todos los dioses... ", Jon murmuro, asustado por lo que estaba pasando.

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La gran aventura: Sothoryos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora