Sothoryos VI

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Jon no estaba contento actualmente. Sus ojos no se dejaban de mover mientras caminaba, intentando escuchar y avistar cualquier peligro a sus alrededores. En su mano derecha, sostenía su espada, mientras que en la mano izquierda, tenía su escudo. Aprendió que era mejor tener su escudo. Se podía proteger mejor y, en caso de perder su espada en cualquier combate, podía usar el escudo como arma, si era necesario. Pero, todo esto de sus armas, no tenía que ver con su descontento. No, su mal humor era debido a las cosas peligrosas a las que se había acercado.

Hace unas dos semanas, había pasado por su primera batalla de vida y muerte. Y también pudo escoger su camino de aventurero y avanzar de rango en el sistema. Se había sentido un poco más seguro en esos momentos. Sin embargo, según su mapa y el libro que detallaba muchas cosas sobre el continente, él había entrado en lo que se llamaba el Infierno Verde: un lugar extremadamente peligroso, con murciélagos vampiros blancos capaces de drenar la sangre de un hombre en minutos, lagartos tatuados que corren hacia sus presas y las desgarran con largas garras curvas en sus patas traseras, serpientes de quince metros de largo, arañas manchadas y terribles y terribles Wyvern.

Ya habían horas desde que entro en el Infierno Verde, y no ha encontrado peligro. Pudo escuchar como las hojas de los árboles y los arbustos se movían. Pudo escuchar un rugido a lo lejos, incluso unos pocos siseos. Sabía que la muerte lo podría estar rodeando en ese mismo instante. Por eso estaba de mal humor, ya que quería y necesitaba descansar. Las dos semanas de viaje, aunque con pocos ataques hacía su persona (por parte de los animales), tuvo poco descanso. Quería pasar la parte más peligrosa de Sothoryos, en el menor tiempo posible.

Mientras caminaba cuidadosamente, midiendo cada paso que daba, Jon frunció un poco el ceño. Se detuvo y escucho atentamente. Era un ruido un poco fuerte, casi como un continuo estruendo.

Decidió seguir ese sonido. Entendía que podría ser arriesgado pero, entre toda la selva, escuchar un ruido tan fuerte, no debería ser usual. Su tiempo en Sothoryos, aunque todavía poco, ya le ha dado cierta experiencia. Y lo que escuchaba, no era como un rugido de alguna bestia, tampoco el siseo de una serpiente, mucho menos pisadas. Era como si algo estuviera golpeando otra cosa.

Luego de unos quince minutos, los árboles se fueron abriendo poco a poco. No fue demasiado, pero lo suficiente como para notar que más allá, en una porción de tierra, no había árboles. Jon inhalo con fuerza ante eso, inhalando aire más fresco. Se sintió un poco menos cansado al hacer eso.

Entonces, avanzó más rápido, hasta que comenzó a correr.

El ruido se hizo más y más fuerte. El estruendo había comenzado a golpear en sus oídos.

Cuando por fin llego, todo el mal humor se desvaneció. Sus ojos gris oscuro se abrieron de par en par, mientras que sus labios se estiraron en una sonrisa emocionada. Frente a él, había un lago limpió, mientras que a su derecha, una cascada descendía de una gran pared de roca, que se elevaba hasta lo alto. Por un minuto, Jon se quedo admirando y sintiendo la frescura que traía la cascada.

La felicidad había golpeado con fuerza, al punto de que sentía la necesidad de reír con todas sus fuerzas. Aunque no lo hizo. En cambio, se acerco con rápidos pasos hacía la cascada, a una orilla del río que formaba el agua. Puso la espada en su vaina, y extendió la mano.

"Frío... ", murmuro, sintiendo la frialdad del agua. Se quedo parado ahí por unos segundos, empapando su mano, y también parte de su antebrazo. Y cuando se movió, lo hizo para pasar su mano mojada por una de sus mejillas. Ese sentimiento refrescante, había vuelto a inundar su cuerpo, aunque solo por unos segundos. Jon miro su mano, flexionando un poco sus dedos, para solo sonreír con más fuerza.

Había decidido en ese mismo instante, que usaría el lugar por unos días.

Aunque, para eso, necesitaba revisar un poco las cosas. Ya había aprendido que este era un lugar lleno de peligros. Por eso, su sonrisa se desvaneció y camino por una de las orillas, buscando cualquier cosa que pudiera poner en peligro su vida. Incluso uso la petaca en donde había tenido su agua, para tomar un poco del agua del río, ya que quería revisarla un poco. Quizás poner algo de agua en una de las latas de comida vacía y hervirla, sería una buena idea, fue lo que pensó.

Jon también miro atentamente en el río, por si había de esos peces que se podían comer un animal en minutos. Cuando no vio nada de eso, se tranquilizo un poco. Así que decidió levantar su pequeño campamento.

Le tomo varios minutos hacer eso, pero cuando lo hizo, se quito la ropa  salto al lago. El agua saltó cuando entro de golpe. Cerro los ojos cuando sintió el agua fría y limpia tocando su cuerpo. Se quedo quieto por unos segundos, hasta que abrió los ojos y se movió hacía la superficie, mirando el cielo mientras flotaba.

Se sentía como una recompensa. 

El sistema, le había dado cosas increíbles, como las pociones y su campamento, incluso las armas. Pero esto era una recompensa diferente. Era el lugar seguro que había necesitado todo este tiempo. Era el momento de relajación que tanto necesitaba.

Jon sonrió y se movió para nadar hacía abajo, más al fondo del lago. Y como no era demasiado grande, no tardo en llegar. Y ahí, se giro para mirar hacía arriba, viendo el cielo desde el fondo.

Había estado rodeado de peligro. 

La muerte había asechado detrás de él en cada momento. Con cada paso que daba, sentía que podía morir.

Pero, en ese momento, cuando su cuerpo se limpiaba de toda la suciedad acumulado, también sentía que nada podía preocuparlo. Era como si su propia alma hubiera sido purificada por la naturaleza.

Y cuando se movió hacía la superficie, solo para quedarse flotando una vez más, sonrió. Pensó en su familia, pero ya no con tristeza o enojo. Los recuerdos que paso con ellos, ya sean buenos o malos, aparecieron en su mente por un instante. Las dudas sobre las mentiras y su identidad, comenzaron a dejar de ser un problema.

Había necesitado un momento de descanso como el que estaba teniendo. Tanto su cuerpo, como su mente, lo habían ansiado. Y en ese instante donde nada ni nadie podía herirlo, entendió que esta era su vida.

¿Qué importaba si su nombre de nacimiento era Jaehaerys? El también era Jon. Todas las cosas que vivió como Jon, no las arrojaría a un lado para poder usar el nombre de Jaehaerys.

¿Qué importaban los posibles problemas que traería su identidad? ¡Estaba en Sothoryos! Su vida ahora era la de un aventurero, viviendo en la peligrosa selva e intentando llegar a lugares nunca descubiertos por las personas de Westeros o Essos. Incluso Yi-Ti o Asshai no sabían de lo que había más allá de la primera parte de Sothoryos.

Su vida, ahora mismo, no estaba en Westeros. No en Winterfell o King's Landing. Su vida estaba aquí. Cualquier cosa más allá de Sothoryos, actualmente no era importante para él.

Las dudas que todavía se habían mantenido en la mente de Jon, fueron procesadas y aplastadas por su actual resolución. El agua limpia del lago, habían refrescado su cuerpo y mente cansados. Y la sonrisa en su rostro, no parecía desaparecer.

Cuando por fin salió del lago, Jon se sintió más fuerte y libre que nunca. Se sentó en la entrada de su carpa se quedo para poder secarse poco a poco. Saco su mapa tiempo después, memorizando el lugar donde esta la marca que lo posicionaba en el mapa del mundo. De esa forma, su surgía la necesidad, podría saber hacía donde moverse.

Después de unos minutos, saco el libro que describía ciertas cosas del continente. Ahora más que nunca, quería continuar. Y lo haría de la mejor forma posible, así que trazaría una ruta definitiva con su mapa, así como también leería todo el libro e intentaría memorizar todos los dibujos de las bestias y plantas.

Avanzaría. Estaba decidido a eso. Viajara hasta el final de Sothoryos, para pasar hacía Ulthos y seguir avanzando. No sabía cuanto tiempo le tomaría, pero lo haría.

Definitivamente seguirá viviendo hasta el final.

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La gran aventura: Sothoryos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora