X.

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AMALIA.

Veo por la ventana mientras el rey conduce hacia su casa.

—Si quieres puedes poner música —me dice el rey rompiendo el silencio.

—No, gracias —le digo—. Así estoy bien.

—Ah, ok.

Nos volvemos a quedar en silencio.

—Por cierto, —me habla y lo volteo a ver— no te lo he dicho, pero te ves muy bien.

—Gracias.

—¿Cómo estuvo tu semana?

—Bien, ¿y la tuya? —le pregunto.

—Bien, aunque siendo sincero, mis días, semanas, meses y años acaban de mejorar mucho ahora que te conocí —lo miro sorprendida—. Por cierto, ¿tienes un diccionario? —lo miro confundida—. Porque desde que te vi me quede sin palabras.

Lo miro sorprendida y volteo para ver por la ventana antes de que el rey pueda ver como me sonroje.

Siento como me pongo cada vez más roja y me tapo el rostro con las manos mientras escucho como el rey suelta una pequeña risa.

Ninguno de los dos vuelve a hablar, hasta que el rey se estaciona delante del castillo y me dice que no me baje hasta que él me abra la puerta.

Lo obedezco y bajo del auto en cuanto él me abre la puerta desde afuera.

—Te presento tu nueva casa, mi chocolatina —me dice refiriéndose al palacio y me agarra de la mano—. Ven, entremos.

Me arrastra hacia las escaleras, las cuales empezamos a subir antes de entrar al castillo.

Veo todo asombrada, ya que todo es enorme y muy lujoso, o por lo menos lo es lo que deduzco que solo es el lobby.

—¿Te gusta? —asiento—. Me alegro, pero si no te gusta algo, lo puedes cambiar, solo tienes que dar la orden.

Escucho unos pasos y retrocedo un poco cuando veo un perro dirigirse a nosotros.

El rey suelta mi mano y se pone de cuclillas para acariciar al perro, el cual parece quererlo mucho por la forma en la que mueve la cola, saca la lengua feliz y se mueve pare recibir más caricias.

—Ella es Chispas —me dice el rey viéndome a los ojos—. Mi mejor amiga.

—Es muy bonita —le digo— ¿La puedo acariciar, por favor?

El rey no me contesta nada y en vez de eso me agarra una mano y la acerca al pelaje de Chispas, la cual se aleja cuando se da cuenta de que estoy a punto de acariciarla.

—Chispas, ven —le habla el rey y ella no obedece—. Chispas, acércate.

Ella empieza ladrar y a enseñar los dientes mirándome, haciendo que yo retroceda.

—No sé que le pasa —se pone recto—. Ella no es así —me suelta de la mano y da unos pasos hacia adelante—. Chispas, ven.

Chispas deja de gruñirme y se acerca muy feliz al rey.

—Tienes que portarte bien —le dice mientras la acaricia y hace que lo vea—. No debes de ser así con los invitados y muchos menos con tu ma... con mi chocolatina, ¿ok?

Chispas solo se aleja del rey y se va a otro lado.

—Ok... eso no es buena señal —lo veo sorprendida—. Pero no te preocupes, ya se le pasara o eso espero. Mejor te muestro la habitación.

Asiento y el rey me agarra de la mano y empezamos a caminar hacia la alcoba mientras él me va enseñando y explicando las cosas que hay a nuestro alrededor.

—Este es un mini lobby —me dice cuando cruzamos una puerta—. Y está es tu habitación.

Abre otra puerta revelando una gran recámara de tonos claros como rosa y blanco con algunos toques de dorado.

—¿Te gusta? —asiento mientras entramos—. Que bueno. Al principio quería que durmiéramos juntos, pero luego lo pensé bien y deduje que lo mejor seria que cada uno tuviera su propio espacio por el momento, si te parece bien, claro.

—Yo... eh... —me pongo nerviosa—. Gracias.

—No hay de que —me dice sonriendo—. La habitación que está enfrente es la mia y la que esta a un lado de la mia es la de Chispas, te recomiendo no entrar a su habitación por el momento, ¿esta bien? —asiento—. Entonces te dejo, tengo que hacer algunas cosas, pero en cuanto termine regreso para darte un tour por el castillo, mientras puedes hacer lo que quieras y no te preocupes por desempacar, lo más seguro es que Bob haya ordenado que desempacaran todo y lo acomodaran en la habitación.

Lo veo confundida.

—¿Bob? —le pregunto.

—Sí, Bob —me responde—. Él es el que me ayuda a tener en orden todo lo relacionado con el castillo, en pocas palabras, es el mayordomo. Ahora en serio me voy, no quiero que se me acumulen los pendientes que tengo.

Me da un beso en la frente y sale de la habitación dejándome sola.

Veo a mi alrededor y no puedo evitar sentirme como una hormiga aquí, ya que la habitación es igual o más grande que mi casa y mi casa no esta para nada pequeña.

HUXLEY.

—Bob —él voltea a verme— ¿Sabes cómo se logra conquistar a una mujer?

Él me mira confundido.

—Pense que eso ya lo sabia, rey —me dice.

—Sí, lo sé —le digo—. Pero no es lo mismo conquistar a una mujer cualquiera que a la mujer con la que quieres compartir tu vida. Tú tienes esposa, ¿cómo la conquistaste?

Bob se queda pensando.

—Ahora que lo menciona... no lo recuerdo —lo veo sorprendido—. Creo que ella fue la que conquisto a mí y no yo a ella, pero del modo que haya sido, lo importante es que ambos nos amamos y correspondemos los sentimiento del otro.

 —Ah, ok —le digo fijando mi vista en unos documentos—. Gracias, Bob.

—No hay de que, rey.

¿Recuerdan como se sentía ir un día al colegio y que al llegar te enteraras que ese día se entrega una tarea que no hiciste y esperas ansiosamente a alguien que esperas que te pase la tarea, pero que al final se niega o tampoco la hizo? ¿Sí? Pues me siento casi como en esa situación, solo que la tarea es conquistar a mi chocolatina y lamentablemente para mí, no puedo solucionar esto con copiarme o preguntarle a alguien, ya que a la única persona que podía copiarle o preguntarle era Bob y su respuesta no me sirvió de mucho.

Podría preguntarle a mis padres, pero su respuesta tampoco me serviría de mucho ya que crecieron el uno enamorado del otro.

Veo a Chispa, la cual esta a mi lado acostada mordiendo uno de sus juguetes.

¿Es normal desear que las perras hablen para pedirles consejos amorosos?

—Rey —me habla Bob—. Ya termine de hacer la cuenta de los gastos de esta semana, con su permiso, me retiro.

—Ah, si, claro —le digo—. Que te vaya bien.

Bob hace un reverencia antes de salir de la oficina.

Volteo a ver a Chispa.

—¿Tú sabes cómo conquistar a la indicada? —ella me ignora mientras muerde su juguete— ¿No? Bueno, gracias por la ayuda.

Regreso mi mirada a los documentos enfrente mio.

¿Por qué los pendientes nunca terminan?

LA CHOCOLATINA DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora