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AMALIA.

—Wow —exclamo sorprendida mientras bajo las escaleras del avión—. Esto es sorprendente.

—Y eso que no has visto nada —me comenta Valeria—. Esto no es ni la millonésima parte de lo fantástica que es esta isla.

—¿En serio hay algo mucho mejor que esta vista? —le cuestiono.

—Ni te lo imaginas —me dice al mismo tiempo que unas camionetas se estacionan delante nuestro—. Por cierto, aquí cada una tiene su propia casa, pero existe la principal, que la más grande y conecta a todas las demás, todos tiene su propia habitación en la casa principal, así que tú decides en donde quedarte y cuando hacerlo, no juzgamos ni nada.

—Ok, lo tendré en cuenta —le digo mientras nos subimos a los vehículos.

—Pero las casas están dividas por parejas —añade después de ponernos los cinturones de seguridad y de que la camioneta se empezara a mover—. Así que si gustas, te tendrás que quedar en la casa que es de Huxley, pero tranquila, la mande a limpiar y arreglar todo lo que estuviera en mal estado, ya que no ha venido aquí en demasiado tiempo.

—Dime que Angela nunca ha venido aquí, por favor —le digo—. No quiero encontrarme con que Huxley también le permitió quedarse aquí y que en alguna parte de la casa hay cosas de ella.

—¿En serio crees que permitiríamos eso? —me cuestiona—. En esta isla existe una regla muy clara e inquebrantable y esa es que solo miembros de la familia con sus soulmates e hijos, si es que tienen, pueden entrar aquí.

—Ok, eso me tranquiliza.

El celular de Valeria empieza a sonar y ella contesta e intercambia algunas palabras antes de colgar y voltearme a ver.

—Las demás están en la casa principal esperándonos —me informa— ¿Tienes hambre?

—Un poco.

—Perfecto, porque al parecer, Bety ha preparado un banquete —la veo confundida—. Bety es una de mis sobrinas, te caerá bien.

—¿Cuántas somos en total?

—Pues... Me habia quedado que diez...

—¿¡Diez!?

—Pero algunas pudieron venir en el ultimo momento, así que seremos 35 mujeres.

—¿¡Treinta y cinco!?

—Si no es que me equivoco en las cuentas, claro —agrega—. Aunque muy probablemente lo este haciendo, somos una familia... Demasiado grande.

La veo sorprendida.

—Y cada vez la familia es más grande —comenta— y lo será aún más si... Olvídalo.

—¿Olvidar qué? —le cuestiono— ¿Qué ibas a decir?

—¿Segura de que lo quieres escuchar? —asiento—. Bueno, cuando Huxley estaba joven, que eso fue hace mucho tiempo atrás, por cierto, dijo algunas veces que cuando tuviera a su mate le daría tantos hijos como pudiera, según él porque ser hijo único fue "aburrido" —bufa—. Yo le hice un favor al solo tenerlo a él, nunca tuvo a nadie con quien pelearse o alguien con quién compartir atención, no es que esto último fuera algo malo, si no que entre más hijos tienen los padres más cosas tienen en la cabeza y no pueden darle toda su atención a todos sus hijos porque, bueno, los padres no se pueden partir a la mitad o en la cantidad de hijos que tienen para darles a todos toda su atención.

—¿Tienes demasiados hermanos?

—Tengo 27 hermanos —abro la boca y los ojos sorprendida—. Ya te imaginaras como estuvieron mis padres con todos. Pero bueno, ¿qué se podía esperar? En esa época no había muchas cosas divertidas con que divertirse y a mis padres les divertía bastante tener hijos a cada rato hasta que se cansaron de eso y empezaron a tener más cuidado.

LA CHOCOLATINA DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora