XXXXX (17/19)

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AMALIA.

—¿Entonces te ha vuelto a buscar?

—Sí —contesta con pesar mientras mueve el popote dentro de su malteada—. Esa mujer no se cansa.

—Deberías de ponerle una orden de restricción —le digo—. Se ve que no te va a dejar en paz hasta que le des lo que ella quiere.

—Sí, lo he estado pensando —nos revela—. Incluso Biel ya investigo todo lo que se necesita para hacerlo.

—¿Entonces por qué no lo has hecho? —le pregunta Pato.

—Estoy esperando tener pruebas suficientes, si solo llego y pido la orden diciendo que ella me busca a cada rato, no van a querer darme la orden de restricción.

—¿De qué hablas? —le pregunto confundida.

—De que no he pedido la orden de restricción porque no tengo pruebas suficientes de que esa mujer me este molestando.

—No me referia a eso —le digo— ¿Por qué crees que necesitas más pruebas? Lo que ella esta haciendo ya es acoso.

—Sí, lo sé, ¿pero que puedo hacer? Si voy y digo todo lo que hace, no me ven a hacer caso y muy probablemente solo me digan algo como "arreglelo con su mamá"

—En eso tiene razón —la apoya Pato.

Los veo a ambos con desconcierto.

—Chicos —ambos me ven—, así eran las cosas antes, ahora lo unico que necesitan es ir a una comisaria y pedir la orden de restricción y ellos se las dan.

—¿Sin pruebas? —me pregunta Amy confundida.

—No deberia de decirles esto, pero lo voy a hacer, pero no le digan a nadie, ¿entendido? —ambos asienten—. Existe un programa especial en donde se monitorea y registra absolutamente todo sobre los consortes.

Ambos me ven sorprendidos.

—¿Entonces nos están viendo todo el tiempo? —me pregunta Pato.

—Algo así —le digo—. No puedo decirles más, pero lo único que necesitan saber es que si Amy va a la comisaria y pide la orden de restricción en unos minutos se la dan, ya que en su información esta registrado el acoso que esta recibiendo.

—¿¡Y hasta ahora me lo dices!? —me reclama mi prima.

—No creí que te tardarías tanto —le revelo—. Además, es algo confidencial que absolutamente nadie debe de saber, así que más les vale que no abran la boca porque nos puede ir mal a los tres.

—¿Incluso a ti? —asiento ante la pregunta de Pato—. Mierda, hubiera preferido no saberlo.

—Pues ya es demasiado tarde, pero por el bien de los tres, hay que fingir que ustedes no saben sobre esto y que yo nunca se los he dicho, ¿ok?

—Ok —me contestan ambos.

—Ya me tengo que ir —les digo después de que la alarma de mi celular suene—. Necesito arreglarme para la reunión de esta noche.

—En serio, ¿Quién hace una reunión unas horas antes de que empiece el celo? —inquiere Pato.

—Y eso que tú no vas a tener que asistir —le digo—. Suerte con su primer celo y nos vemos luego.

—Suerte a ti también —me dice Amy.

—Cuídate, no vayas a salir embarazada —bromea Pato.

—Mejor preocúpate por no embarazar a Micaela —le digo y él rueda los ojos—. Al menos que quieras tener hijos.

—Para algo ya me hice la vasectomía y ella la OTB.

LA CHOCOLATINA DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora