Luz y oscuridad

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El hermoso arte de portada pertenece a Dstriker21

La señorita Hepburn se tomaba un té preocupada mirando el reloj de la sala. El tal Lincoln no tardaría en llegar con sus padres o uno de ellos. Casi todos los niños estaban viendo en la televisión del estudio una película de dibujos animados. Todos excepto Lesly, quien en lugar de estar sentada entre ellos escuchándola, se encontraba acompañándola en el otro extremo de la mesa en el comedor jugando con sus dedos sobre el borde de su vestido con ansiedad.

—Mu... De nuevo, muchas gracias por dejar que Lincoln venga, señorita Hepburn.

—Por nada. Aunque lo dudes, me alegro por ti de que hayas hecho una amistad con alguien ajeno a esta casa. Eso te preparará más para aprender a interactuar socialmente con otras personas cuando seas mayor, me refiero a algo más allá que una charla casual.

—No lo había visto así. Supongo que tiene razón.

—Sin embargo, te reitero que no debes de hacerte muchas expectativas a largo plazo. Nadie sabe lo que el futuro nos puede deparar, siendo a veces es caprichoso en propiciar eventos que no nos gusten.

Más allá del significado de sus palabras, Lesly había detectado un dejo amargo con que la señorita Hepburn había expresado eso último. Aunque sentía injusto que comparara la relación entre Lincoln y ella con... la suya y el señor Hepburn, pudo comprender que sólo quería prevenirla para que no se sintiese mal si las cosas entre ella y su amigo terminaban de un modo semejante a como les sucedió a ellos.

—Lincoln es un buen chico. Usted misma podrá darse cuenta cuando lo conozca.

La mujer suspiró. Admitía que en cierta forma la impresión inicial que le causó el muchacho no fue tan mala, aunque seguía un tanto disgustada que sus encuentros los hubiesen hecho a sus espaldas. Siendo más discreta en su propio nerviosismo, volvió a mirar la hora. ¿Qué clase de padres serían los señores Loud? Quería pensar que se trataba de una pareja razonable, pero el hecho que en esta época les diese por tener más hijos que los que ella tenía a su cargo, le daba mucho en qué pensar.

—¿Quieres un té, Lesly?

—Sí, gracias.

—Pues acompáñame a prepararlo. Me vendría bien otro.

Aunque fuese por un corto tiempo, ambas consiguieron distraerse antes de la llegada de sus invitados. Tanto Lesly como la señorita Hepburn envidiaban un poco el hecho que sus visitas no tuvieran que hacerse un manojo de nervios como ellas.

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—Y no olvides que debes de llamarla en todo momento "señorita" Hepburn cuando te dirijas hacia ella, Lucy —Lincoln le explicaba una vez más a su hermanita en su habitación—. Así, completo. También por lo que más quieras, no menciones nada relacionado con la muerte o la pérdida con los otros chicos. No sabemos si están ahí porque sus padres murieron o algo así de trágico. No quiero que por accidente ofendamos a alguien. Y nada de pedirle a Lesly que te ayude con invocaciones o cualquier clase de ritual esotérico.

Lucy suspiró un tanto harta que Lincoln le repitiera por enésima vez las mismas reglas que habían repasado los días previos al domingo, como ayer por la noche tras la cena, o esa misma mañana antes del desayuno.

—*Suspiro*. Ya te dije que sí a todo, hermano. Tenme un poco más de fe en que sabré comportarme y relájate un poco.

—Lo siento. Es que de verdad quiero que nuestra visita con Lesly sea perfecta y por eso necesito dejarle a la señorita Hepburn la mejor impresión de todas para que me permita seguir yendo a visitarlas.

Déjame ser tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora