─ ¡Quiero Ser Famoso! ─Exclamo el pequeño niño levantándose de su asiento.
─ Pero, cariño, ya lo eres.
Tenía razón, en cierta parte ya lo era, sus padres eran dos empresarios famosos reconocidos mundialmente, y, él al convertirse en su hijo también...
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Despertó, sus suaves rizos estaban desordenados y se sentía a gusto debajo de las sábanas, momentáneamente notó que faltaban personas en esa habitación; sus primos y padres.
No quería levantarse, pero debía hacerlo si quería ir con los mayores. Fue hasta la planta baja de la casa, escuchó un ligero tarareo viniendo de la cocina, allí se encontraba el mayor de los tres integrantes de la familia.
Sintió la vista del pequeño así que se volteó, sonrió al verlo tratando de ocultarse detrás de una columna.
—Buenos días, Osito, ¿Dormiste bien?—Se acercó a él y lo tomó entre sus brazos.
— Sí, soñé que encontrábamos patitos en la calle ¡Eran muy bonitos! ¿Podemos tener unos? ¡Por favor! ¿O un perrito nuevo?
— Bebé, ya tenemos a Teo, Taiga y a Nobu.
— Pero antes eran cuatro, pero Bruno ya no está y quiero que vuelvan a ser cuatro...
Ligeras lágrimas salían de sus ojos color miel, ese can había estado cuatro años de su vida; prácticamente toda, y aún no podía aceptar que ya no podía volverlo a ver.
— A mí también me gustaría que fueran cuatro, pero así estamos bien.
— Extraño a Bruno...
— Yo igual, Amor, pero no podemos hacer nada para que vuelva. Tú te acuerdas de como estaba.
Limpió esas gotas de agua que tenían dolor y recuerdos guardadas en ellas, no le gusta ver así a su niño, además, no podía negarlo, él también extrañaba a ese can.
— ¿Qué vamos a desayunar, papá? —Preguntó tratando de cambiar el tema.
— Estoy haciendo huevos con tocino y jugo de naranja, ¿Te gusta?
— Asintió ligeramente.— ¿Y cuánto vas a tardar?
— No mucho, ahora termino.
— ¿Puedo ir al trabajo con ustedes?
— De acuerdo, luego de desayunar te alistas y me avisas.
Hizo un sonido de afirmación, en unos segundos ya estaba siendo mimado por su otro padre, quien llenaba de besos su carita y le sacaba muchas risas.
— ¡Otra vez, otra vez!
— De acuerdo, una última vez.
Volvió a hacerle cosquillas al más pequeño quien solo soltaba risas.
— ¡Y-Ya, ya no más! —Dejo el menor en medio de carcajadas.
