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Me desperté de golpe, asustada y todavía sintiendo un ligero dolor en mi cuerpo por las descargas pero ya no eran nada comparadas al dolor de hace unas horas, mi vista se dirigió rápidamente al reloj "12:05" sobresaltada me levanté alisando mi uniforme con mis manos, era deprimente que únicamente vistiéramos aquellas batas o los calentadores los cuales eran bastante cómodos.

Sin más tome la tarjeta y salí con cuidado, no quería ser descubierta, tenía que ir al sótano ya conocía el camino solo pase aquella identificación la cual me dio acceso a la última puerta, cada vez me ponía más nerviosa hasta el punto de sentir arrepentimiento pero ya no había vuelta atrás.

—¿Peter?—Hable bajito mirando las tuberías, estaba bastante oscuro.

Me sobresalte cuando sentí una mano en mi hombro.

—Ven, sígueme.—Me hizo un ademán con su mano.

Nerviosa seguí cada paso que nada hasta lo que llegamos, lo vi quitar la reja de aquel pasadizo antes de voltear a verme.

—Por aquí saldrás directo al bosque.—Explicó.

—De acuerdo, vamos.—Amague con entrar pero al verlo inmóvil me regrese.—¿Que sucede?

—Yo no iré, tres.

—¿Qué?—Lo mire sin entenderlo.

—Dame tu mano.—Pidió.

Se la di y rápidamente se apartó el cabello dejándome tocar su cuello, tenía algo en el.

—Somos prisioneros, todos, incluyéndote... Si doy un paso fuera de este lugar lo sabrían, si voy contigo...

—Nos encontrarían.—Continúe por el.—Y si... ¿Te lo quito?

El me observó unos segundos antes de sonreírme y asentir, sería sencillo hacerlo, el quito su cinturón y se lo puso de mordaza mientras yo tomaba aire preparándome.

—Aquí vamos...—Murmure levantando mi mano hacia su cuello.

Pude verlo morder si cinturón aguantándose el dolor, y en solo un pestañeo aquel objeto estaba en mi mano.

—Ya está.—Sonreí mirando el objeto con sangre.

—¿Como algo tan pequeño puede causar tantos problemas?—Se burló.—Ven conmigo.

Esta vez tomó mi mano sacándome del sótano, me estremecí cuando las luces empezaron a apagarse y prenderse con rapidez, estaba segura de que yo no lo estaba causando.

—¿Que hacen aquí?—Un guardia se acercó molesto.—No se muevan, tu.—Me señaló y hizo una señal para que me acercara.

Mi mirada fue hacia Peter un momento antes de soltarlo y dar unos pasos hacia el guardia, papá me mataría cuando entere, asustada dio un pequeño salto cuando el hombre salió disparado hacia la pared cayendo inerte solo pude responder volteándome hacia el rubio quien ahora tenía un hilo de sangre en su nariz.

—¿Tu...?—No pude continuar pues el mismo me tomó de la muñeca obligándome a entrar a una de las habitaciones.—¿Que fue eso?

—Tranquila, te lo explicaré.—Murmuró desabrochando su manga, así acercó su mano hacia mi dejándome apreciar aquel número que se suponía nunca existió.

—¿Uno?—El aire se había ido de mis pulmones.—¿Tu eres Uno?

—Papá quiso ocultarlo e inhibió mis poderes, pero ahora que soy libre puedo hacer lo que siempre quise, nos iremos de este lugar.—Habló.—Espérame aquí, no salgas.

—¿A donde iras?—Aun incrédula evite que se marchase.

—Voy a volver, solo espera.—Insistió esta vez ansioso y algo molesto.

Sin más me silencie y asentí yendo hacia un rincón para sentarme, el por su parte salió dejándome sola, los minutos pasaban pero se me habían eternos.

—¿Que fue eso?—Mis ojos se abrieron más de lo usual al escuchar los gritos de personas, cada vez eran más.

Aterrada toque la manija de la puerta queriendo salir a ver, pero Peter me dijo que me quedase a esperarlo, que no saliera. Rápidamente retrocedí hasta chocar con una pared, asustada me apoye con la misma dejándome caer al suelo a la espera de que el llegara, el tiempo se me hacía mas largo cada vez.

—Peter...—Murmuré al verlo entrar.

Pero había cambiado, su mirada no era la misma, estaba cubierto de sangre daba mucho miedo.

—Te agradezco haberme ayudado, Tres.—Habló arrastrando sus palabras.—Es por eso que te mantuve más tiempo viva.

Levantó su mano hacia mi haciéndome despegar del suelo, lo mira a los ojos, sorprendida y algo asustada.

—¡No! ¡Detente!—Grite sacudiendome intentando liberarme.

El ni se inmutó, una lágrima se resbaló en mi rostro sintiendo como mis extremidades empezaban a moverse.

—¡Me necesitas tanto como yo a ti!

Finalmente me lanzó al suelo donde respiré con toda mi fuerza tratando de recuperarme aún con el cuerpo adolorido.

—Soy fuerte... Lo sabes, más que mis otros hermanos.—Murmuré.—Sea cual sea tu objetivo te ayudaré, pero quiero estar contigo.

—¿Que serías capaz de hacer por mi?—Se acuclilló para levantar mi rostro.

—Todo... Haría todo por ti.

No mentía, incluso luego de intentar matarme el amor que le sentía era más grande que cualquier miedo, haría cualquier cosa por ese demonio disfrazado de ángel.

Obsession |Peter Ballard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora