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Con mi ropa manchada de aquel rojo carmesí me decidí a salir, en el centro de la casa estaba aquel rubio de espaldas con los cuerpos de quienes estuvieron ahí, ahora no vivían más, aún así escuchaba gritos de quienes habían podido escapar.

—¿Estás contenta?—Murmuro con su voz aterradora.

—Peter...

—¡Me desobedeciste!—Gritó volteándose y clavando sus ojos en mi.

—Lo siento...—Di unos pasos hacia el antes de caer de rodillas.

—Levántate.—Ordenó.

—Pet-

Se arrodilló a mi altura antes de poner su mano alrededor de mi cuello haciendo presión.

—Discúlpame... Por favor, no estes enojado conmigo. Fue un error.—La falta de aire a penas me dejó hablar.

—Levántate, no voy a matarte aquí.—Me soltó haciendo que mi cabeza cediera hacia atrás por la fuerza.

Sin más me pare y escuché las sirenas de la policía a lo lejos, entonces esa era la razón por la que no me había hecho nada, estaban a punto de encontrarnos, tomo mi muñeca obligándome a caminar, me estaba lastimando pero tenía que aguantarlo, me lo había ganado. Un ligero chillido salió de mi al notar que no solo los jóvenes de la fiesta habían sido atacados, los faroles que alumbraban las calles estaban dañados pero aún así divise a gente en la vereda con los huesos rotos, era mi culpa que estuvieran así.

No pude evitar sollozar por ellos, mi intento de rebeldía había sido pagado con la vida de personas inocentes, y no solo eso, pronto los acompañaría si es que no nos encontraban antes, estando en el bosque finalmente escuché las sirenas más distantes dándome un poco más de tranquilidad, fue momentánea pues mis piernas empezaron a temblar tan pronto como divise la cabaña donde estaba ya marcado mi destino.

—Entra.—Soltando mi muñeca me hizo caminar por la puerta.

—Peter... Lo siento.—Trate de acercarme pero este me dio una bofetada.

Me trague mi llanto llevando mi mano a mi mejilla donde ahora tenía la sensación de dolor.

—No se si me molesta mas que te hayas ido a pesar de que lo prohibí o que tengas el descaro de pedirme perdón.

Antes de poder hablar un quejido emanó de mis labios cuando el me sujeto con fuerza de los brazos haciendo que quedara frente a él.

—Voy a matarte, Dafne.—No podía decir nada, únicamente mi llanto de miedo emanaba de mi.—¡Deja de llorar!

—No lo hagas... Por favor.—Creo que nunca había tenido tanto miedo en mi vida como en ese momento.—No me mates.

—¿Con quien hablaste?—Parecía ignorar mis palabras.—¡Responde!

—Solo con Oliver...—Apenas podía hablar sin sentir un nudo en mi garganta.

—¿Oliver?—Su rostro de contrajo haciendo una mueca.—Sabía que mentías cuando dijiste que no te estabas relacionando con la gente de ahí.

—Te juro que no...—Finalmente pude soltarme de su agarre pasando mis brazos por su torso para así aferrarme a él.—Fue la primera vez que hable con el, no me atrevería a estar con alguien más que no fueses tú.

—Suéltame.—Intentó separarme de él pero no pensaba dejarlo.

—No lo haré.—Llore contra su pecho.—Peter, si me amas como dices hacerlo... Créeme y no me lastimes.

—¿Como podría amarte?—Gruño al mismo tiempo que mi corazón se destrozaba.—No siento nada por ti, no eres más que una chiquilla inmadura y desobediente, no me sirves.

Mi estómago se revolvió mientras sentía como mi cabeza daba vueltas, sus palabras habían sido un golpe bajo para mi, finalmente me aparte de él sin siquiera mirarlo a los ojos, no podía hacerlo, ¿Todo había sido una mentira? ¿Cada palabra de amor? ¿Cada beso? ¿Cada vez que teníamos contacto en la cama? ¿Solo me estaba utilizando? Entonces, ¿Por qué me interesaba seguir viviendo? No era nada sin el y sin su amor.

Mis cuerpo respondió por si solo, caminé abatida arrastrando cada paso hacia la cocina, no quería escucharlo ni un segundo más ni si quiera podía tenerlo cerca de mi, sentí arcadas indicándome que vomitaría en cualquier momento.

—¿Qué crees qué haces?—Lo escuché hablar.

No respondí, mi mano se dirigió a los utensilios de cocina tomando así un cuchillo, no podía seguir viviendo sin su amor y tampoco dejaría que fuera el quien tomase mi vida luego de esas palabras, lo amaba a pesar de eso y lo seguiría amando hasta después de la muerte, pero no podía seguir sabiendo que el no me correspondía.

—No necesitas matar mi cuerpo, con que hayas apuñalado mi alma es suficiente.—Murmuré.—¿Por qué me mentiste? ¿Porque dijiste amarme?

—Dafne deja eso.—Habló irritado.

—No te daré el gusto de quitarme la vida.—La sangre empezó a brotar de mi muñeca luego de pasar el objeto punzante por ahí, sabía que primero me desangraría y pronto moriría, pero ya no me importaba, no tenía motivos para vivir.

Deje caer el cuchillo y tan pronto como rebotó en el suelo me di por vencida cayendo, la sangre salía de mis venas provocando un ligero mareo, mis oídos zumbaron mientras mi rostro se levantó por última vez hacia la persona que más amaba, lo vi arrodillarse frente a mi haciendo que me apoyara en su pecho, pero no tenia mas fuerzas, solo me deje ir.

Obsession |Peter Ballard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora