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Caminando sin saber a donde, o cual seria nuestro siguiente movimiento, había estado callada en todo momento incluso cuando el se deshizo de algunas personas para escapar, una parte de mi sentía miedo, quería escapar pero la otra me hacia quedarme, ir con el a donde fuera. Estaba algo agotada e ir descalza por el bosque no ayudaba en lo absoluto, mis pies dolían y ya me había chocado con varias espinas, tenia que decir algo al respecto pero simplemente no podía hacer una simple oración en mi cabeza.

—Mira ahí.—Murmuró señalando una casa de madera a lo lejos.

Cabaña le llamaban, pero había algo que me desconcertó.

—Las luces están prendidas.—Finalmente hablé.—Debe haber alguien.

El solo me miró un segundo, ¿Cuándo le había importado un ser humano? agaché mi cabeza cuando el empezó a caminar listo para irrumpir, a penas escuché gritos dentro del lugar cubrí mis oídos con mis manos y apreté mis ojos tratando de escapar mentalmente, pero incluso así la voz agonizante de una mujer llegó a mi como murmullos.

—¡Dafne!

¿Ese era el nombre de la primera victima de Peter? Hice más presión en mis oídos, no quería cargar con la culpa de no evitar sus muertes, únicamente abrí los ojos cuando el regresó a verme, sabia que no estaba interesado en lo que pudiera decir, solo puso su mano en mi hombro haciéndome caminar hasta aquella cabaña que hasta hace unos segundos presencio la muerte de sus habitantes, al pasar por el porche vi una espeluznante expresión en el rostro de madre e hijos, ninguno tenia ojos y sus extremidades estaban rotas, me estremecí sintiendo su dolor y el que estuve a punto de vivir.

—No sientas pena, tres.—Murmuró.—Eran solo personas, hay millones como ellos.

—Era una familia...

—Igual a las demás, no tenían nada en especial.—Comentó restándole importancia.—Ve, investiga que hay aquí mientras yo me encargo de ellos.

No dije nada más, solo asentí, incluso desde afuera pude notar que no era tan grande, únicamente estaba una pequeña sala compartida con la cocina y dos puertas, la primera era la habitación que contaba con dos camas y en el suelo estaba lo que parecía una cama improvisada por sabanas, no la necesitaríamos, me acerque doblando aquellas telas en mi brazo mientras salía a ver la ultima habitación la cual tenia el baño.

—¿Haz revisado todo?—Cuestiono el rubio frente a mi.

Me limite asentir, no quería hablar con el en ese momento, estaba algo enojada por lo que hizo pero sabía que era por nuestro bien, únicamente hice una breve explicación de lo que había en esa cabaña que ahora sería nuestro hogar.

—Bien, ve a ducharte y luego duerme.—Ordenó.

Pasando su orden momentáneamente fui a ver que podría usar luego de ducharme y sinceramente poco me importo, solo quería estar limpia, agarre un camisón y lo coloqué en mi hombro no sin antes dejar ahí las sábanas que había quitado del suelo.
Nuevamente salí de la habitación en dirección al baño bajo la atenta mirada del rubio, al abrir la llave del agua me sobresalte por lo fría de la misma.

—No puede ser...—Murmure aguantando la respiración antes de meterme.

No tenía sentido pues retener el aire no iba hacer que el agua se calentara, pero me dio valor para congelarme al mismo tiempo que limpiaba mi cuerpo, pronto me acostumbré a la temperatura de la misma, minutos pasaron antes de salir y secar mi cuerpo para colocarme el camisón que por suerte cubría bien mis muslos.

—Buenas noches.—Hablé despidiéndome de aquel demonio el cual se mantenía sentado en el mueble mirando un punto fijo de la habitación.—¿Peter?

—Ve a dormir, tres.—Pronunció sin dejar de ver a la nada.

Me negué a irme, camine hacia la isla de la cocina y coloqué las palmas sobre la misma impulsándome para sentarme ahí.

—Te di una orden.—Se levantó molesto acercándose hacia mi.

—Hicimos un trato, voy hacer todo lo que tú me pidas pero no uses eso para tratarme como si fuera un animal y decirme cuando respirar.—Me atreví a decir con el riesgo a que me mate en ese instante.

Únicamente se mantuvo frente a mi observándome y finalmente volvió a moverse colocando sus manos a ambos lados de mi cuerpo e instintivamente hice un espacio entre mis piernas para que el se acercara más.

—Conoce tus límites.—Dijo en un murmullo pues era el volumen adecuado para la cercanía que teníamos.

Sin pensarlo demasiado, llevé mis manos detrás de su cuello observando su mirada tan amenazante que me hizo sentir una corriente recorriéndome.

—¿Alguna vez me haz mirado de la misma manera en la que yo te miro a ti?—Susurré mientras acariciaba su cuello.—¿Te das cuenta de que estoy locamente enamorada de ti desde que tengo memoria? ¿De que soy capaz de todo por ti?... No me importa nada, solo quiero estar contigo.

Cansada de su silencio me incline para así besarlo, no era una experta pues nunca antes había besado a alguien pero sabía que el no me apartaría, al contrario parecía estar disfrutando de mis labios como yo de los suyos, un suspiro salió de mi cuando sentí una de sus manos en mi muslo acariciándome con tanta delicadeza que creí que estaba soñando, pero mi sueño no duro mucho pues se detuvo bruscamente alejando sus labios de mi.

—Ve a dormir.—Pasó sus manos por debajo de mis brazos para así cargarme y bajarme del mesón dejándome en el suelo.—Esta vez hablo en serio.

No me queje, al menos me iría a dormir luego de haber probado sus labios por primera vez y me aseguraría que no fuese la última.

Obsession |Peter Ballard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora