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Estaba desorientada, asustada y con ganas de gritar hasta desgarrar mi garganta, me habían encerrado de nuevo y no había sabido nada de Peter desde ese momento.
—No haz comido nada de lo que te traen.—Mi vista se dirigió al guardia que abrió la puerta quien habló con seriedad dejando otra tanda de comida.
—No pienso dar un solo bocado hasta ver a Peter.—Le di la espalda.
—¿Si te digo cómo está vas a comer?
—Dos cucharadas.—Me puse de perfil.
—Que sean cuatro de las grandes, ahora.—Insistió extendiéndome la cuchara.
Bufando caminé hacia el tomando el plato y agarrando así comida metiendo la primera cucharada en mi boca, sentí pronto desagrado, abstenerse a la comida y volver a probarla luego de días no había sido buena idea.
—Ya ha despertado...—Empezó hablar expectante a que tomará la segunda cucharada.—Dicen que se recuperará de su "Castigo".
—¿Que le hicieron?—Empalidecí.
—La tercera.—Miró mi cuchara y seguí su orden.—No puedo decírtelo pero es un milagro que este vivo después de todo eso...
Finalmente tome la última cucharada ingiriendo así la comida.
—Van a matarlo.
Deje caer el plato derramando el resto de la comida.
—No... No pueden.—Sollocé.
—Lo siento, fueron las órdenes de Brenner.—Agarro la manija de la puerta dispuesto a cerrarla.
Usando mi poder lo detuve.
—Tres, no hagas algo de lo que te puedas arrepentir.—Frunció el ceño notando mis intenciones.
—Lo siento.—Hice que su cuerpo saliera expulsado adentro de la habitación.
Cayó inconsciente luego de golpear una pared, rápidamente extendí mi mano haciendo que su tarjeta de identificación volara a mi, cerré la puerta detrás de mi. Conocía a la perfección este maldito laboratorio, el problema ahora era encontrar a Peter sin que me descubrieran, cuidando cada paso que daba mire adentro de algunas habitaciones.
—¿Tres?
Cubrí mi boca para no gritar, a mis espaldas estaba mi hermana pequeña y al parecer una sobreviviente del ataque del rubio.
