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⠀ en un mundo donde a la gente le gusta pasar los fines de semana emborrachándose y teniendo sexo; unos jóvenes deciden olvidarse de todas sus preocupaciones y ser quienes son, sólo por una noche.
y había un lugar donde podías hacer precisamente e...
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the most handsome stranger
las calles estaban repletas. de todas partes, adultos jóvenes disfrazados se abrieron paso por las calles, persiguiendo el olor a alcohol y la música. las conversaciones en voz alta y sus risas resonaron a través de la fría noche. sin embargo, nadie sentía frío. el impulso sexual y la adrenalina calentaban sus cuerpos.
en cambio, frente a una tienda se formó una larga fila. la gente allí vestía mejor, susurraban entre ellos y parecían de alguna manera... extraños.
minho y jisung estaban entre esa multitud. a diferencia de el resto, los dos temblaban por todas partes.
-no podremos entrar allí-. jisung apretó entre dientes, sus brazos envueltos alrededor de su cuerpo delgado.
-sí, podemos... -murmuró su amigo, meciéndose de un pie al otro. el frío vino fácilmente bajo la tela roja oscura de su blusa y se arrastró alrededor de la piel desnuda de minho. se sacudió.
-no, no lo haremos, mira-. jisung hizo un gesto en dirección a una mujer. parecía una modelo de un anuncio de perfume de dior, pero caminaba penosamente por el asfalto de adoquines, alejándose de la tienda, con los tacones en una mano; ella fue rechazada.
no hubo tiempo para mirarla mientras la gente avanzaba delante de ellos. solo quedaban unas pocas personas entre los dos y la entrada al supuesto paraíso, incluido un gorila bien construido de dos metros de altura.
-minho...-, se quejó jisung, arañando el brazo de su amigo, cortando sus uñas recién arregladas en la parte superior del brazo.
-honestamente, esta fue tu idea-, dijo este último, quitando su mano de sí mismo. -no me rendiré la próxima vez, realmente no lo haré-. con un resoplido, alisó su atuendo. ¿cómo diablos se había dejado convencer de esto?
minho ignoró el gruñido del rubio y dejó que su mirada escaneara brevemente su entorno. a su lado, estaba la cinta de barrera negra y, por el otro, la pared negra de un metro de altura del edificio, sin una sola ventana a la vista. en letras grandes y anticuadas, el letrero "olympus" destellaba brillantemente en la noche.
olympus... el tan famoso club, que había estado abierto en su ciudad desde hace unos meses. desde el principio de su época, todo tipo de rumores circulaban por el lugar, desde tráfico de drogas hasta orgías, se hablaba de todo.
y sin embargo, minho estaba aquí, a solo unos minutos de la entrada de dicho club.
-me veo bien, ¿verdad?
-como siempre ji, como siempre...
aunque no tenía ganas, le sonrió a su amigo y acarició su espalda expuesta una vez tranquilizadoramente.
-por dios, tus manos están frías -el otro retrocedió ante su toque.
-no es mi culpa que estemos aquí-. minho retiró la mano ofendido y trató de meterla en el diminuto bolsillo de su pantalón.
