Capítulo 30

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Los tres se pusieron a pensar en qué deberían hacer ahora. Tenían que actuar rápido, ya que la hora de la quedada era pronto.

-Podemos hacer lo siguiente -rompió el silencio Martijn-. Leonor y yo quedaremos a la hora y lugar que acordaron como si nada. Supongo que tenían pensado tenderos una trampa y estarán escondidos en algún sitio. Alexia, serás la encargada de encontrarles, una vez los veas debes hacerte la loca y decir en voz alta que qué hacen allí, etc. Vas a ir vestida en chándal, por si preguntan decirles que vas a ir a coger un balón para jugar un rato.

-Y allí ya le sacamos la información. Es un plan maravilloso -respondió Leonor.

-Manos a la obra -finalizó la holandesa con una sonrisa ladeada.

Tras prepara el plan de contrataque a la perfección, llegó la hora de la supuesta quedada. Leonor llegó primero y unos minutos más tarde llegó Martijn con una sonrisa actuada. Tanto los amigos de la española como los de la holandesa estaban escondidos tras unos materiales de obras que había a una distancia considerable.

A Leonor no se le daba para nada bien actuar, ya que desde pequeña se le enseñó a mantener la postura en actos públicos, pero no fingir una relación sentimental mientras tus amigos y tu verdadera pareja te están observando.

-¡Hola cariño! -dijo Martijn nada más llegar.

Leonor mostró la sonrisa más forzada que había hecho nunca y respondió lo mismo pero con menos efusividad. Ella sabía perfectamente que la intención de Martijn era que los otros lo escucharan, sin embargo, a ella no le salía responderle de la misma forma con tal naturalidad.

Cuando el holandés se plantó en frente de Leonor, se inclinó para darle un beso en la mejilla, pero en realidad se acercó a su oído para decirle en un susurro:

-Sé que no quieres hacer esto, pero tienes que poner un poco de tu parte para que funcione -la rubia sonrió con más entusiasmo y asintió.

-¿Cómo te ha ido el día? ¿Para qué querías quedar aquí? -siguió con el diálogo Martijn.

-Ah... creí que habías sido tú el que me había escrito.

Mientras Leonor y Martijn mantenían esta conversación, Alexia se dedicaba a buscar por los alrededores a sus supuestos amigos. De vez en cuando, se desviaba de su principal función para echar un ojo a Leonor y Martijn porque aunque confiara en su amigo, ella sabía sus verdaderos sentimientos por la española.

La situación se le hacía cada vez más rara, pero divertida y no veía el momento en el que esos dos anunciaran su "separación".

La holandesa en ese momento llevaba un chándal e iba caminando como si nada, mirando en todos los rincones habidos y por haber a la redonda.

Miraba el móvil de vez en cuando para subir puntos a su flamante actuación, hasta que escuchó unos murmullos tras unos materiales de construcción a una distancia medianamente cercana a la de Leonor y Martijn, la cual estaba a su vez algo cubierta por los árboles que había en los alrededores.

Alexia sabía que su momento había llegado y sacó a relucir todas las clases de actuación que había tenido de niña y su talento natural para el show y el espectáculo.

-¡Oh Dios mío! ¿Chicos? ¿Sois ustedes? Pero qué demonios... -dijo exageradamente Alexia.

Martijn y Leonor buscaron con la mirada a Alexia y vieron que estaba con cara de sorprendida a unos metros de ellos, mirando detrás de los dichos materiales de construcción.

-¿Alexia? ¿Qué ocurre? -preguntó esta vez Leonor.

-Están aquí nuestros amigos escondidos y no sé qué hacen -respondió Alexia recalcando el nuestros. Los cinco amigos salieron del escondite con nerviosismo y avergonzados.

A Dos Coronas de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora