veintidós

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Estoy sentada en la cama cuándo él se arrodilla frente a mí y toma una toalla mojada en sus manos

Limpia el raspón de a poquito, lentamente, tanto que el ardor casi ni se siente. No deja rastros de la sangre que hace unos segundos se encontraba en mi rodilla, y luego le saca el envoltorio a la curita

Lo miro casi hipnotizada, porque se lo nota concentrado, y aunque parezca casi imposible, eso lo hace verse más hermoso de lo que ya es

Larga una risa cuando ve el diseño de la bandita

-¿Hello Kitty?

-Son tiernas- excuso y vuelve a reír- ¿Sabes? Cuando era niña, me daba miedo ponerme curitas, solo lo hacía cuando tenían algún dibujo

-¿Por qué le daban miedo?- yo levante mi hombros, porque no hay una respuesta a eso

-Me daba miedo todo- reí mientras el posaba la curita en mi herida

Me mira un poco, y vuelve a bajar la vista, como si me estuviera pidiendo permiso para hacer algo de lo que todavía no soy consciente. Acerca su rostro a mi rodilla, y se me escapa una pequeña sonrisa cuando, al terminar, deja un beso por encima de ella

-Hubieras sido un buen doctor- digo y ríe

-Creo que soy mejor músico- bromea

-No le pongas duda- río y mira hacia la ventana

-No ha parado de llover ni un poco- comenta

Me levanto de la cama y camino hacia allí. La lluvia golpea el cristal, con una fuerza que jamás había visto en mi vida. Sin embargo, la oscuridad del cielo jugaba a hacer un hermoso contraste con las gotas que se quedaban posadas en la ventana

Hago un click mental, porque es digno de congelar el momento en una fotografía

Tengo la cámara a unos pasos de mi

Pero no voy por ella

Como si fuera un acto totalmente telepático, veo a mis espaldas a Juan Pablo levantarse y dar unos pasos al escritorio, para luego acercarse a mí con la cámara en mano

Lo miro cuándo está a mi lado, y la extiende hacia mí

La observo con un poco de duda, pero siento un cosquilleo extraño en la mano y la agarro, ese que sentía hace algún tiempo atrás

Ese al que dejé de darle importancia

La enciendo, y luego la alzo hasta mi mirada, enfocando lo que hace unos segundos me encontraba apreciando

Me detengo en la escena unos segundos y ese cosquilleo desaparece

Un malestar aparece en todo mi cuerpo, y mi ceño se frunce sin ni siquiera haberme dado cuenta

Sin hacer ni una sola foto, la bajo

Y la apago

-¿No sacó ninguna?- pregunta

-No- contesto simplemente

-¿Por qué no?

Y tan solo alzo mis hombros

-No todo se arregla con levantar los hombros ¿Sabe?- dice y yo río bajito

-Es una tontería- respondo sin darle mérito

-No es una tontería, todo lo que sienta, no lo es- trago con fuerza cuando sus ojos no se despegan de los míos- ¿Por qué no saca fotos?

Su voz se vuelve tranquila, baja, casi como un susurro. Y es la tormenta la que recae en la habitación

-No lo siento- respondo- Antes sentía algo cuando sacaba fotos, que ahora no

-¿Qué sentía?

-No lo sé, algo raro- digo- Pero si se que todo fluía sin necesidad de forzarlo. Estaba segura de lo que hacía, y aún si no lo estuviera, me sentía bien

-¿Lo siente con la medicina?- pregunta

Me quedo callada

Seguramente él ya sabe la respuesta, y aunque trate de negarlo, yo también la sé

-¿Por qué queres saber?- pregunto casi en un susurro, porque siento un nudo creándose poco a poco en mi garganta

-Porque quiero conocerla, Agos- corre un mechón de cabello por detrás mi oreja- Pero no puedo hacerlo si usted no me deja

-No creo que sea muy interesante conocerme

-Más de lo que cree- afirma asientiendo- Venga aquí

Extiende sus brazos

Mi vista hace un vaivén nervioso de su torso a su cara, doy un pequeño paso para acercarme y envuelvo su cintura con mis brazos. Mi cabeza queda apoyada en su pecho y ahora me doy cuenta que escucho dos cosas al mismo tiempo:

La lluvia y los latidos de su corazón

Necesito quedarme así un largo rato más

Necesito que se quede

-Hace un rato dijiste que eramos amigos- digo y su pecho se mueve al son de una risa

-Lo dije

-¿Lo somos?

-Lo somos

-Entonces, como su amiga ¿Puedo pedirte qué te quedes acá hasta que te vayas a Bogotá?

Hay unos tres segundos de silencio agónico hasta que decide hablar

-Como su amigo, le digo que no quiero irme

-Entonces quédate

-Okay

Souvenir- Juan Pablo IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora