—Señor Bourdain, Sullivan y yo nos hemos fijado en Barbara, salía llorando. ¿Qué había pasado? —preguntó chismosa Monica.
—Oh nada, no se preocupen. Se ha emocionado por la tragedia de su amigo... —inventó rápidamente Theodore.
—Pues ha tenido que emocionarse bastante, como se lamentaba... —figuró Sullivan.
—Bueno, la charal constará de una hora aproximadamente. Empezaré contigo, Monica, y luego con Sullivan —sonrió Theodore mientras miraba la lista. —Monica, cuando termines puedes salirte o esperar a Sullivan.
—¡Perfecto, Theodore! Me quedo.
—Empezaré justo por eso: ¿Vosotros os conocíais fuera del crucero o ha sido todo amistad interna?
—No, todo lo que nos hemos conocido el uno del otro ha sido en el crucero.
—¿Y no le parece extraño que en un día hayan forzado una amistad tan grande?
—A mí no me parece nada extraño, solo nos hemos gustado a primera vista y ya. ¿Cree que voy a mentir en eso?
—Non, non, yo no digo nada... —relajó Theodore. —Monica, ¿conocía usted a William Myrtle?
—En absoluto, no entablé ninguna conversación mientras estaba vivo.
—Eso ha sonado muy fuerte. En fin, si tuviera que votar por quién fuese el asesino, ¿a quién diría?
—Eso es estúpido, Theodore. No tengo ni la mínima idea sobre quién ha podido haber sido. De lo poco que me acuerdo de ese rechoncho hombre era que se juntaba a risotear fuertemente con Barbara, Adela o algo así, y con Bruce.
—Se llama Adelaine, señorita Anderson, Adelaine Cypers.
—Eso mismo, sí. Lo tendré en cuenta.
—¿A qué viaja exactamente usted a Nueva York?
—¿A qué? Pues a trabajar en un hospital.
—¿Cuál es su trabajo?
—No puedo decirlo, señor. Quizás me entiende mal.
—Dígalo, por favor, todo lo que hablemos aquí los cuatro no saldrá de estas paredes, lo aseguro.
—Vale, confío en usted. El hospital tiene una planta subterránea que si me han informado bien, hay un laboratorio. Sé que las mujeres como tal no pueden ser científicas, tampoco hay carteles que lo digan pero... Mi sueño es ser científica, si tan solo Dios pudiera
—Eso me parece muy interesante, Monica. Usted lucha por los derechos oprimidos de las mujeres en esta época. Me enorgullece saber que hay mujeres como usted que ligan con hombres sin ser putas.
—¡¿Me está llamando puta por estar con Sullivan?!
—Yo no he dicho eso
—¡Sí lo ha dicho! —dijo Sullivan.
—¡Pues a mí me parece que no! —añadió Herbert.
—Bueno, pasamos de pregunta. Lo siento si le ha molestado algo, señora
—Sí me ha molestado, sí.
—¿Tiene conocimientos en Ciencias y en Medicina?
—Sí, Theodore, sí. Terminé la carrera de Medicina recientemente, hasta que las Ciencias me abrieron los ojos hace varios meses atrás.
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Muerte en el crucero
Gizem / GerilimCuando el Golden Revenge sale del puerto de Londres en dirección a Nueva York, todo es perfecto: música agradable, invitados sofisticados, comida exquisita... Pero un asesinato causado en medio del bullicio desagrada a los invitados. El maestro dete...