6. El reino

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Stella me trataba de convencer de que mi vida aquí sería mejor, de que el tal Peter es una buena persona, pero mientras más me habla sobre él más odio le siento. ¿Cómo es posible que una persona mande a comprar a otra para poder así heredar el trono y corona? Eso es algo que no me cabía en la cabeza.
Ahora nos encontramos en el castillo donde pasaré parte de mi vida.

-Te llevaré a tu habitación, te bañas y cambias para que puedas bajar a cenar y luego te vayas a dormir y mañana te dé un recorrido por Londres y por último en el palacio, ¿está bien?- me dijo ella con la última esperanza que le quedaba. Yo asentí y caminamos una planta arriba, de ahí recorrimos varios pasillos y por fin se paró frente a una puerta de color marrón. Observé detenidamente el pasillo: el color de las paredes era un amarillo pálido con franjas color vino, en el centro se encontraban 2 espadas con un escudo que luego me pondré a analizar bien; habían pinturas de personas con un carácter duro (principalmente el de los hombres porque las mujeres sonreían). Me pregunto si yo sonreiré algún día como ellas estando al lado del hombre más repugnante de la historia...- Bien, ¿qué te parece?- la puerta ya estaba abierta y ella se hizo a un lado para que yo pudiera apreciar la habitación. Es una habitación hermosa, no me puedo quejar; caminé unos pasos para entrar y me dí cuenta de que es muy espaciosa, su decoración y pinturas son formales (detalles en color negro que combinan a la perfección con las paredes blancas).- Te daré...-hizo una pequeña pausa y me giré a ella- una hora, ¿te parece perfecto?

-Claro- contesté, sinceramente no me queda de otra-.

-Por favor- se me acercó- no intentes escapar- sentí dolor en aquellas palabras-.

-No lo haré- me miró no muy convencida. Aunque suene raro ella es la buena persona, entiendo que solo recibió ordenes para llevarme allí, y por lo tanto no debo guardarle rencor a ella.- Te doy mi palabra- la tomé de ambas manos y le regalé una pequeña sonrisa, ella suspiró de alivio-.

-Aún no me has dicho tu nombre- la miré a los ojos, es verdad, no se lo he dicho-.

-Grace McClaire.

-Bien señorita Grace, demonos prisa puesto que tengo el tiempo encima- reímos y se fue, no sin antes decirme que en un momento llegarían personas a atenderme-.

Un regalo para PeterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora