18. Es hora de volver al palacio

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Desperté alrededor de un árbol. Mi espalda me duele al igual que mi cuello. Volteé a mi izquierda y me dí cuenta de que ya no estaba nada, ni la carpa, ni Fidel, ni Jason. Solo quedaban las cenizas de la madera por culpa de la fogata. ¿Me habrían dejado? No lo creo. No serían capaces...¿o sí? No, Fidel nunca me dejaría sola a ma mitad del bosque.

-¿Eso es todo lo que tienes? Ja.- Oí que decían algo lejos de mí. Me paré del suelo y comencé a caminar por el lugar, cuanto más caminaba, más cerca se oía la voz.- ¡Anga!- gruñó para luego rasguñar el árbol con una espada, Fidel lo veía, echado, con mucha atención.-

-Con que...-me paré al lado del Fidel y este se puso en pie, poniendo en forma tensa sus músculos y relinchando para luego medio trotar y al fin estar se en paz a mi lado. Jason se giró hacia mí y me hizo una reverencia.- Oh por favor, déjate de eso, Jesy.- Él rió sin gracia y dejó su espada en el piso, alzó las manos en forma de rendición, yo le sonreí y él me devolvió el gesto-.

-Está bien, como la princesa Grace lo decrete. Dígame, ¿qué le trae por acá? ¿A caso va a volver a intentar escapar de su destino?

-Con que te gusta el esgrima.- Dije cambiando mi expresión en el rostro e ignorando totalmente sus cuestiones anteriores. Él notó aquello y soltó un suspiro que indicaba que ni hay otra opción, así que recogió su espada y las demás cosas que tenía fuera de un bolso de tela sencillo para ser quien es.-

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-Pero ¿¡en dónde estabas!?- me gritó Stella notablemente enfadada. Loretto yacía a su lado con una mirada preocupada pero una postura calculadora. Jason estaba al lado del sillón individual donde estaba Stella antes de explotar y comenzar a gritarme por mi falta de ética y atrasar con sus planes. Yo, en cambio, estaba parada al frente (no, no me habían ofrecido un asiento, porque, pienso yo, que no lo merezco después de mi bajeza y cobardía) de Stella; el rojo de su cara combina bien cos el de su cabello, ambos naturales. Mi postura era tal como la de una niña pequeña que sabe que ha cometido el peor error en su vida (y con 'peor error' me refiero a comer caramelos antes de haberse servido la cena), pero mi cerebro me decía que no me riera, porque por dentro sé que fue una gran travesura.- ¡Contesta!- exigió. Jason se tensó y se cruzó de brazos, sus labios estaban ligeramente apretados, su mirada era penetrante.-

-Yo... Yo...- ¿Cómo explicarlo?-

-Has levantado muchos rumores en el reino, si estos llegan a los oídos del rey o la reina, tú, yo y tu familia estarán en un peligro del que será difícil huir, ¿lo entiendes?- cada que se acercaba a mi, a penas unos milímetros, sentía que debía correr lo más lejos posible. Pero al oír que si los rumores llegan a los reyes, estaríamos en problemas (ella, mi familia y yo) me puse nerviosa. ¿Serían capaces de hacerlos pagar por mis malas decisiones? Bueno, si fueron capaces de comprar a una muchacha, son capaces de cualquier cosa.-

-Yo pienso que deberíamos de borrar este "mal entendido" para así callar los rumores de los plebeyos.- Intervino Loretto-.

-Pienso igual que él- apoyó Jason con la voz más ronca y fría que le he oído. No encajo aquí, en esto, en lo que quieren que me convierta. Desde un principio lo sabía Stella, Jason, el rey, la reina, y todos los que saben de esto, seguro que hasta Peter lo sabe.

Un regalo para PeterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora