Llegué con tanto alboroto y tanta prisa a mi habitación que estuve varios minutos sacando y poniendo ropa sin percatarme de la presencia de Eleanor. El armario, pegado a la puerta, miraba hacia la cama, la cual se situaba en el centro de la habitación, y miraba ésta al balcón. Entonces, no pude ver a la muchacha, que se encontraba desparramada en el sillón, en la otra punta de la habitación, hasta que volteé hacia la cama para apoyar algo.
Pegué un pequeño grito, el cual fue correspondido por ella con una risita.
Seguía semi acostada en el asiento.—¿Eh?
-Vaya, vaya, linda, parece que hay problemas conyugales. Cuéntame, belleza. El método freudeano nunca falla.-dijo, y echó a reír a carcajadas. Pasada la tentación, se incorporó con agilidad y me invitó a sentarme en la cama. Lo hice, considerando la alta probabilidad de estar tratando con una demente.
-Bueno, Eleanor, tu hermano no parece estar en sus cabales. Al parecer le gustan los hombres.-dije, haciendo una involuntaria mueca de disgusto; lo hice por puro compromiso.
-Y a mi me gustas tú, linda, sin embargo estás con mi hombre.-dijo ella. Ejecutó una sonrisa que yo interpreté como signo de remoto y profundo entendimiento.
Mi curiosidad rebalsaba. Comenzaba a percatarme de que todos los sucesos de esa habitación quedarían allí; la muchacha me amparaba.-Sin embargo—prosiguió—, no quiero realizar una oda a toda esta idiotez que yo misma conformo, si mi revolución pronto se transformará en... Bah, no me entenderás, es tiempo histórico, pero, ¿qué más da? Disfrutemos del momento, supongo. Y creo que debería afinar ese discurso, en mi viaje eterno...—suspiró...
Me paré y la observé desde arriba
sus negros, opacos ojos ardientes.
y vi su mirada sin fin.
Nadie conocía aquella beldad más que yo.Eleanor rió como una loca y se puso de pie. Me besó en la boca con frenesí y exclamó, frente a mi elocuente semblante de instintivo, o sea, psicológico pavor:
-¡Amore! Váyase con su marido, y sea feliz. Aquí estaré yo si me necesitan. ¡Quizá incluso en la misma habitación! -Cerró mi equipaje, me lo puso en la mano y me echó del cuarto con un empujón, harto característico de su díscola personalidad.
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Jane Baudelaire
Historical Fiction1925. Jane Baudelaire, joven campesina, tras conocer a un muchacho por cartas enviadas al azar, acaba en un desdichado hogar donde su género amerita ciertos tratos inhumanos. Inconforme, comienza un apasionado adulterio con su vecino, cuya finalidad...