Capítulo XXXV

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-¡Vivan los novios!- Gritaban nuestros invitados a la salida de la ceremonia.

Eric y yo pasamos por el medio de todos con nuestras manos entrelazadas y unas sonrisas de oreja a oreja.

Poco tardamos en llegar al lugar donde se daría tanto la comida como la fiesta y ahí empezó el desmadre. Disfruté como loca de los bailes, de los invitados, pero sobretodo de mi marido.

-Te quiero Sar, más que nunca.-Susurró el catalán en nuestro baile nupcial.

Y es que no había mejor canción que Halo de Beyoncé para describir lo que ha sido nuestra relación, y es que todos mis muros se derrumbaron para dejarle entrar y poder ver su halo todos los días de mi vida.

Y ese fue uno de los momentos más emotivos de la noche, pero no se quedó atrás cuando nuestra gente preparó un video con toda nuestra historia y nos lo enseñaron en ese mismo momento. Lloré al ver a mi padre, tan feliz como siempre y la genial relación que tenía con Eric y fue cuando me di cuenta, mi padre me había guiado hasta él otra vez, porque sabía que nunca encontraría alguien mejor que Eric.

Sira y Valeria también fueron una pieza fundamental en el día de hoy y es que no me dejaron sola ni un instante, listas para cualquier incidente, pero sobretodo las almas de la fiesta.

Y el día acabó en la madrugada, prácticamente en el amanecer después de horas y horas de celebración, poníamos punto y final a nuestro gran día y de la mejor forma, con una noche reservada en un maravilloso hotel.

-Sar, ha sido uno de los mejores días de mi vida sin duda.- Sonreí y bajé la vista al anillo que adornaba nuestras manos entrelazadas, justo acabábamos de llegar y ya nos habíamos puesto cómodos.

Y es que solo llegar al cuarto, necesitábamos un rato de abrazos, de sentirnos unidos, porque las emociones del día de hoy seguían a flor de piel.

-Eric, tengo un último regalo para ti.- Fui hasta la maleta y saqué una caja blanca con un gran lazo dorado.

-Pero nena, si suficiente hemos tenido hoy, no hacía falta.- Me senté a su lado y observé como quitaba el lazo.

Esos segundos para mí pasaron en cámara lenta, cuando levantó la tapa de la caja y vio lo que había en el interior se puso a llorar y yo con él.

-¿Estás embarazada?- Asentí.

Y es que hacía un par de semanas unos mareos y unas nauseas activaron todas mis alarmas, aunque pensé que era mi forma de gestionar los nervios de la boda, Valeria me compró un test para salir de dudas y cuánta razón tenía.

No había cosa que me emocionara más que aumentar la familia, y es que la vida con Leo ya era una alegría, pero sentía que me faltaba vivir esa experiencia del embarazo junto a él, poder ver las ecografías juntos, que me sujete la mano el día del parto y que se desvele conmigo las noches que el bebé llore.

-¿Estás feliz?- Le pregunté.

-Más que nunca Sar, eres la mejor mujer que un hombre puede tener.- Se abalanzó sobre mí para fundirnos en un precioso abrazo que acabó en la mejor noche de bodas que podríamos haber pedido.

...

Nueve largos meses de espera donde sentía que iba a reventar y es que este embarazo fue completamente diferente al primero, la pequeña Lia era una rebelde sin causa, a diferencia de su hermano mayor.

Lia, un nombre que tenía un gran significado para nosotros, primero, que tenía las mismas letras que el apodo que le tenemos a Alicia, y segundo el significado, la portadora de buenas noticias y es que así era, esta niña fue la gran noticia que acabó de completar todo lo bueno que nos estaba pasando.

NUESTRO PEQUEÑO SECRETO/ Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora