Capítulo IV

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-Sara, no quería preguntarte esto, pero ¿Quién es el padre de Leo?- Su cara estaba desencajada, parecía haber entendido el punto de esta quedada.

Dejé la bandeja sobre la mesa y me senté en el sofá, cogí a Leo en brazos y le senté en mi regazo.

-Eric, no quería decírtelo así, me he imaginado mil y una veces esta conversación, pero nunca he llegado a armarme de valor para...- Me interrumpió.

-Es mío ¿Verdad?

No pude responderle, me digné a asentir con la cabeza y bajar la mirada. Me sentía avergonzada, muy avergonzada, por no haber afrontado esta situación antes.

-¿Por qué no me lo dijiste Sara? Merecía saber que estabas embarazada de un niño mío.- Estaba dolido y no le culpo.

-Pues no lo sé, tenía miedo y no sabía afrontar esta situación, no sabes lo que me costó asimilarlo a mí y mucho más saber que lo haría sola.- Empecé a llorar.- Tú estabas creciendo, entrando en la primera fila del fútbol y sé que esto te hubiese hundido, no quería esto para ti, Eric.

-Sara, ¿De verdad crees que te hubiese dejado sola en esto? Es mi hijo, obviamente hubiese estado ahí para ti.- Se pasaba las manos por el pelo nervioso.

-No necesitaba ayuda Eric, necesitaba sanar todo lo que nos había pasado y eso significaba separarme de ti como fuera, y si te lo contaba no podía hacerlo.- Limpié mis lágrimas rápidamente y dejé a Leo sobre su alfombra de juegos.

-No sabes lo egoísta que suena eso Sara.- Negó con la cabeza.- Me has escondido durante dos años que tengo un hijo, ¿No te parece muy fuerte?

-Claro que es muy fuerte, y soy plenamente consciente de ello.- Sorbí mi nariz.- Soy la primera que me he machacado por no habértelo dicho pero no he sabido hacerlo y lo siento, lo siento demasiado Eric.

Oí un chasquido de lengua por su parte y unos brazos me rodearon.

-Ahora estoy aquí Sara, para lo que necesites pero sobre todo para lo que necesite Leo, porque aunque hayamos perdido dos años, quiero que me reconozca como su padre y darle todo aquello que no he podido hasta día de hoy.

-De verdad que lo siento Eric, no quería que te enteraras así, ni mucho menos que te sientas presionado por esto, yo puedo sola.- Me separé de sus brazos y limpié mis lágrimas.

-Sara, no es cuestión de que te apropies de esta carga, un hijo es cuestión de dos y aunque sea dos años después, Leo merece tener a su padre también con él, y lo voy a estar, te lo prometo.

-Tu madre va a matarme.- Intenté quitarle hierro al asunto y pareció funcionar, porque Eric se estaba riendo.

-Oh vamos, sabes que mi madre te adora.- Me miró.- Puede que te tenga algo de rencor por no habérselo dicho, pero no va a matarte.

-Claro, porque plantarme en su casa a decirle "Hola Judith, estoy embarazada de tu hijo pero él no sabe nada" era un plan genial.-Rodé los ojos.

-Ya sabes que siempre dijo que la madre de mis hijos debías ser tú.- Sonreí al recordarlo.- Y cuando te fuiste me lo siguió recordando, que lo sepas.

-Pues no iba muy equivocada.- Sonreí.

Sentía como que un gran peso de la mochila que llevaba cargando se había disipado. Todos esos miedos a su reacción, al abandono y al tener que afrontar esto sola acababan de resolverse. Y sí, ahora sí que me arrepiento de no habérselo contado antes viendo su reacción, pero supongo que ahora ambos somos más maduros, esta noticia con dieciocho años fue un gran golpe y para él también lo hubiese sido.

NUESTRO PEQUEÑO SECRETO/ Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora