Capítulo XXV

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Hoy día treinta Ferrán y Sira se habían ofrecido a ser los niñeros de Leo para que Eric y yo nos fuéramos a cenar, todo fue idea de la pareja, que tienen complejo de club de fans de nosotros y quieren por activa y por pasiva que volvamos.

-Pasadlo bien ¿Vale?- Sira dio un beso en mi mejilla antes de que bajara al salón, donde el catalán me estaba esperando para irnos.

La novia del valenciano se había empeñado en que me pusiera un vestido de manga larga y un escote de vértigo verde esmeralda, según ella me hacía un cuerpazo y para que mentir, me sentía una diosa con él.

Además, se había encargado de hacerme ondas y yo me sentía como una adolescente en su primera cita y no era para menos.

Cuando bajé, los dos futbolistas callaron de golpe, observándome bajar las escaleras con las mandíbulas en el suelo.

Tengo que admitir que Eric estaba guapísimo, se había puesto una camisa blanca con el primer botón desabrochado y unos pantalones negros que le hacían un cuerpo de escándalo.

Y ya ni hablamos de su pelo perfectamente peinado y las lentillas que se había puesto para no llevar las gafas.

-Estás increíble.- Se acercó para darme un abrazo y yo lo acepté.

-Tú también estás muy guapo.- Rodeé su cuello con mis brazos.

-Anda, dejaos de tonterías, el taxi os está esperando fuera.- Ferrán nos avisó y después de despedirnos, también de Leo, y coger nuestros abrigos salimos.

Una vez Eric le dio al taxista la dirección del restaurante, emprendimos un viaje corto y callado, pero las miradas lo decían todo.

-Ese vestido te queda...Buf.- Bajó la mirada al escote y yo rodé los ojos.- No te rayes Sar, el taxista es inglés, no nos entiende.

-Eres un pervertido.- Miré a la ventanilla para evitar que viera como se me subía el color rojo a las mejillas.

-Me encanta que te pongas nerviosa.- Rio y volví a mirarle.- Aunque después de lo de hace tres días, no sé de qué te escondes.

-Eric por dios, cállate.- Rio más y ya dio por finalizado su vacile.

Cuando llegamos al lugar y pagamos al taxi, Eric fue directo a entrelazar mis dedos con los suyos y dirigirnos al interior del lugar.

Este lugar me sonaba un montón, no era la primera vez que habíamos estado aquí.

-¿Te acuerdas de cuando vinimos aquí a celebrar la graduación?- Preguntó el catalán cuando nos sentamos en la mesa.

Dios claro, después de toda la ceremonia donde estuvieron tanto sus padres, mi madre y Ali vinimos a cenar a este italiano y celebrar que ya no estudiaríamos más. No pasó mucho tiempo cuando volví a España y de hecho fue mi última cena formal en Inglaterra, justo en este lugar.

En Reino Unido la educación es muy diferente que en España, las clases obligatorias se alargaban hasta los dieciocho años, cosa que en España ya haría dos años que habríamos acabado. Aquí se pasaba directamente del instituto a la Universidad y aunque Eric no quería seguir estudiando, yo sí que me lo estaba planteando, pero la ruptura a principios de temporada truncó todos mis planes.

La universidad de Manchester tenía un gran prestigio por sus estudios en Business, lo cual a mí me llamaba mucho la atención, hasta tiré mi solicitud en la facultad inglesa, pero tuve que acabar rechazándola poco después, al volver a España y enterarme del embarazo.

-¿En qué piensas?- Eric apoyó sus codos en la mesa y me miró fijamente.

-En todo lo que estábamos planeando hace dos años, todo me trae tantos buenos recuerdos.- Ladeé mi cabeza sin apartar mi vista de la suya.

-Pues planeamos un futuro muy bonito no te lo negaré, pero por nada del mundo cambiaría el que tenemos ahora.

-¿A veces no te da por pensar qué sería de nosotros si tu siguieras en Manchester y no hubiésemos roto?- Pregunté.

-Sí, no te puedo decir que no, pero es que ahora estoy donde quiero estar, que es Barcelona y te tengo a ti conmigo, ¿Qué más puedo pedir?- Sonreí ante su respuesta.- Además, si hubiésemos estado juntos aquí Leo sería inglés y como que no me cuadra.- Reí porque tenía toda la razón.

-No le pega, adora demasiado la paella.- Contesté y ahora era Eric el que reía.

Comimos entre risas, sin duda necesitábamos este momento a solas, solo hablando como aquellos dos chiquillos que se enamoraron hace ya un buen tiempo.

Al acabar la cena, Eric me dijo que tenían una mesa en la terraza, que se encontraba en la azotea del edificio y que quería tomarse la última copa allí. Me pareció un plan bastante guay, así que allí que nos dirigimos.

Pedimos un par de cócteles y nos sentamos en la mesa, que tenía unas vistas preciosas a la que fue nuestra ciudad.

-¿Sabes? Sin duda lo mejor que me ha pasado este año ha sido volver a tenerte.- Su mirada estaba más relajada, decía más que sus propias palabras.- Te eché mucho de menos y verte hizo que mi mundo girara en ciento ochenta grados.

Le sonreí y acerqué mi silla a la suya, quería estar a su lado.

-Me encanta poder volver a besarte, tenerte entre mis brazos y volver a sentir esa ilusión por la vida que tenía cuando estaba a tu lado.- Puso su mano en mi rodilla para acariciarla lentamente.- Siento que lo tengo todo Sar, todo aquello que un día soñé tener contigo, tengo al amor de mi vida, tengo un hijo precioso y el trabajo de mis sueños.

-Lo tienes porque lo mereces nene, nos merecíamos una segunda oportunidad.

-Pero me falta una cosa Sar.- Me aparté un poco y di un sorbo a mi bebida.- Sé que hasta ahora nos ha ido genial sin etiquetas pero me desespera no poder decir que estamos juntos, porque me encantaría que todo el mundo lo supiese.- Se pasó su mano por la nuca y yo dirigí mi mano a allí, para acariciar los pelitos que había en esa zona.

-¿Me estás pidiendo que sea tu novia?- Dije vacilante, tomándomelo como una broma.

-Pues sí, es precisamente lo que estoy haciendo.- Me quedé parada al ver la seriedad de sus palabras.- Que sí Sara, que quiero que seas mi chica y que nos dejemos de tonterías, porque yo te quiero en mi vida y lo tengo más claro que nunca.

Mis ojos amenazaron con aguarse y dejé mi vaso en la mesa, para poder poner mis manos a los dos lados de su cara y juntar sus labios con los míos.

-Te quiero Eric.- Dije entre besos.- Y claro que quiero ser tu novia.- Sonreímos en medio del beso y nos levantamos.

Sus manos rodearon mi cintura y las mías su cuello, para pegarnos y fundirnos en un maravilloso abrazo, juraría que fue el mejor que había tenido en mi vida.

-No sé qué has hecho en mí, pero me tienes loquito perdido.- Confesó con su cara en mi cuello.

-Pues enamorarte como lo hice hace cinco años.- Sonreí y él volvió a estampar sus labios con los míos.

-Pues ahora señora García te tocará hacer actos oficiales conmigo, como la comida del club que tenemos al volver a Barcelona.

-Primero, señora suena fatal, me pones treinta años encima y segundo, ve pensando cómo le cuentas a todos tus compañeros cómo nos conocimos.- Reí y él también.

-¿Cómo nos conocimos la primera vez?

-En realidad toda nuestra historia es una locura.- Saqué mis manos de su cuello para ir a por el abrigo, que estaba detrás de mí, aunque preferí coger el de Eric.

-Es una locura, pero la volvería a repetir millones de veces.- Me morí de ternura ante su confesión.

-Ya sabes que las relaciones más locas son las que más marcan.- Volví a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro.- Y la nuestra debía ser la más rara de todas porque a mí me tiene muy enganchada.

Y así era, dos locos que jugaron al amor y acabaron amándose sin quererlo, hasta con el tiempo el amor seguía intacto, como si de una rosa eterna se tratara, sin marchitarse y tan preciosa como el primer día.
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Un capítulo muy bonito y esperado por todos, sin duda.

¿Qué os parece que Sara y Eric vuelvan?

Volvemos a leernos a los 70 votos❤️

NUESTRO PEQUEÑO SECRETO/ Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora