capitulo 10

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Taehyung estaba en el autobús, inquieto. Camino del instituto, no hacía más que resoplar, sin saber si era por la cantidad de gente que se acumulaba en el trasporte público o por cómo transcurriría la mañana. Probablemente fuera lo último.

«El fin de semana ha sido... ¿Cómo definirlo? ¿Interesante? No, demasiado flojo. ¿Apoteósico? Tampoco tanto. ¿Exquisito, sabroso, sensual? Sí, sin duda alguna, estas son las palabras. Y ahora, ¿qué? Vuelvo a la vida real, a la vida del instituto, a la vida donde Suga es el "chulo engreído". ¿Me mirará a la cara? ¿Me escupirá? ¿Dejará pasar como si nada todo el torrente de nuevas sensaciones, caricias, orgasmos y sentimientos que hemos compartido en estos dos días?».

Sin darse cuenta, ya se encontraba frente a las puertas del instituto, esperando ansioso que llegara la hora del recreo. Y llegó. Se sentó como siempre con Seoyeon, Hana, Daehyun y Beomgyu. Estos dos últimos estaban bastante pegados el uno al otro, en opinión de Taehyung. El murmullo de voces de la cafetería descendió, y supo cuál fue el motivo. Levantando a cámara lenta sus ojos, vio a Suga, quien movía su cabeza por la sala como si buscara algo. Cuando su vista se posó en Taehyung, dejó de buscar. Se miraron durante varios segundos, sin expresión alguna en sus caras. Suga se giró y fue a sentarse a su mesa habitual.

«Bueno, por lo menos no me ha escupido».

Los minutos del recreo pasaban y Taehyung no terminaba de atreverse a mirar hacia aquella mesa. Su corazón martilleaba fuerte en su pecho y escuchaba de fondo a todos contar cómo se lo habían pasado en las fiestas. Pero sin poder evitarlo, sus ojos se posaron en él. Suga le miraba de una manera intensa y profunda. Lentamente, comenzó a dibujarse una sonrisa en su boca que se reflejó también en sus ojos. Taehyung vio que levantó un dedo hacia ella, alzando sus cejas en un gesto erótico inequívoco. Lo único que alcanzó Taehyung a hacer fue morderse los labios mientras sonreía tontamente. El día anterior le había dicho que le gustaban sus sonrisas. El muy cabrón sabía cómo ponerlo caliente.

La campana del final del recreo sonó y todos fueron a sus clases. Terminó la mañana y Taehyung se dirigió a su casa.

Al menos volvía con un buen sabor de boca: Suga no había pasado de él como de la mierda. Al día siguiente, a Taehyung le extrañó que Beomgyu no viniera. Echaba de menos al niño pegado a él, rodeado de aquella inocencia tan fresca y natural.

—¿Por qué no habrá venido Beomgyu? —le preguntó a Hana y a Seoyeon cuando se sentaron a la mesa.

Las dos se miraron, sabiendo algo de lo que él no era partícipe, y se encogieron de hombros en respuesta. Taehyung no quiso insistir, se lo preguntaría al chico al día siguiente. Se acercó a la esquina de la pared de la barra de la cafetería, que estaba bastante abarrotada de estudiantes, para pedir su café y el de las dos chicas. Mientras esperaba, notó el calor de un cuerpo muy pegado al suyo. Se iba a girar para decirle a quien quiera que fuese que si sabía lo que era el espacio personal, cuando sintió una mano posarse en su cadera y un aliento envolver su oído. Y entonces, aquella voz, que reconocería hasta debajo del agua, le susurró:

—No te muevas.

Cerró sus ojos, respirando fuerte por la nariz. Sin esperar una respuesta por parte de Taehyung, Suga metió la mano dentro de su camiseta y empezó a acariciar la parte del vientre que asomaba justo encima de sus pantalones. Se iba a desmayar de la impresión allí mismo. La concurrencia de la barra los tapaba de cualquier mirada inoportuna, y al estar en una esquina con Suga apoyado en la pared, parecía que este estaba pidiendo su desayuno.

Empezó a respirar más fuerte cuando tres dedos hicieron presión en sus pantalones, intentando abrirse paso hacia el interior de los mismos.

—Los cafés, joven —dijo el camarero, haciendo que Taehyung abriera de golpe sus ojos.

Stigma (Taegi/Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora