capítulo 4

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Aquella tarde, Taehyung no quedó con sus colegas. Caminaba de punta a punta de su habitación, mirando a la nada. Su mente repetía una y otra vez:

«¿Qué he hecho?... No entiendo qué me pasó. Yo nunca he forzado a nadie, solo cuando ha sido consentido. Pero... ¡Joder!... Sus gemidos son mejores incluso que su voz. Y su boca... Quiero probarla... ¡No! ¡Mierda! Creo que me pasé, creo que la cagué. Y para colmo, vamos a ver qué hace para vengarse, porque, ¡oh, sí!, seguro que se venga. Además de puto maricón, voy a ser un puto violador pervertido. Bueno..., siendo egoísta, dudo que vaya a ir publicándolo por ahí... Demasiado orgulloso de su hombría. Pero... ¡Me cago en la puta!».

Recorría la habitación sin descanso. Los pensamientos iban y venían. Cansado y con dolor de cabeza, se dejó caer sobre la cama. Por la mañana, en clase, ya vería cómo actuar. Y si tenía que bajarse los pantalones y hacer algo que muy pocas veces en su vida se había planteado hacer, lo haría: se disculparía, si es que existía algún tipo de perdón para un acto así.

Pero a lo largo de la mañana del día siguiente descubrió que no solo el haberse comido la cabeza hasta tal extremo había sido en vano, sino que también, "el machote", como ya había decidido llamarlo —por no utilizar un apodo tan extenso como "chulo gilipollas engreído"—, había puesto su venganza en marcha. Y el cabrón sabía dónde machacar bien a un hombre: en su ego masculino.

—¡¿Qué?!

—Pues eso... Que se cuchichea por los pasillos que "el maricón" la tiene como un alfiler.

Beomgyu, pegado como siempre a él, le contaba a Taehyung los nuevos cotilleos de los que se hacía eco el instituto. En fin, por lo menos no habían empezado a llamarle "el micro pene maricón"

«Maldito hijo de puta. ¡Y yo incluso pensando en rebajarme para pedirte perdón!», pensó Taehyung, apareciendo en su cara un leve indicio de su modo pitbull.

—¡Bah!, Déjalo. La gente sabe que la mayoría de los rumores son eso: rumores. ¡Oye! Espero que no te importe, pero dos amigos míos van a desayunar con nosotros hoy.

Taehyung prestaba poca atención a lo que Beomgyu decía. Nada más sentarse a la mesa de la cafetería, fijó su mirada en la puerta, esperando a que "el machote" apareciera para poder hincarle sus buenos dientes de pitbull.

—¡Hola! ¿Vais a venir a la fiesta de esta noche en casa de Mina?

Aquella voz provenía de una chica que llevaba un tiempo sentada a la mesa, de quien Taehyung ni se había percatado, tan centrado como estaba en su misión de exterminar al "chulo gilipollas engreído".

—¡Tae!

—¿Eh? ¿Qué?

Taehyung miró a su alrededor y vio que dos chicas y un chico le miraban interesados, sentados justo enfrente de él.

—Que Mina, una compañera de primero, celebra una fiesta en su casa porque sus padres no están. Puede ir quien quiera. Mina es así, habla con todo el mundo. Vas a venir, ¿verdad? — Beomgyu lo miraba con ojitos de cordero degollado. Y degollar era lo que quería Taehyung; no estaba pensando en fiestas—. ¡Ah! Ellos son Seoyeon, Hana y Daehyun

—Hola —dijo Taehyung, apartando la vista de ellos y fijándola de nuevo en la puerta de la cafetería.

—¿Sabes? Yo dudo mucho que la tengas pequeña, viendo el porte que tienes. Y es una pena que seas gay, porque estaría dispuesta a lamerte de arriba abajo aquí mismo.

Aquella frase sí que le hizo poner atención en los nuevos visitantes. —¿Perdona?

—¡Seoyeon! —exclamaron Hana y Beomgyu a la vez. El tal Daehyun sonrió abiertamente.

Stigma (Taegi/Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora