Stigma (Taegi/Yoontae)

capítulo 14

Durante la semana siguiente, todo fue más o menos en la misma tónica: risas tontas, partidos de baloncesto, miradas lascivas, tardes de Play, rápida mamada de extranjis en el cuarto de baño de la cafetería, paseos hacia el autobús, y cosas por el estilo.

El jueves, mientras pedía su café, sigilosamente, Suga se puso junto a él. No hizo falta que Taehyung lo mirara para saber quién era. Reconocería el olor de su chico entre la multitud que se agolpaba en la barra de la cafetería.

—Ponme un solo —le dijo Suga al camarero.

Ambos miraban al frente con medias sonrisas en sus caras, sintiendo el calor que sus cuerpos emanaban solo con la sensación de encontrarse cerca. Cuando el camarero puso los cafés de ambos sobre la barra, rozaron mínimamente sus dedos al cogerlos, intentando que aquel gesto no fuera advertido por nadie de alrededor, y se sentaron cada uno en su mesa. Pero lo que realmente no percibieron fue una escrutadora mirada procedente de una cabellera rubia que no había perdido detalle de aquel roce ni de aquellas sonrisas.

Aquella tarde, Taehyung la pasó junto con sus amigos jugando a la Play. Suga no había ido con él porque tenía que quedarse con Tana. Taehyung lo echó de menos. Aquel sentimiento de soledad que invadía su cuerpo cada vez que su chico no se encontraba a su alrededor lo ponía nervioso y un tanto irascible. Sentirse dependiente de otra persona nunca había sido su estilo. Por supuesto que le habían gustado otros chicos, y bastante, hasta el punto de quedar varias veces con ellos, pero aquella pasión, aquel afecto que empezaba a incrustarse en cada poro de su piel era completamente nuevo para él, y aún no sabía cómo abordarlo del todo.

En el recreo del viernes, Taehyung estaba de nuevo en la barra pidiendo su café. Suga y sus lacayos se encontraban justo enfrente de él, en su mesa habitual.

—¿Sabes? Se están escuchando historias..., rumores, acerca de que mi Suga está..., ¿cómo decirlo?..., empezando a batear hacia otro lado.

El giro lento de cabeza que Taehyung hizo al escuchar aquella voz, se paró en seco cuando vio de quién se trataba. Neila, la zorra rubia, estaba allí junto a él, hablándole en un tono déspota y mirándolo por encima del hombro con cara de asco, como si él fuese una mierda de perro pegada a sus zapatos de tacón rojo de ramera. Estaba tan noqueado de que aquella chica le estuviera dirigiendo la palabra, que apenas reparó en lo que dijo, salvo en una cosa: «¿Mi Suga?».

—Como tú comprenderás —siguió la chica con aquel tono soberbio—, eso es algo difícil de creer, sobre todo cuando ayer mismo me hizo pasar una de las noches más salvajes de mi vida —concluyó, poniendo una cara que Taehyung solo podría describirla como la de una auténtica puta.

Taehyung seguía observándola, intentando analizar cada una de las frases que habían salido de la boca de esa fulana. Instintivamente, desvió su mirada hacia Suga aun sentado en su mesa habitual. El chico no lo miraba, ya que estaba entretenido hablando con alguno de sus amigos.

—Así que deja tus mariconadas para los de tu especie. Ambos sabemos que mi Suga solo ha tenido una... pequeña crisis de identidad. Pero tú sabes tan bien como yo, que cuando se sacie de todo lo nuevo, volverá a lo que realmente es: un verdadero hombre. ¡Y dios! —exclamó la zorra mientras una satisfacción de furcia se dibujaba en su cara—. Con lo satisfecha que me dejó ayer, podría decirse que ese día ya ha llegado.

Y diciendo aquello, fue a sentarse justo al lado de Suga, quien sonrió tiernamente a la chica. El corazón de Taehyung se paró. Notó que por sus venas dejaba de correr la sangre, haciendo que sus pulmones no bombearan oxígeno. Lo único que vino a su mente fue que, la tarde anterior, Suga no había estado con él.

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—¿Dónde estuviste ayer? —preguntó Taehyung mientras Suga y él se dirigían a la parada de autobús, intentando poner el mismo tono de voz que si le estuviese preguntando cuál era su comida favorita, cuando en el fondo, lo que quería comerse era su propia piel a mordiscos.