[Capítulo 5]

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Desde lo sucedido aquel día, pasaron dos meses, Leonard pasadas un par de semanas había logrado resignarse a lo sucedido y aceptarlo incluso, después de todo no había nada que pudiera hacer para cambiar lo sucedido.

Continuó aceptando encargos, de vez en cuando y sin alejarse de hábitos pasados, le hacía pinturas a ciertos clientes, sin embargo en una habitación que mantenía cerrada con llave, iba guardando algunos de los retratos que hacía. Por otro lado, aquellos que eran unos completos imbéciles ya fuera con él u otras personas que viera durante sus breves salidas a la urbe, les hacía gemas; sin embargo tras otra visita al joyero pudo descubrir que el valor de las personas no lo determinaba él, sino las mismas personas, puesto que pese a todos ser gente detestable, entre los candidatos a la próxima pieza de joyería, había incluso diamantes desperdiciados en ser alguien horrible, pero diamantes al final de cuentas. 

Aunque había algo que temía, intentaba reducir al máximo el ver su reflejo, en ese par de meses de hecho era extraño que pudiera ver su propio rostro en lugar de alguno de sus ex clientes, y si bien para ese punto no le aterrorizaba, era como mínimo incómodo para Leonard.

Sin embargo, mientras realizaba la pintura de un bello paisaje montañoso que le había sido encargado, recibió una petición de una pintura, era algo peculiar, un lienzo de tamaño promedio pero las especificaciones le intrigaban, buscaba que se expresara el cambio, algo con muchas formas si se puede decir así.

Era extraño, pero aceptó el reto. Una vez concluido el paisaje que estaba haciendo, intercambió unos cuantos mensajes más con su cliente y comenzó a pintar; le tomó una semana entera terminar el cuadro, pero lo logró, concluyó el cuadro.

Fijaron una fecha para la entrega de la pintura y ambos estuvieron de acuerdo. Llegado el día, cada uno se alistó, Leonard tomó la pintura la cual envolvió en papel film para protegerla del polvo y tierra que pudiera caer sobre la misma; colocó el lienzo dentro de una gran bolsa de tela con la cual transportaba las pinturas y ya teniendo todo, se dispuso a ir a la zona acordada.

Un parque en la Avenida T, concurrido y con muchos lugares dónde comer y pasar el rato, se sentía algo incómodo viendo a su cliente en un lugar concurrido pero sabía que era lo más seguro para ambos, o para él por lo menos.

Al llegar, se sentó en una banca, escuchaba el aire soplar y chocar con las hojas de los arboles, algunos parecía que silbaban por el viento. Sintió un ligero toque en su hombro, provenía de una bella mujer de cabellos blancos y ojos azules como el diamante.

─Un gusto, soy Saira Bonnet, tú debes ser Leonard ¿Cierto? -Preguntó la mujer con gran entusiasmo y energía, cosa que tomó desprevenido a Leonard.

─ ¿Eh? Si, soy yo, un gusto... Saira... Oh es mi cliente. -Respondió con una corta risa al darse cuenta.

─Claro que lo soy, ¿esa es la pintura?

─Me siento casi atracado, pero si, lo es. -Dijo el joven riendo nuevamente.

─Oh, lo siento por eso, es que me emociona verla, ví el resto de pinturas que habías subido en redes y me emocionaba tener una. -Decía

─ ¿De verdad? -Preguntó halagado el joven.

─ ¡Por supuesto! Por eso siento si sueno algo violenta incluso, solo estoy emocionada.

─No te preocupes, entonces permíteme mostrarte tu nueva adquisición artística.

Al decir esto, sacó la pintura de la gran bolsa de tela dejando ver su contenido.

Al decir esto, sacó la pintura de la gran bolsa de tela dejando ver su contenido

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Pintor de almas - SingularidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora