Pasado ese día y tras chatear, esa misma noche, fijaron la fecha para verse. Sería dentro de una semana.
En ese tiempo, ambos continuaron con sus quehaceres diarios, Saira yendo a su trabajo y Leonard pintando ya fuese por ocio o encargos; pero intercambiando mensajes de vez en cuando el uno con el otro en los cuales si un tercero los leyese, notaría una fijación particular, como una especie de juego de dos.
Transcurrido el paso de largos días, llegó la fecha fijada, por fin había pasado esa semana y cada uno hacía sus respectivos preparativos. Por su parte, Leonard se encontraba cocinando la que sería su comida dentro de unas horas, mientras tanto, Saira se preparaba para ver a Leonard.
De esa forma y tras conducir un rato, la peliblanca llegó al departamento 4 de la Avenida K, el hogar de Leonard; tocó el timbre que apenas era un botón que emitía un pobre sonido lo suficientemente fuerte para ser escuchado.
La joven se quedó unos momentos mirando a los alrededores, la zona se veía algo vieja pero bien conservada, no había visto a muchas personas mientras subía, en realidad parecía casi que Leonard era el único viviendo por ahí.
─ ¡Bienvenida, te estaba esperando! -Dijo el pelimorado entusiasmado. ─De nuevo, muchas gracias por venir Saira.
─No es nada, sabes que me emociona ayudarte. -Respondió la joven con confianza. Se escuchaba un tono amistoso entre ambos.
─ ¿Quieres comer o prefieres ver el estudio primero? -Cuestionó Leonard.
─ ¿Vas a dejar sin comer a tu invitada tras el largo recorrido que ha hecho hasta tu morada? ¡No puede ser! -Exclamó fingiendo indignación.
─ Comida, comprendo.
Al decir esto, se pudo escuchar una risa proveniente de ambos.
─Toma asiento, es aquí. -Dijo Leonard señalando la mesa.
Saira se adentró más en la casa puesto que apenas había dado pasos dentro, y al sentarse se sorprendió entre la gran diferencia respecto al exterior, la casa poseía un estilo minimalista, limpia, bien cuidada, las paredes limpias excepto por algunos cuadros, pero sin espejos.
─Tu casa es muy linda.
─Gracias, tardó un tiempo para verse así. Cuando llegué a este lugar estoy seguro de que si dejaba la puerta abierta poco faltaría para que entraran ratas. -Comentó riendo.
─Ahora llegarían a un hotel de 5 estrellas con todo incluido.
Leonard volvió a reír mientras colocaba las cosas sobre la mesa y así servir la comida.
─Ahora que lo pienso, no tienes espejos, de hecho, nada refleja. -Al decir esto miraba a su alrededor.
─ ¿No miras películas de terror? Esas cosas durante la noche son macabras, imagina que mientras estas concentrado haciendo algo, poniendo total atención y ¡Bam! aparece alguien detrás de ti. -Se quedó callado unos segundos mientras veía el reflejo de sus ojos en el cristal del traga humo de su estufa, eran los ojos viejos y arrugados de un hombre, uno de los varios que fueron utilizados para meras piezas de joyería.
Se sentó frente a Saira y una vez ya estaban los platos servidos, quitó la tapa de uno de los recipientes que contenía la carne, dejando salir el delicioso aroma de este junto con un tenue vapor.
─Espero te guste, preparé carne de Kobe con fideos Udon, y tofu de acompañamiento. -Tras decir esto, sirvió en diversos platos las diferentes comidas.
─ ¡Huele delicioso! ¿En verdad preparaste todo? -Preguntó Saira impresionada, y aún más al escuchar el tipo de carne.
─Lo juro por mi pincel que todo esto fue hecho por mis manos. -Respondió riendo mientras tomaba asiento de nuevo.
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Pintor de almas - Singularidades
General FictionAlguien que es capaz de pintar el alma de otros a su gusto puede tener una vida de éxitos o de miseria en el camino de usar su pincel. ¿Si pudieras pintar el alma de alguien, cómo sería?