Pasaron un rato recostados, sin embargo aquel breve momento feliz debía seguir su curso y tras un intercambio de palabras, Saira salió del departamento en camino a su hogar.
A la mañana siguiente, Leonard se despertó un tanto más temprano que el día anterior, y estando más lúcido, comenzó a recoger todo lo que había quedado del día anterior disponiéndose a tirar además de las cajas de comida, pequeños tubos de pintura ya vacíos y algunos pedazos de madera que no servían.
Una vez habiendo limpiado todo, entró al baño donde abrió el agua de la ducha, ahora debía limpiarse él. Entró a la misma y comenzó a tallar su cuerpo con calma y en silencio escuchando el agua correr y el sonido de los autos pasar a lo lejos en la calle.
Al salir, se sentó en la cama y fue al mueble donde estaba toda su ropa, se colocó su ropa interior y calcetines seguido de un pantalón de lana a medida color gris con un ligero toque violeta, acompañado de un saco del mismo color; una camisa de un verde claro como sus ojos, una boina de un verde un poco más oscuro a juego con la camisa; una corbata y un cinto color negro con algunos toques de purpura y botas de color negro.
Salió del departamento tomando su teléfono celular, llaves, la caja y una mochila color negro para así comenzar a caminar fuera de los departamentos y un par de cuadras más tarde en la calle, en camino a la joyería.
Tras llegar a una de las esquinas, se quedó parado por un momento.
–Ahora que lo pienso, podría pedir un Taxi, no queda cerca la joyería. -Comentó en voz baja. Era lo primero que decía desde que se había levantado.
«Además que es tedioso caminar durante tanto tiempo en esta ciudad. ¿Debería obtener algún vehículo quizá? He oído que las motocicletas son un buen vehículo.» Pensó mientras se subía en el Taxi que había detenido. –A la Joyería de la zona centro Calle G, acera derecha por favor. -Dijo para después acomodarse en el asiento y mirar por la ventana a los grandes edificios, le gustaba el paisaje de una ciudad tan grande.
–Serían 5 Xeres. -Dijo el taxista tras llegar.
–Aquí tiene. -Leonard pagó y salió del taxi tomando su mochila y la caja.
El pelimorado entró ala joyería donde fue recibido con gran entusiasmo por el joyero quien le hizo una señal con la mano para que se acercara.
–¡Mi buen amigo! ¿Viene usted a venderme otra tanda de esas maravillosas gemas? La joyería que producimos con ellas se vende como pan caliente. -Dijo entusiasmado aquel hombre entrado en años –La gente dice que es como si tuvieran algo vivo con ellos.
–¡Ja, ja, no me diga eso! Me alegro mucho de oír eso, y tiene usted toda la razón, en esta caja traigo una tanda de gemas que nos llegó de la mina hace unos días. -Al empezar a hablar con el joyero, su semblante cambió a uno mucho más animado y simpático, muy diferente de su semblante sombrío de toda la mañana.
–Claro, déjeme revisarlas, son menos que la anterior vez, sin embargo son igual de vibrantes que las primeras, le daré 45,184 Xeres por las cuatro.
El joven se quedó pensando un momento, no estaba poniendo total atención.
–¿Cuánto perdón? -Preguntó con calma el pelimorado.
–Lo que escuchó, 45,184 Xeres por las cuatro. -Respondió el hombre mientras veía las gemas con el refractómetro.
–Está perfecto. -No llevaba demasiadas gemas puesto que tras haber comenzado las pinturas de Saira, había hecho dos pares mas de pinturas cuando le costaba dormir. –Quizá en una semana o dos venga con otra tanda de gemas.
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Pintor de almas - Singularidades
General FictionAlguien que es capaz de pintar el alma de otros a su gusto puede tener una vida de éxitos o de miseria en el camino de usar su pincel. ¿Si pudieras pintar el alma de alguien, cómo sería?