Capítulo 2

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El siguiente tiempo no hay encuentros, no hay duetos y nada de señales de interacción entre ambos chicos. Katsuki no volvió a pisar la sala de música e Izuku no se lo reprochó ni preguntó. Tampoco pudo pararse a pensar ese desplante de parte del rubio, ya que la semana de exámenes había llegado para ese entonces y cuando menos se lo esperó, estaban en vacaciones de invierno.

No obstante, para cuando estuvieron devuelta no hubo ni una sola conversación y Deku para esas alturas se resignó. Parecía que ese día donde compartió algo especial con Katsuki solo quedaría ahí, en sus recuerdos y pronto en el olvido. No sabía por qué, pero aquello le daban unas intensas ganas de llorar.

Pero no lo haría. Izuku ya no era un llorón y no lo sería por Bakugou Katsuki.

Después de todo, ellos no se llevaban bien y aunque ese día el rubio había sido algo más suave con el no cambia el hecho que sea un patán arrogante y que ese rasgo le desagradaba mucho al pecoso.

Al llegar a esa conclusión, toma su mochila y se la lleva a la sala de música. Era la hora del almuerzo e Izuku acostumbraba hallar sabor en su comida en un lugar que le inspire. Su adorada música era una de las tantas cosas que le apasionan, por lo que no era novedad que se resguardara en esa sala. Agradecía que Yu Takeyama, su profesora de música, le diera la confianza de estar ahí con la condición de dejar todo limpio y ordenado.

Cuando llegó hizo lo propio, almorzó, ordenó y comenzó con sus largas improvisaciones con la magia de las teclas del instrumento.

Midoriya Izuku tiene un sinnumero de pasatiempos.

Pasatiempos infinitos que le obsesionan y lo arrastran a un abismo de saberes, de conocimientos tan vastos que por ratos le hacen sentir como el árbol más viejo del bosque, y por ende; el más sabio.

Sin embargo, Izuku fue un ingenuo.

Ingenuo al darse cuenta de que todo ese conocimiento adquirido requirió sacrificar su destino a una soledad permanente.

Izuku estaba solo.

Izuku sabía que eso era por lo raro que es, sabía que nadie lo toleraba más que su mamá. Todos preferían ignorarlo y hablar a sus espaldas. Sabía que sus conocimientos eran la causa de que lo llamaran nerd o friki. Sabía que sus gustos, sus creencias, sus acciones y demás no eran exactamente bien vistos a ojos de la sociedad.

Izuku sabía que había algo mal con el.

Pero ya no había remedio, el ya era así y hace mucho tiempo decidió dejar de lado sus dudas. No va a darle el gusto a nadie, no tiene por qué hacerlo y por ratos se lo repite una y otra vez para convencerse.

Se lo repite para no preocupar a su madre de nuevo como pasó años atrás, se lo repite para no defraudar ni defraudarse, no quería retroceder más.

Respira Izuku, respira...

—¿Nerd?

Una nota rota y ruidosa se desata en el aire. Izuku no se había percatado que sus dedos se habían puesto rígidos y que en vez de tener cuidado, se desahogó con todas sus emociones en la piel contra su instrumento favorito.

Aleja sus manos asustado, notando el leve temblor que tenía. Su pulso no estaba de lo mejor. Se había alterado solo por unos minutos así que no había roto nada pero igual se cercioró antes de mirar al chico que meses atrás le había brindado esa compañía que a veces añora.

Katsuki lo observaba inquisitivo, apoyado en el umbral de la puerta; brazos cruzados y una ceja en alto, con ese curioso puchero que el rubio no se percataba que hacía cada que analizaba.

DekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora