Una época gélida me envuelve, la taza de té calentaba mis manos casi congeladas. Una mudanza no era tan mala, no sonaba terrible. Recorría con lentitud los extensos pasillos vacíos. No había notado que era un apartamento espacioso, siempre se encontraba abarrotado de mueblería o adornos. Mi vida siempre había sido relativamente normal, mi antiguo trabajo proporcionaba poco dinero por lo cual decidí cambiar de empleo. Mi madre me sugirió una cafetería muy reconocida a las afueras de las ciudad, donde los empleados eran pocos por su lejanía con el pueblo.
Sin embargo, en este momento, simplemente necesitaba un trabajo de buena paga. La casa que había conseguido pagar, era rústica y pequeña, completamente diferente a mi apartamento moderno.Sabía muy bien lo diferente que sería la vida fuera de la ciudad, sin lujos, autos, ruidos y servicios industriales en cercanía. La vida en el campo me aterraba, pero opciones mejores ya no habían. Degustaba en ese momento un delicioso pan relleno de chocolate amargo, algo que para mi boca era la gloria. Un pan elaborado en el olimpo. ¡El Olimpo! Es una palabra graciosa ¿no? En realidad, no lo es. Pero por alguna razón me resulta absurda y fantaseosa, como los vampiros, lobos y otros seres míticos. ¿¡Como diablos un humano puede convertirse en lobo y como mi alimentación común puede volverse una sed constante de sangre!? Sentía que todo aquello era tan surreal, tan inútil. Los humanos queríamos tanto vivir otra vida diferente a la que nos había sido otorgada y aquello solo era posible en las películas y libros, tal vez por eso leemos tanto sobre fantasía, porque estamos cansados de lo cotidiano, lo monótono.
Entretenimientos fuera de serie, entretenimiento anormal, que por alguna razón, enloquece a las jóvenes de ahora y hasta los mayores. Deben dejar de aterrar y al mismo tiempo enamorar a adolescentes con seres mitológicos inexistentes, nos obliga a creer en algo que jamás sucederá, pero que esperamos que suceda.
¿Lo notan? Mi imaginación es claramente cerrada, no le abro las puertas a cualquier fantasía. Algo muy característico de mi, un defecto según mi familia, quien siempre ha creído en esos seres.
¿Seré adoptada? ¡No creo! Soy una copia exacta de mi madre, obviamente con juventud extra.
Mi familia es medianamente grande:
Jaden, 15 años.
Pecky, 17 años.
Suren, 18 años.
Mi madre, Tarees, 35 años.
Mi padre, Leros, 37 años.Entre hombres toda una vida era difícil, por ello me mudé y conseguí un empleo hace 2 años y tres meses.
Y de nuevo, la mudanza se repetirá y el cambio de empleo. Mi día se ha concentrado en empacar cada pertenecia, los camiones de mudanza completamente cargados y pagando una gran suma de dinero que siquiera me pertenece. Aún así, me sentía levemente entusiasta, tal vez alejarme de la ciudad y el ruido era algo que me repararía emocionalmente.
No pretendo cambiar de hábitos ni de maneras de actuar, es una simple mudanza, la única preocupación que me acecha es el hecho de despojarme de todas las rutinas en familia y saber que me encuentro lejos de la ciudad y lejos de tener la mayoría de utilidades a mi alcance. Sin embargo, siento que me lograré acoplar, después de todo, hay más casas allí lo que significa vecinos, tal vez simpáticos.