Hasen acaricia la mejilla de Selene, esta permanece pálida, recostada en la rechinante camilla.
La diminuta criatura emite un ligero chillido, enternecido, Hasen la toma entre sus brazos y la arrulla con una adorable melodía. Sigilosamente, Selene les admiraba sonriente.
La felicidad inundó el reino, un nuevo descendiente había nacido, el Príncipe Delon. Festejos durante una semana, celebraciones y banquetes.
El niño fué bautizado a la luz de la luna, su pureza permaneció intacta. Las vidas de los Reyes Selene y Hasen prosiguió durante siglos y siglos junto a su primogénito Delon.
Gracias a todos los que leyeron mi obra, les agradezco por los votos y por acompañarme siempre.
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