Capítulo 2

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Organizar los muebles fue sin duda un caso difícil, abarrotar la pequeña casa y permitir espacios leves en sitios necesarios, todo aquello parecía una ciencia. Tenía que detenerme a analizar el lugar para saber qué tan bien quedaría luego de amueblarse. Por alguna extraña razón el lugar es pacífico, con un ambiente de relajación que permite despejar la mente de preocupaciones, aquello sin duda me tenía satisfecha porque era lo que realmente necesitaba.

Incluso mi vecino mas cercano, quien toca una melodía de piano que me ensordece, no es desagradable, es completamente atrayente. El vecino es un hombre malhumorado con una cierta afición por la artesanía japonesa y al parecer un pianista, tal vez, solo tal vez, sería agradable si me propusiera conocerlo, pero no parecía ser de esos que me regalan un pastel de bienvenida.

Me concentro en un libro ancho, de varias páginas. Orgullo y Prejuicio. Cuanto amo este libro. No recuerdo las incontables veces que he leído este libro una y otra vez desde que lo hallé en lo mas recóndito de la biblioteca de Leros, mi padre. Lo encontré tan atrayente que a hurtadillas lo traje conmigo a mi primera mudanza. Y al leerlo, me cegó por completo, tres horas exactas tarde en iniciarlo y finalizarlo.

¡Vaya, tal vez me sobrepasé!

Elizabeth, tan prejuiciosa, resguardándose el conocer al Señor Darcy.

El Señor Darcy, tan orgulloso, actuaba altanero y superior al resto.

¡Podría relatar la historia casi completa! Claro que hay alguna que otra palabra sofisticada que mi mente no tragaba. Cada letra, cada página, un suceso diferente. Un timbrazo me saca de mis pensamientos, agito mi cabeza lado a lado y me dirijo a la puerta principal, al ver a mi hermano una sonrisa se extiende con mi rostro. Podría jurar que lucía exactamente igual que el "Guason" de Batman.

- ¡Pecky! -grité lanzándome a los brazos de mi hermano-

- ¡Sam! -exclama con voz chillona-

- ¡Que yo no hablo así! -le palmeo juguetona el brazo-

Cerramos la puerta evitando la entrada de la nieve y el frío, nos sentamos en el sofá para entablar una conversación mas cómoda, extrañaba a mi hermano, extrañaba su odiosa, pero cálida presencia.

- Veo que ya estás a gusto con la decoración hermanita -sonríe-

- Vaya que sí hermano. —respondí y le sonreí de vuelta—

Nuestras conversaciones se basan en datos inútiles, alguna que otra noticia de la ciudad y la familia. Pecky habla de casa con completa tranquilidad, aún teniendo encuentra que discute con papá por sucesos inútiles.

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