Capítulo 10 "Secuestrada"

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Al llegar al Clan, mi vista se deteriora, siento nauseas al notar la sangre que cubre los cuerpos.

-- Nos han emboscado, debemos huir, traeran a la manada y se nos hará difícil batallar con el Clan herido -dice Tarees con una herida ensangrentada en su frente, al verla Leros corre hacia ella-

- Preparense, vamos a reubicarlos a todos -ordena Leros firme-

-- Muy tarde mi querido Alpha -los irises verdes se hacen presencia-

Escucho un rugido, mi vista se nubla, una envenenadora escencia me envuelve y caigo rendida.

[...]

Despierto sujeta a una silla metálica, con mi forma humana, el ambiente posee una escencia a sangre. Todo a mi alrededor es calificado como negro, puesto a que me es imposible distinguir algo. Un hombre alto y robusto me observa fijamente, se recuesta sobre el marco de una puerta dejando que la luz y el aire aclaren un poco mis sentidos.

-- ¿Tienes hambre? -pregunta y lanza una bolsa repleta de sangre a mis piernas descubiertas-

Me lanzo a este desesperada, agitada le miro esperando que me dirija alguna palabra. Y sus ojos revelan perplejidad, la cual emito yo al notar que he roto la cuerda.

-- ¿Como? -señala mis manos, en estas reposan las cuerdas que me mantenían aferrada a la silla-

Rápidamente toma unas esposas y me sujeta de ambas manos al asiento.
Mis ojos se dirigen a el suplicando que no apagara el bombillo, mi mirada pasó desapercibida y la oscuridad me envolvió nuevamente.
Mis ojos no desprenden lágrimas, no me atrevo a llorar ni sollozar solo grito, grito fuerte.

Jaloneo mis manos apresadas por las esposas, la intriga y preocupación que estar en un lugar desconocido desaparecen y se reemplazan por la desesperación de arrancarme las esposas. Lo único que deseo en este momento es cortar mis manos, desaparecer las esposas y estar en casa, siendo una humana común, sin lobos ni embrujos, ni clanes, ni vampiros solo yo y mi patética soledad que ahora me suena tentadora y era algo que antes odiaba.

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