—No lo sabemos, Tom dijo que llegó sangrando de la cara pero que se fue a su oficina.
—¿Dónde están todos?
No había ningun rastro de nadie.
—Yo igual casi acabo de llegar, Matías y yo fuimos de fiesta, Tom le marcó.
Estaba nerviosa, la última vez que lo había visto fue aquella vez en la escuela, en la salida, después, no volví a saber nada de él.
—Iré a verlo — susurré
Empezé a subir las escaleras, miré una vez más a Helena, ella subió ambos pulgares, en señal de apoyo. Reí un poco.
Llegué al segundo piso y caminé a la puerta de la oficina. Suspiré, un gran suspiro y toqué la puerta.
No oía nada. Toqué de nuevo.
—Lárgate Tom, ya te dije que no iré — escuché
Decidí no decir nada.
Así que abrí la puerta, lentamente. Olía a vino la habitación, a vino y cigarro.
Abrí la boca sorprendida, estaba demasiado sucio. Dios mío.
Cerré la puerta detrás de mí, estaba algo oscuro así que encendí la luz.
Cillian estaba a media oficina, miraba a la nada mientras fumaba de su cigarro, me miró, más no dijo nada.
Me acerqué hacia él.
—Recuerdo oír de ti que jamás vería desorden — comenté
Cillian tomó de su vino, después, dejó su cigarro en un plato de vidrio, tan sólo se limitó a mirarme. Pude ver que le salía sangre de la nariz, rápidamente saqué un pedazo de rollo de mi mochila y me acerqué a limpiarle.
—¿Qué te pasó? — susurré mientras dejaba el pañuelo en la mesita, después, abrir mi pequeña caja de primeros auxilios
—Tuve unos problemas con un antigüo socio
—Mira como te dejó el ojo — murmuré para después acariciar un poco su mejilla
No sabía exactamente por qué había aceptado venir, pero sólo sé que aquí estaba y junto a él.
—Te va a arder un poco — susurré
Él no dijo nada, apliqué algo de alcohol cerca de su labio.
—Después de ésto, necesito que descanses y vayas al médico que te recomiendo, podrá darte unas gotas para tus ojos
Minutos después de examinarlo, yo me encontraba guardando mis cosas.
—Por favor cuídate más...¿si? — pausé — y mañava ve a...