Capitulo 21

254 22 0
                                    

ALISSON

Toma mi mano cuando salimos de la habitación y me tira por las escaleras hasta el primer piso, sigiloso.

— ¿Qué hacemos? — le pregunto confundida.

— Solo confía en mí.

— Está bien...— la pared frente a nosotros tiene un cartel que dice: «Solo per el personale» lo que en mi mente se traduce «solo personal» pues he visto a los meseros ir por aquí antes. El sin dudar abre la puerta y entra como si andará por su casa mientras yo solo asomó la cabeza. Hay un pasillo gris y al fondo otra puerta blanca. Lo sigo con cuidado y el vuelve a ignorar el cartel abriendo la segunda puerta. Es una cocina enorme, no logro ver muy bien todo por las luces apagadas, pero se ven las sombras de varios estantes llenos de ollas. — No deberíamos estar aquí.

— Nadie va a volver en un rato. — veo su sombra moverse inquieta buscando la luz. Hasta que lo encuentra y la enciende. — Aly— me llama. — Te prometí que hoy comerías la mejor pasta.

Sonrió y niego bajando la mirada, el solo sonríe divertido y saca una sartén.

— ¿Vas a cocinar para mí?

— Por supuesto. — empieza a sacar varios ingredientes y los pone en el mesón, pero me hace un gesto con la cabeza para que me acerque y pone un banco de madera junto a él para que me siente. — aún nos quedan muchas preguntas. ¿Quieres seguir?

— ¡Claro! — saco el teléfono. —¿Cuándo fue la última vez que cantó a solas? ¿Con otra persona? — me río. Por su aspecto diría que jamás ha cantado en público, la barba y su usual ceño fruncido le dan un aire de amargado y serio. Pero ahora que ya he podido conversar con él y ver cómo es estoy segura de que sí.

— Bueno... ¿A solas? Supongo que en mi casa. Mis vecinos suelen poner buena música y a veces canto algunos coros.

— ¿Y con otra persona?

— Oh, esa fue terrible, cuando Dylan se graduó salimos a un bar, estoy seguro de que los tragos se me subieron a la cabeza y nos subimos a una mesa a cantar Taque no me. Cantamos horrible, pero fue un buen momento.

— ¿Son mejores amigos?

— Algo así. Es como mi hermano. — con su tono de voz le resta importancia, pero es evidente que lo valora demasiado. — De está no te libras, responde.

— Es fácil, a solas fue en la ducha de mi casa. Y con otra persona... Creo que fue con Sarah, Melancoly Hill, tuvo un novio hace años y aún no lo supera así que todos sus aniversarios, se encierra y canta esa canción llorando porque le prometió volver y nunca lo hizo...

— Vaya... ¿Años?

— Si.

— Eso sí es amor.

— Supongo.

— ¿Supones? Han pasado años y ella sigue recordándolo, si eso no es amor no sé qué puede serlo.

— Bueno, podría ser dependencia emocional. Es raro que siga aferrada a algo que sabe que no puede ser ya.

— Todos estamos aferrados a algo, aunque no queramos estarlo, somos humanos, necesitamos una motivación para seguir levantándonos cada mañana. Si no ¿Por qué vivimos? Puede que tú amiga este aferrada a alguien que no debería, pero si eso hace que siga viviendo su vida, está bien. Y de eso se trata el amor también, que a pesar del tiempo o la distancia no se deteriora.

— Nunca lo había visto así.

— Bueno a veces hay que ver más allá de los hechos. Hasta tú eres dependiente.

— ¿Yo?

— Claro que sí. — deja de hablar para poner la pasta en el agua caliente y regresa a verme. — Alisson, ¿Por qué estás aquí?

— Porque no quiero volver a mi casa.

— No, porque no quieres dejar de pintar, porque hacerlo te hace feliz, y todos queremos quedarnos donde somos felices. Todos terminamos volviendo a dónde fuimos felices.

Tiene razón, todos en algún momento buscamos ser felices, aunque no estemos conscientes de eso, puede ser algo simple, comprar nuestro dulce favorito o escuchar una canción que nos recuerda algo. Tal vez por eso muchas personas creen en el amor, porque es donde son felices. ¿Yo creo en el amor? Si. Pero no. Porque sé que nada dura para siempre, y debe ser devastador perderlo. Entonces es simple, si nunca lo tienes, no puedes perderlo. Me conformó con leerlo en libros y verlo en películas. Eso es más que suficiente.

— Vamos lee la siguiente. — murmura echándose un pedazo de queso a la boca mientras pica unos cuantos vegetales.

Diez Días En Verona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora