Capitulo 41

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Jake

Tomo el control al fin, aunque no me molesto en absoluto, de hecho disfrute tomarle fotos al paisaje.

Me sumerjo por completo en las calles buscando algo que se le encantara.

La casa de Julieta, apenas llegamos se baja se un brinco y me toma la mano para salir corriendo hacia adentro, las paredes antiguas me trasmiten algo de desconfianza, es imposible no preguntarse si en algún momento van a caerse, hay un muro lleno de pequeños candados y gente amontonada frente a la estatua de Julieta, la pierdo de vista unos segundos pero pronto sus rizos aparecen frente a la escultura  ¿cómo atravesó la multitud?

Me busca con la mirada y sonríe al encontrarme, me llama con la mano y con mucho cuidado empiezo a pasar por el lado de muchas personas.

— ¿Conoces la leyenda?— le pregunto.

— Si le tocas un pecho a Julieta, vuelves a Verona o encuentras el amor verdadero.

¿Enserio necesito eso? Porque creo que ya lo encontré.

Posa su mano la escultura y cierra los ojos un segundo.

— No creo que sirva para pedir deseos…

— Lo veré si funciona.

Lo dudo un segundo pero saco la cámara y cuando se da la vuelta tomo una foto.

Recorremos la casa en silencio y ocasionalmente me toma la mano pero cuando ve algo bonito sale corriendo, se queda absorta en varias pinturas mirando de cerca esos detalles que solo entienden los pintores encuentro en el cielo un paisaje muy azul con nubes bastante peculiares.

Tomo dos fotos pero cuando volteo ella no esta en ninguna parte.

— Romeo, Romeo. ¿Dónde estás?, que no te veo— subo la mirada, esta asomada en el balcón mirando hacia abajo con una mano en el pecho.

— ¡Baja!

— ¿Dónde estás Romeo?— insiste y se cruza de brazos al ver que no respondo.

— ¡Aquí, Julieta!

Sonríe, sus ojos se achinan y su cabello vuela alrededor de su cara adornándola.

Me gusta, tal vez mas de lo que imaginaba.

•••✧•••

— Limón.

— Uno di limone e uno di vaniglia per favore.— nos entregan ambos conos y nos sentamos en una banca de madera.

— ¡Esta muy rico!

— Si. — cierra los ojos un segundo saboreando con cuidado los matices del gelato.

— Gracias, Jake.

— No es nada ricitos.

— Tenemos algo pendiente.

— Esperaba que lo dijeras.— sonriente saca su teléfono y me lo pasa.

— Es tu turno.

— ¿Cuál es tu recuerdo mas preciado?

— Bueno… es muy difícil. — El viento mueve su frondoso cabello, se ve hermosa.

— No tienes que responder.— ella sonríe tímidamente.

— Esa es la regla mas importante... Supongo que fue salir a la montaña con mis papás y nuestro carro se daño así que tuvimos que pasar el fin de semana en un pueblito fue la primera vez en años que no pensó en él trabajo. Solo fuimos una familia. ¿Y el tuyo?

— El mío es muy claro.—pongo mi cámara en sus manos. — Cuando mi abuela me regalo esta cámara.

— Es muy especial para ti.

— Mucho.

— ¿Por qué los buenos recuerdos siempre duelen?— pregunta cruzándose de brazos.

— Porque anhelamos algo que no se va a repetir. No importa cuanto lo deseemos.

— Voy a llorar.

— Por favor, no.— le acarició la mejilla

— Mejor sigamos, pero no digas mas frases deprimentes.— baja la mirada y lee la pregunta número dieciocho.—¿Cuál es su recuerdo mas terrible?

— Mmmm. — centenares de imágenes llegan a mi mente. Pero un recuerdo en especial me hace doler el pecho, me seca la garganta.—La muerte de mi hermano. Fue demasiado para mi. Oí los disparos y luego lo vi tirado en el suelo inmóvil. Es algo que no se puede olvidar.

— Debió ser muy duro para ti.— su mano se desliza en mi hombro suavemente— ¿Eran unidos?

— Mucho. Y ya no tenerlo es… Horrible.

— Lo siento, Jake.












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⏰ Última actualización: Apr 16 ⏰

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Diez Días En Verona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora