Capitulo 30

30 3 0
                                    

Jake

Caminamos un rato mas tomados de la mano, hace años que no me permitía estar tranquilo con alguien, solo asi, disfrutando de la compañía del otro. Sin, hacer nada mas que estar juntos. Es fácil esta con Aly, siento como si con una mirada me entendiera, y aunque no soy mucho de hablar con ella no puedo dejar de hacerlo. Solo hablo y hablo sin pensarlo mucho y termino disfrutándolo.

Aun tenemos algo pendiente.

¿Qué cosa?

Las preguntas. ¿Quieres seguir jugando?

¿Qué si quiero seguir jugando a conocerte mejor y probablemente me termine enamorando de ti? Encantado.

Correré el riesgo. — Sonríe y saca el teléfono del bolsillo trasero de su pantalón.

¿En que pregunta íbamos? — pregunta en voz baja casi hablando consigo misma.

Nueve.

Si... que atento. Parece que si te gusto el juego.

Mas de lo que quisiera admitir.

¿De qué se siente más agradecido en la vida? — lee y me mira con esos ojos cafés preciosos.

De...No haber muerto aún.

¿Enserio?

Si, pude haberlo hecho cuando bebía y conducía ebrio. Asi que si...— asiente en silencio apretando los labios. —Y ¿tú?

Por mi familia.

¿La misma que no quiere que sigas tu sueño?

Jake... es mas complicado que eso. Los quiero, con todo el corazón y aunque me duela que no me apoyen no puedo dejar de quererlos. Por ellos soy quien soy hoy y... me gusta quien soy. No imagino una vida sin ellos, y aunque de momento no seamos muy cercanos se que vamos a volver a serlo.

Si dices que te hicieron que quien eres... supongo que no son tan malos.

No, solo están preocupados. — alza los hombros restándole importancia y me pasa el teléfono.

Si pudiera cambiar cualquier cosa de la forma en que fue criado, ¿cuál sería? — leo y espero a que responda.

Creo que eso de que tenia que ser la próxima gran abogada de la familia... me gustaría que me hubieran preguntado que quería hacer y cómo me sentía con eso. Aunque...— baja la mirada un poco cohibida y se recuesta en el barandal del mirador al que no le había puesto ni un poco de atención. Tiene una vista hermosa pero no se compara con esos ojos marrones. — Si no lo hubieran hecho... no estaría aquí. Y me da gusto estar aquí.

No lo pienso, solo me acerco. Me mira con las mejillas rosadas y atrapo su rostro en mis manos suavemente, acaricio su mejilla con el pulgar, no parce molestarle asi que me muevo un paso mas haciendo que ella quede entre mi cuerpo y el barandal.

— ¿Puedo...?

La pregunta se queda flotando en el aire, porque sus suaves labios chocan con los míos y descubro que saben a sandia... la beso despacio, con cautela, con cariño. Sus manos suben a mi cuello y las mías se deslizan a su cintura. Se separa lentamente y me mira, algo sorprendida, pero sonríe. No dejo que pase un segundo mas y vuelvo a juntar nuestros labios. Siento que mi corazón late cada vez más rápido. Casi siento el suyo palpitar al mismo ritmo, esta vez soy yo el que corta el contacto y ella sin mirarme pasa sus manos por mi torso y se queda ahí con su mejilla recostada a mi pecho.

Diez Días En Verona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora