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Kate Pov.

No podía dormir, estaba acostada boca arriba analizando el por qué la forma de la lámpara que sostenía la bombilla era circular. No era algo sumamente relevante en ese momento, pero prefería pensar en otras cosas que en saber que mañana tendría que ir a visitar a mis padres. Sabía que si iba, ellos comenzarían a juzgar mi empleo y mi carrera, discutirán mi economía y lo que es "mejor" para mí.

Entiendo que se preocupen, pero más que consejos parecen ataques.

Yo lo único que pedía era una vida calma, no me interesa tanto el dinero, ni la fama o una vida lujosa, solo quiero estar... Tranquila.

Rento una casa con mi sueldo como maestra de música, es espaciosa y habitable. Vivo un poco alejada de la ciudad, lejos del ruido de las sirenas de las patrullas y la gente. Apenas terminé de pagar mi nueva televisión. Mis instrumentos los tengo desde que estudié música en la universidad, mi teléfono no lo he cambiado, no veo la necesidad de hacerlo. Sirve para lo que es, llamadas, mensajes y si acaso un poco de ocio. Tengo muchas plantas fuera y dentro de la casa, me gusta cuidarlas. No tengo mascotas pero un gatito esponjoso y blanco con manchitas negras siempre viene a verme. Le he apodado "Cotton", pues es igual de suave que el algodón. Le gusta mucho la música, especialmente cuando toco el piano. Una vez lo he atrapado lamiendo una de mis partituras, creo que le gustó mucho.
En mi cocina tengo cosas básicas, como el agua, leche, huevos y la última vez me pude dar el lujo de comprar una caja de galletas. Usualmente compro lo que necesito para comer justo en el momento.
Mi cama no es la gran cosa, solo mi viejo colchón acomodado en el suelo de mi habitación, aún es cómodo. Cotton suele acostarse conmigo cuando no está jugueteando con los grillos y mariposas en el jardín.

Esa es mi vida, sencilla, tranquila. Pero algo con lo que mis padres no están contentos, pues para ellos una vida ideal es una casa gigantesca, con tres cuartos y cuatro baños, la alacena muy bien abastecida, sin mascotas, hijos o plantas (a no ser que sean plásticas) ya que son mucha responsabilidad, con un empleo que pague muy bien y sobre todo con un marido que gane más que yo en caso de que no pueda pagar mi propio sustento. Ridículo ¿No?

Supongo que no puedo evitar la plática de mañana, así que iré a dormir.

Yelena Pov.

Terminé de alistarme para ir a casa de la familia de al lado. Los Bishop. Han sido sujetos muy agradables, siempre haciendo comentarios halagadores en verdad. Supongo que admiran mucho el esfuerzo que he puesto en mi vida para tener todo lo que ahora es mío, pues una vez mientras limpiaba mi jardín trasero, la señora Bishop se ha acercado a conversar, recuerdo que dijo :

"Eres una muchachita increíble, ojalá mi hija fuera como tú. Tan dedicada y estable, lamentablemente está un poco descarrilada."

Me pareció un poco grosero de su parte decir eso, pero a la vez no estaba segura de a qué se refería con descarrilada.
Empecé a pensar en lo peor, como una adicción a las drogas, o tal vez un marido abusador que ha tomado control sobre su vida y no la deja salir o hacer algo al respecto. Pero como fuese, preferí no preguntar el por qué de la expresión. Ahora hoy la conoceré, esa era la razón de la invitación.

Estoy algo nerviosa, pues no se si sepa hablar con ella de la manera correcta o si tome bien algún consejo que pueda darle. Igual espero no causar malentendidos ni problemas.

Antes de llegar a la casa de los vecinos decidí pasar por un obsequio. Cómo invitada no podía llegar con los brazos vacíos, así que fui a uno de mis lugares favoritos. Es un lugar maravilloso. Una biblioteca en la que puedes también consumir café y vinos, siempre y cuando tengas cuidado con los libros. El aroma del local es delicioso: libros, antigüedades, y una mezcla entre los amargos y dulces cafés con el vino que, apuesto que si intentabas degustar el aire, podrías saborear el vino más rico en tu paladar.

Llegué al local y ordené mi vino favorito, apuesto que a los Bishop les encantará. Una vez que me han dado la botella dentro de una bolsa de papel he pagado y salí por la puerta la cual resonó su campanilla al momento de abrirla. Ahora sí, estaba lista.

Traté de ir con cuidado, mis manos no son torpes pero eso no significa que no cualquier cosa puede llegar a pasar. La botella debe llegar intacta a la casa de los anfitriones. Pero creo que he hablado muy pronto.

- ¡Cuidado! - gritó una chica tambaleándose en su bicicleta. Cómo pude elevé la botella alejandola de cualquier peligro, pero ahora la chica estaba en el suelo.

- Hey. ¿Te encuentras bien? - puse la bolsa sobre una jardinera por la cual iba pasando y le di una mano a la chica.

- Si, estoy bien. Lo siento, casi te hago tirar tus compras. - se levantó, sacudió sus rodillas y manos, recogió su bicicleta y volvió a subir como si nada, pedaleando hacia su destino.

Que chica tan más... Graciosa. Pensé.

Al llegar a la casa de los Bishop revisé que mi ropa y mi cabello estuvieran es perfecto estado. Sonreí antes de tocar el timbre y esperé por qué alguien abriera la puerta.

15:00 pm. Marcaba mi reloj. Justo a tiempo.

La dama de la casa ha abierto la puerta dejando ver un hermoso vestido rojo que le quedaba muy bien.
-Yelena, querida. Pasa porfavor, has llegado justo a tiempo, espero que Kate no tarde en llegar.-

-Gracias por haberme invitado, le he traído este obsequio. - entregué la bolsa con el vino dentro. Cuando la señora Bishop revisó su contenido una sonrisa de gratitud se posó en su rostro.

-Oh, querida. No tenías que hacerlo pero muchas gracias, apuesto a que ha de saber muy bien. - me dirigió hasta el comedor donde había una mesa llena de platillos que se veían y olían muy delicioso. En el centro de la mesa ha puesto el vino. Después llegó su marido, Jack. Parecía un hombre soso pero simpático.
-Tu debes ser Yelena. ¿Cierto? Es un placer conocerte al fin, lo habría hecho antes de no ser por mis negocios. - me dio un apretón de manos. Mi impresión pareció correcta.

Después de una plática en la que pudimos conocernos mejor nos sentamos a la mesa esperando por la hija de los Bishop. Pasaron al rededor de treinta minutos hasta que la menor decidió aparecer.

- ¡He llegado! Lamento mucho la demora. ¿Que hay para com...- sus palabras fueron interrumpidas al verme. Era la chica de la bicicleta. La hija de los Bishop no era nada como la podían haber descrito.

Me levanté de mi silla y me acerqué a ella ofreciendo mi mano.

- Yelena Belova, un placer. Tus padres me han platicado mucho de ti. - ella alzó una ceja mirándome y después a sus padres. Le di mi mano para saludarla, tomándola suavemente para no lastimar las heridas que el asfalto había dejado en la palma de su mano.

I'm here [Katelena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora