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Kate Pov.

La noche fue muy tranquila y de repente escuché a Yelena cantar la melodía que tocó en el piano hace unas horas. Su mano acariciaba mi brazo y se sentía tan bien, me hizo sentir feliz, tranquila, querida. Me giré para verla y nuestros rostros se encontraron frente a frente. Tenía los ojos verdes más hermosos que haya visto alguna vez.

- But I can't help, falling in love with you . - cantó y su mano tomo mi rostro. Cerré mis ojos y disfruté del tacto. Luego sentí el calor de sus labios contra mi mejilla, abrí los ojos lentamente y la vi más cerca. Miré sus labios y ella los míos. Rozamos nuestros labios y de repente... Un maullido me ha despertado. Yelena no era quien estaba frente a mi, era alguien más, un gatito escurridizo.

- Buenos días bola de algodón. - me senté en la cama mientras tallaba mis ojos. Yelena no estaba en la cama, y la puerta del cuarto estaba abierta dejando un aroma delicioso entrar.
Me levanté del colchón y caminé hasta la cocina, ella ya estaba arreglada, con su ropa de ayer y su cabello era perfecto como el día anterior.

-Buenos días dormilona, he preparado pan francés y huevos para el desayuno. Oh, también salí por unas naranjas al árbol y te preparé un jugo, espero que lo disfrutes. -

Mi corazón latió, no recuerdo cuando fue la última vez que alguien desayunaba conmigo. O más bien, que alguien me preparase el desayuno.
Di un bocado y Dios mío, estaba delicioso.
- Wow, esto es muy delicioso Yels, gracias. -

- ¿Yels? - preguntó mirándome con una sonrisa.

-¿Te molesta que te diga asi? - pregunté temerosa de haberla incomodado.

- Para nada. Oye ¿Quieres besitos? - casi me ahogo con mi jugo de naranja, bueno que no me ha visto..

- ¿Disculpa? -

- Siempre cargo conmigo una bolsa de besitos, ya sabes las galletitas. ¿Te gustan? Los he puesto en un plato. - dijo con el plato de besitos en una mano y su desayuno en otra. Colocó ambos platillos en la mesa y procedió a sentarse.

- Claro, gracias. - tomé una galletita y la he comido. - ¿Descansaste bien anoche? - tomé otro bocado de mi desayuno.

- Si, de hecho fue muy tranquilo, gracias por dejarme estar en tu casa. La pasé muy bien. Por cierto, roncas bonito. - ahora sí me vio casi ahogarme pero está vez no con jugo, sino, con un bocado de pan. Empezo a reírse y a disculparse.

- No ronco bonito, de hecho no sabía que lo hiciera, lo siento si te molesté durante la noche. -

- No te preocupes, roncar es tan normal como respirar. Solo que al roncar respiras con pasión. - fue un chiste tan estupido que dio risa.

Desayunamos en paz y al terminar ya era hora de irnos. Le pedí dejar los trastes en el fregadero y que no se molestara por lavarlos pues vi su intención cuando estuvo por abrir la llave de agua. Antes de salir le dejé a Cotton algo de comida y agua sobre sus platos que en realidad solían ser mis platos para sopa.
Monté mi bicicleta en la cajuela y me subí junto a Yelena en los dos asientos principales.
Después de que prendió la radio e inició el motor el camino fue callado, pero no un callado incómodo, un callado en el que cada quien parecía reflexionar, analizar lo que ambas haremos al despedirnos, programarnos y en mi caso, pensar sobre mis sueños. Siempre lo hago, incluso tengo un diario en el que anoto mis sueños, intento no olvidarlos. Una vez leí sobre un doctor que habló acerca de la teoría del como nuestros sueños son escenas de lo que estamos viviendo en otro universo. En un universo mis padres seguían juntos y ambos estaban orgullosos de mi. En otro, me había convertido en lo que mi mamá quería, pero me veía algo infeliz. Ahora sé que en otro universo Yelena y yo... Casi...

- ¿Quieres más besos? - preguntó extendiendome un empaque nuevo de besitos. No miente cuando dice que los lleva por todas partes.

- No, gracias. Ya estoy llena. - negué con amabilidad.

- ¿A dónde vas exactamente? - mantenía su vista en la carretera, parando en cada señal que lo indicaba.

- Al mercado, pero no al comercial. Al mercado de pulgas. -

Asintió y condujo hasta donde le indiqué. Cuando llegamos a mi destino he bajado y ella conmigo, me ayudó a sacar mi bici.

- Bien, supongo que... Adiós. - dije.

-¿Adiós?¿No piensas verme alguna vez más? -

- No supuse que quisieras seguir frecuentando a la chica que le gritó a su madre en la comida. -

- No conozco a mucha gente aquí, por lo mismo de que recién me mudé y tener de mejor amiga a mi hermana suena algo ... Triste. - asentí mirando el suelo. - Salgamos. Esta noche, ayer me llevaste a tu lugar seguro, yo te llevaré al mio. Te espero en la calle donde te caíste. - me dio un beso en la mejilla - Hasta luego. - y regresó al auto.

Me detuve a verla mientras se alejaba del lugar y una vez que la camioneta se ha perdido en el largo de la calle he volteado y empecé a vagar hasta encontrar cosas interesantes, ropa de segunda mano y algunas cosas para preparar mi comida. Pero si me veré con Yelena más tarde no creo que sea prudente ir a mi casa sabiendo que tardo mucho en ir y venir. Buscaré un lugar donde comer, pero de preferencia no con mis padres.

- ¿Señorita Kate? - escuché la voz de un niño. Me giré y eran dos de mis alumnos. Billy y Tommy.

- Hola chicos. ¿Que hacen aquí? - corrieron a abrazarme.

- Acompañamos a mamá a hacer las compras. - exclamó Tommy emocionado señalando a la señora Maximoff, quien al ser mencionada giró a verme y me saludó.
- Kate, cariño. ¿Cómo estás? - me saludó con un abrazo y un beso en la mejilla.

- Muy bien señora Maximoff. ¿Llevará a los gemelos a su sesión este fin de semana? - acaricié el cabello de los muchachos.

- Claro que sí, han estado muy emocionados. -

- En especial yo señorita Kate. He aprendido mis lecciones. - sonrió Billy, era el niño más dulce de los dos.

- Yo estoy más emocionado aún.- señaló Tommy. Y los gemelos comenzaron a discutir entre "No yo más" "Si" y "No".

- Muchachos, basta, no peleen frente a Kate. - llamó su atención. - ¿Que harás está tarde mi niña ? - la señora Maximoff siempre me trata no solo como la maestra de sus hijos sino tambien como una hija más. Es muy dulce. A pesar de lo que ha pasado aún mantiene un corazón de oro. Está hecha para amar, y yo lo se más que nadie. Daría todo por lo único que le queda, sus hijos.

-No mucho, haré un par de compras, buscaré un lugar para comer y saldré con una chica esta noche. - al mencionar a la chica ha hecho su gesto común de sonreír y arrugar la nariz.

- Una chica ¿Eh? - preguntó - ¿Es bonita? ¿Cómo se llama ? - preguntó codeandome suavemente. Reí.

- Se llama Yelena. Si, es muy bonita y no, no es lo que usted cree, en realidad es... Solo una amiga. -

La señora Maximoff era como una madre para mí. Sabe mucho sobre mi como yo de ella y me aceptó cuando le dije que no estaba tan interesada en los hombres de la manera en la que me interesaban las mujeres.

- Está bien. ¿Quieres ir a comer con nosotros mientras esperas tu cita?-

- ¡Si! - gritaron los niños. - Vaya con nosotros señorita Kate. - pidió Billy.

-Si no es molestia, me encantaría. -

Los niños festejaron y ayudé a la señora Maximoff con sus compras, para después ir a su auto y conducir hasta su hogar.

I'm here [Katelena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora