7 - Rumores y silencio

586 83 9
                                    




24 marzo 1998

Sebastian estaba en la tienda y Laia en casa de una amiga estudiando. Luisita, después de limpiar la cocina, empezó a coser el dobladillo de los pantalones nuevos de su hija. En ese momento tocaron a la puerta. Era su madre.

Manolita había venido a contarle los rumores en el pueblo sobre su matrimonio y así Luisita se enteró que su marido tenía una amante. Una joven mujer de un pueblo cercano.

La madre se fue después de mas de dos horas, pero ante le hizo un discurso sobre la santidad de la familia y de los matrimonios, los deberes hacia a los hijos, los hombres cazadores, las apariencias, otras tonterias y clichés.

Cuando su madre salió, muy tranquilamente se puso a preparar la cena.

Se sintió aliviada, enormemente aliviada.


La cena transcurrió con serenidad, con Laia como protagonista, como cualquier otra cena.

Finalmente Luisita envió la niña a su cuarto. En ese momento se volvió hacia su marido, con toda la calma del mundo.

"¿Que tal Josefina?"

A Sebastian se le salieron los ojos de las órbitas y casi se atragantó con el último trozo de manzana que estaba comiendo.  Luego miró a su esposa aun sin palabras.

"Bueno, entonces es cierto, no eran sólo rumores" - añadiò Luisita.

"Tu... no es .... yo no ....no eres..."

Sebastian no sabía qué decir, y ni sabía si defenderse o atacar.

"Quiero que nos separemos!" - dijò Luisita.

Sebastian estaba cada vez más aturdido.

"¿Y Laia? ¿Has pensado en ella? ¿Por qué no pensamos con calma?"

"Ya lo he pensado. Y ya he tomado la decision".

"Realmente creo que esto es algo que se habla entre los dos."

"Es cierto. Pero por una vez en nuestras vidas nos hablamos claramente, ¿de acuerdo?"

"Vale."

"¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?... Honestamente" - investigó Luisita.

"De... más de un año" - bajó los ojos Sebastian.

"Joder! Bueno, así que no estamos hablando de unos polvos".

Sebastian no respondió

"Seamos sinceros Sebastian, el nuestro nunca ha sido un gran matrimonio. Nosotros... Yo.. tenía demasiada prisa por casarme."

"Siempre te he querido muchisimo!" - confesó Sebastian. - "Pero siempre has sido así... distante, fria. Siempre, en cualquier tipo de situacion y ..." – se tomò un tiempo – " ... tambien en la cama."

"Tienes razón. Y yo tomaré mis responsabilidades. Y discúlpame si puedo parecer cruel contigo. Te quería, te quiero" - acarició la cara de su marido - "Pero nunca te he amado, nunca me he enamorado de ti."

Sebastian se tensò aún más, escuchando las duras palabras de su esposa.

Luisita continuó: "Y pensandolo bien, Laia aparte, sólo cometimos muchos errores. Uno tras otro. Esta es una oportunidad para remediarlo".

"¿Remedio? ¡Tenemos obligaciones con nuestra hija!"

Ha hablado con mi madre? – pensó Luisita, y luego continuó la discusión - "Laia necesita un padre y una madre serenos, aunque estén separados, en lugar de dos padres infelices que estén juntos sin desearlo".

"Pero no quiero dejarte y..."

"Yo no quiero quedarme contigo!" - interrumpió Luisita - "Y tu quieres, de todos modos, estar con otra también!"

Sebastian se encontró sin palabras una vez más.

"Sebas, sólo tienes 38 años, todavía somos jóvenes, estamos a tiempo de hacer una vida por nosotros mismos. Hemos arruinado lo nuestro hasta ahora, pero todavía tenemos mucho tiempo por delante. Y luego evitemos arruinar la vida incluso en... ¿Cómo se llama? .. Josefina."

"A Josefina?"

"Si, pobre hija. Supongo que no sea agradable estar con un hombre casado que no puede ofrecerte un futuro. Seguramente ella también soñará con una familia, niños. Ha estado contigo por más de un año, no sé si puede soportar esta situación por mucho tiempo más ... No la pierdas. Y no la hagas elegir entre el amor para ti y una familia" - Luisita sabía perfectamente de lo que estaba hablando.

Sebastian en silencio empezò a limpiar la mesa, mientras reflexionaba sobre las palabras de su esposa.

Luisita entró en la habitacion para buscar el necesario para preparar el sofá cama para su marido.

"Tal vez tienes razón" - le dijo Sebastian mientras volvía en la sala de estar.

"Es lo mejor."

"Gracias!" - susurró.

Luisita se volvió para ir a su cuarto.

¿Gracias? – pensó – Pero lo hice por mí tambien, no solo por él!




10 de enero de 1999

Luisita despertó un poco más tarde de lo habitual, como todos los domingos. Se quedó unos minutos más en la cama ordenando sus ideas.

En un par de horas Sebastian vendria por Laia, para llevarla a almorzar con sus abuelos paternos.

Creo que yo tambien voy a comer en casa de mis padres - pensó.

Luego se levantó, para ir a la ducha: "Feliz 29' aniversario, Amelia!", susurró.




El partido de bowling estuvo cerca del momento decisivo. Marina y Amelia estaban revisando los puntos marcados.

Natalia se acercó a Alba.

"Entonces, ¿Que tal? ¿Estás bien?"

"Como siempre."

"Bueno, no pareces particularmente contenta."

"Sabes cómo es Amelia. Nunca se sabe lo que está pensando."

"Pero, ¿pasó algo?"

"No. Nada en particular. Pero creo que nunca me acostumbraré a su frialdad."

"Bueno, más que frialdad, tengo la impresión de que a ella siempre le falta algo. Y esta pizca de insatisfacción constante la hace ser lo que es."

"No lo sé. Pero casi me parece que nunca puede caminar dentro de una pasión, un sentimiento... siempre camina a lado de esa."

"Pero ahora después de tantos años no puedes esperar cambiarla."

"Es verdad. En estos 13 años, he amado solo a ella. Ni siquiera recuerdo cuántas chicas he cambiado todo este tiempo. Tuve las que quería, y sabes que no estoy bromeando. Pero sólo ella puede atraparme así. Tal vez porque es de esta manera. Está y no está a la vez".

"Desde que la conozco, ella no estuvo con muchas chicas, y nunca por más de un rato, y vosotras habeis estado juntas por más de dos años. Creo que puedes confiar en lo vuestro. Y no he oído hablar de Luisita en muchisimo muchisimo tiempo, si es ella la que te sigue dando miedo".

"No, no... por supuesto. Es que en todo este tiempo nunca ha dicho que me quiere. A veces, muy pocas veces, me responde "también" cuando lo digo yo... Da igual, tengo que aceptarla en esa manera."

Amelia apuntò, lanzò la pelota y golpeó el bolo central, que arrastrò a todos los demás.

¡Feliz 29' aniversario, Luisi! - pensó.

Se volvió y  gritó: "¡Strike!"


* * *

El futuro robadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora