• Capítulo 15 •

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   Jimin y Jungkook continúan sentados en el alfombrado piso del cuarto de Seokjin, con las botellas vacías de cerveza y soju a su alrededor. El pelinegro bebió casi media botella de soju y un poco de cerveza, y se detuvo, porque aún faltan unas tres horas hasta que termine el procedimiento (y porque debe conducir la camioneta de regreso a la clínica). Pero no es el caso del rubio recepcionista, quien decidió beber sin límite y permitirse un leve estado de ebriedad, aprovechando que su casa está a unas pocas calles de ese departamento. Ya dejó de llover completamente afuera.

–¿No deberíamos levantarnos y revisar la pantalla otra vez? Cuando se perdió el centro de conciencia hace rato, no lo supimos hasta que Jisoo-nuna se fijó –Pregunta Jimin, su cabeza recostada en el hombro del técnico.

–No será necesario. Activé una pequeña alarma que va a sonar si cualquier cosa deja de funcionar –Responde Jungkook–. Si no escuchamos nada, no hay qué temer.

   Jimin responde con algo parecido a un “okay” pero dicho entre dientes. El alcohol corriendo por sus venas ya está comenzando a dificultarle el habla.

–Es asombroso... Quiero decir, todo esto, lo que estamos haciendo.

–¿Lo que estamos haciendo? –Murmura emocionado el menor.

–Me refiero a esto –El rubio señala los aparatos sobre la mesa y la cama de Seokjin alternadamente.

–Oh... Claro, claro –Hay desilusión en el tono de Jungkook, pero Jimin no está en sus cinco sentidos, así que no lo nota.

–Es asombroso de verdad –Continúa el rubio, su cabeza aún recostada en el hombro del menor–. Los recuerdos a veces son pesados, y debemos vivir con ellos dentro de nuestra cabeza, pagándole fortunas a un psicólogo para tratar de alivianar el peso. Con este procedimiento, sin pagar un sólo won, la gente puede quitarse ese peso. Namjoon-nim es todo un genio por haber creado un sistema así.

–Bueno, es gratis por ahora, pero sí que es un genio –Coincide Jungkook.

–Muchos genios de la historia tuvieron la idea más revolucionaria mientras tomaban una ducha, tal y como le pasó a Namjoon-nim –Continúa Jimin y luego ríe–. Yo durante la ducha lo único que pienso es qué voy a cenar o algo así.

   Jungkook quiere decirle lo que él piensa cuando toma una ducha. En su cabeza todo es Jimin, y no sólo mientras se baña, también cuando cena, y cuando desayuna, cuando conduce su motocicleta a la clínica, cuando vuelve a casa, cuando alimenta a su perrito Gureum, cuando ve televisión. Siempre está pensando en el rubio.

   Pero no dice nada.

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   Tae está en el departamento de Seokjin, “viendo” una película con él en la televisión. Entre comillas, porque no están viendo casi nada por estar charlando tranquilamente entre ellos. Tae se sentó primero, y dejó un espacio entre sus piernas donde Seokjin se ubicó, apoyando su espalda en todo el torso del pelinaranja.

–¿Jinnie? –Dice Tae, rodeando la cintura del mayor, y apoyando la barbilla en su hombro.

–Dime –Responde el castaño, y mira un momento a su alrededor, sabiendo que todo va a desaparecer en cualquier momento.

–Lo siento, hyong... Por... P-por haberte borrado de mi cabeza. Soy impulsivo, y hago lo primero que se me ocurre. Lo siento.

   Seokjin gira la cabeza para verlo por un momento, y besa su mejilla.

–No, bebé –Deja otro beso, y acaricia sus brazos que siguen rodeándole la cintura–. Nunca pidas disculpas por ser impulsivo. Es lo que más amo de ti, mi vida era monótona y se volvió toda una aventura gracias a eso.

   Las cosas en la habitación comienzan a desaparecer lento, y eso pone inquieto al mayor.

–Tae... Tae, no quiero olvidar esto. ¿Qué hacemos? –Murmura en un tono de desesperación, y trata de ponerse de pie.

   El pelinaranja abraza más fuerte la cintura de Jin, obligándolo a quedarse sentado.

–Shhh, tranquilo –Habla en el tono más suave, y deja un beso sobre su cabello castaño–. Aún tenemos tiempo, esto fue un poco después de nuestro primer aniversario... Ya se nos ocurrirá algo. Por ahora quedémonos así un ratito más, esto es tan lindo.

   La oscuridad ha llegado de nuevo, y comienza a invadir toda la habitación. Pero Seokjin decide no prestar atención a eso y solo quedarse sentado, dejándose mimar por su Taehyunggie, hasta que todo desaparece.

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   Jisoo le paga al taxista, se baja, cierra la puerta y corre hacia la casa de Taehyung. Un poco por lo preocupada que está por él, y otro poco porque teme que la lluvia vuelva a caer súbitamente.

   Da unos golpes a la puerta, y espera sólo un par de segundos antes de oír la perilla girando. Probablemente el hombre estaba cerca de ahí.

   La expresión apagada del peliazul entristece enormemente a la chica.

–Hola, Voo. ¿Cómo te sientes? –Murmura ella, luego de dejarle un beso rápido en los labios, y caminando al interior de la casa. Pasa junto a la camita de Yeontan. Este sigue durmiendo, como siempre, sin reaccionar a su llegada.

–No sé, nuna... –Dice el menor, cerrando la puerta y caminando con pasos rápidos hasta el sofá–. Siento que estoy desapareciendo. ¿Es eso posible? –Se sienta, mirando sus manos–. Chichu, ¿Puedes verme? ¿No estoy desapareciendo?

–No estás desapareciendo, ángel –Asegura ella. Se da cuenta de lo alterado que está el chico, así que decide darle su espacio, y sentarse en la mesita enfrente del sofá, sin tocarlo–. ¿Pudiste dormir?

–No mucho, quizás una o dos horas.

   El peliazul se gira a tomar una cajita de madera. La abre, está llena de fotos instantáneas.

–Estaba limpiando mi armario hace un rato, y encontré esto –Toma las dos fotos de arriba y se las entrega a la chica. Son dos selcas, en una está con unos amigos de Daegu y en la otra con una amiga de la revista–. En la primera foto tengo el cabello naranja, y en la otra el cabello rojo. Recuerdo cuando me tomé esas fotos, pero no recuerdo esos colores de cabello... No sé si te lo conté alguna vez, yo me pinto el cabello cada vez que hay un gran cambio en mi vida, desde los dieciséis. Estuve rompiéndome la cabeza desde que encontré estas fotos, tratando de acordarme por qué me teñí en esos dos colores –Se da unos golpecitos en las sienes con sus puños cerrados, mirando al suelo–. Pero no puedo, no puedo recordarlo... De hecho, tampoco recuerdo por qué me teñí de azul, y fue solo hace unas semanas. Nuna, ¿Cómo puedo olvidarme de eso? ¿Será que tengo Alzheimer o algo así?

–No lo creo, debe ser la falta de horas de sueño. Llevas días sin poder dormir bien, amor.

–Puede ser –Murmura el hombre, aún mirando al suelo, agarrándose las rodillas.

–¿Sigues teniendo esos sueños raros?

–Sí, y siempre es lo mismo. Hay un chico, el mismo chico cada vez, y yo estoy muy enamorado de él durante el sueño, pero no sé quién es... –Cierra sus ojos–. Cuando cierro mis ojos así, puedo verlo perfectamente.

   Abre sus ojos y señala a un cesto repleto de bollos de papel.

–Estuve tratando de dibujar su rostro, pero no puedo. Por más que lo intento, lo que está en el papel no se parece en nada a lo que veo en mi mente.

–No puedes dibujarlo... ¿Puedes describirlo entonces? –Pregunta ella.

   El chico se humedece los labios. Vuelve a cerrar sus ojos, intentando explicarle a la chica lo que puede ver.

–No lo sé... Es... –Sube su mano, como calculando alturas–. Es tan alto como yo, y delgado... Am... Sí, tiene hombros anchos, muy anchos, y... –Abre sus ojos, y se toca los labios, mirando a un punto fijo–. Y tiene... Tiene labios gruesos.

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Eternal Sunshine Of The Spotless Mind (Jintae fanfic) EN ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora