6-Escape

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Narra Alexa

El sol comienza a entrar por la ventana, miro hacia todos lados al ver que esta es otra habitación es mucho más bonita que en el infierno que me tenían antes, la cama es bastante cómoda y ni hablar de la hermosa vista al bosque que tengo. Encuentro una nota junto a mi desayuno, es de Beatriz.

"Lo hiciste muy bien anoche, el jefe quedó feliz con todo el dinero que juntamos, es por eso que aceptó cambiarte de habitación a una mas linda y más segura para ti, espero que la ropa que elegí te guste"

Que buena forma de empezar el día sin importar que estoy secuestrada, me gano en frente de la ventana devorando mi pan con mermelada, debo darle mérito al chico que cocina la mermelada es echa por él y es la mejor que he probado en mi vida.

Abro el closet encontrando mucha ropa, toda es de mi talla.
Me doy una ducha y me pongo un conjunto deportivo lo suficientemente cómodo para lograr salir de este cautiverio, anoche cuando me traía de regreso desperté de la inyección esa que me pone, pude lograr ver que el camino empieza como a un kilómetro de aquí.

-Sos la sensación, por lo visto vos hiciste un buen trabajo anoche.- habla afirmada en la puerta.

-Ustedes todos tienen la mala costumbre de llegar sin avisar, son muy mal educados todos.

-Al menos yo no llegué a violarte.

La miro intentando contener mis lagrimas.

-Son unos putos insensibles.- le doy un golpe a la muralla.

-Lo siento creo que me pasé, mejor sígueme que te tengo que mostrar algo.

La sigo sin decir absolutamente nada, Sabina es pequeña me llega aproximadamente al hombro pero es súper ruda, todos le temen por su fuerte temperamento y la buena puntería que tiene.

Nos metimos por entremedio del bosque llevándome por un sendero bastante difícil, debo admitir es muy lindo andar por aquí el aire puro es magnífico, bajamos afirmandonos de los árboles escuchamos disparos. Llegamos a una especie de casa bastante grande, hay varios chicos y chicas con armas intentando darle al blanco, no entiendo que tengo que hacer yo aquí.

Pone un pistola en mi mano me indica que dispare, empiezo a temblar.
Siento su presencia atrás de mi toma mi pelo y hace un moño en este, siento tranquilidad cuando estoy a su lado me siento más segura.
Hace que tome firme la pistola apuntando hacia adelante, siento su respiración en mi cuello.

-Estas guapísima, respira profundo y piensa que ese objetivo es el cabrón de Antonio.

Hago lo que me indica, sus manos están puestas en mis hombros haciendo que todo sea más fácil, jalo del gatillo dándole al círculo rojo.

-Oh.- la abrazo, vaya pero que estoy haciendo.- Lo siento es que nunca había disparado un arma.

-Parece que todo se te da bien carita de ángel, aprenderás a disparar en caso de defensa propia, pero si llegas a jalar mal ese gatillo y haces daño a quien no debías.

-Tú misma me vas a matar cierto?.- le entrego el arma.

-Sigue con Sabina, yo me debo ir.

-Beatriz.- hago que se detenga.- Gracias por la habitación.

Sonríe asistiendo, camina rápido perdiéndose por entremedio del bosque junto a otra persona.

Veo que nadie esta poniendo los ojos en mí, es el momento de marcharme.
Paso desapercibida por entre los demás muchachos, corro cerro abajo por un camino de tierra sin mirar atrás, de pronto siento un fuerte dolor en mi estómago que hace que frene. Levanto la polera y veo que el dolor es de la herida del cuchillo, se me ha abierto duele muchísimo, me saco la chamarra amarrandola contra mi cuerpo para hacer presión en esta. Siento que esto no va a salir para nada bien, al menos moriré intentándolo.

**

Recorro por muchos senderos sin lograr salir de este inmenso bosque, mis piernas ya no dan para más y tengo muchísima sed, lo mejor será bajar al río que a penas logro escuchar.
Me guío por el ruido del agua que ya cada vez se acerca más, me detengo a observar a dos personas que están bañándose junto a una maravillosa cascada, quedo anonadada por el lugar.
Me acerco sigilosamente esquivando las distintas ramas que hay en el suelo, se están besando muy apasionadamente como si ya no existiera mañana, no me lo puedo creer, es Beatriz junto al hijo del imbécil que me tiene secuestrada, están teniendo relaciones sexuales. Camino hacia atrás pasando a asustar unos pájaros, maldición me acaban de ver, corro lo más rápido que puedo intentando esconderme, si ella me encuentra no quiero imaginar lo que me puede llegar a hacer.

Escucho que unos pasos se acercan mucho más a mí, veo una cueva y sin pensarlo me meto en esta, pongo la mano en mi pecho sintiendo como mi corazón está que se me sale, los latidos son muy rápidos. Intento calmarme respirando profundo, los pasos desaparecen creo que se me da bien esconderme, asomo mi cabeza despacito y casi me da un infarto al verla que está justo a un metro de mí de espaldas, retrocedo tomando una piedra en mi mano, camino hacia donde está y golpeo su cabeza, cae desmayada al piso. Saco fuerzas arrastrandola hacia la cueva, se que haz sido buena conmigo pero es mi libertad o que me mates tú, la registro encontrado un cuchillo y una pistola esto me viene de maravilla.

Sigo mi camino encontrando un pequeño chorro de agua, bebo de esta sintiéndome con más ganas de seguir, aprovecho y lavo la herida que cada vez arde más. De pronto escucho el sonido de ¿un barco?, no puede ser, corro lo más rápido que puedo guiándome por la bocina que estos tocan, freno en seco al ver un acantilado que recorre todo el borde, oh mierda estoy en una maldita isla.

-Ayudaaaa.- grito a todo pulmón moviendo mis manos.

Lo hago por aproximadamente dos minutos, caigo de rodillas al piso llorando viendo como el barco se aleja en medio del océano.

-Grita todo lo que quieras nadie te va a oír, por si no te fijaste estamos en una isla en medio del mar y adivina.- se cruza de brazos.- Solo la habitan los Damnatus y sus prisioneros, bienvenida a tu maldición carita de ángel.

-Aléjate.- la apunto con la pistola.

-Shh tranquila, dame eso.- se acerca.

-Si das un paso más disparo.- amenazo con mis manos temblando.

-Ya veremos.

No hace caso y viene directo a mi, cierro mis ojos jalando del gatillo, que se supone que estoy haciendo ya no siento sus pasos, miro y está de pie tomando su hombro derecho.

-Lo siento.- boto el arma hacia un lado levantando mis manos.

Sonríe irónica.

-Te lo has ganado.

Tapo mi rostro con las manos, siento como su puño y sus pies se estampan contra mi cuerpo, lloro desconsoladamente sin parar, creo que este es mi fin.

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Nunca es bueno despertar a la fiera!

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