El barranco

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La decisión de los tres adolescentes emprendió su marcha. Laura, Justin y Andrea comenzaron su exploración por el amplio bosque.

Caminaban y caminaban entre árboles en la oscuridad de la noche, los tres poseían una linterna de no muy buena calidad, lo justo para iluminar cortas distancias.
Seguían atravesando árboles y andando quién sabe dónde, con el fin de explorar, de sentir la adrenalina que puede llegar a producir la oscuridad en un territorio tan solitario e inexplorado.
En la mente de Laura, imaginaba que sería una aventura inesperada, pensaba que a todos les iba a parecer una buena idea, pues para ella las ideas improvisadas en el momento, son las mejores que se pueden producir. Pero estaba equivocada, dado que solo iba acompañada de dos de sus compañeros de viaje, y estos, al igual que Laura, comenzaban a tener un mal presentimiento.

La pesadez cargaba el ambiente, ninguno de los tres hablaba, no tenían intención de hacerlo, por muy inquietante que fuera escuchar única y solamente el sonido de sus lentos pero firmes pasos.
Ninguno se atrevía a sugerir la opción de darse la vuelta y volver, pensando que eran los únicos que pensaban que sería lo mejor.

-Espera Laura, no sigas. - la detuvo Andrea

-¿Qué pasa?

Andrea señaló al frente, se encontraban frente al barranco, los tres se miraron mutuamente asustados.
En ese instante sus miradas confirmaron que los tres estaban igual.
Se encontraban solamente a unos pasos del profundo y oscuro vacío.
Esas vistas hacia bajo les causaron un escalofrío inquietante y aterrador.
Todos tuvieron la misma sensación, como si el barranco tuviera algún tipo energía, algo les hacía sentir extraños. Ninguno musitó una palabra al respecto, la sensación era inexplicable y un tanto aterradora.

De la nada empezó a correr viento contra ellos, el leve aire que rozaba sus rostros les causó más miedo y terror del que tenían.  Todo parecía estar conectado con el enorme barranco.
Segundos después, un viento más fuerte comenzó a mover las hojas de los árboles. Se escuchaba entre estos el sonido del aire.
Este cambio repentino asustó a los jóvenes, hizo que la linterna que llevaba Laura en la mano con la que alumbraba a todos lados asustada se le fuera de las manos y se cayera al barranco, como si la linterna hubiera sido absorbida por él. Como si alguien se la hubiera quitado bruscamente de las manos.
Con la poca luz que la linterna producía, ahora estaban en la profunda oscuridad, solamente con la única que parecía estar a favor de los chicos esa noche, la luz de la luna.
El viento y el sonido de este seguían como si fuesen eternos, como el terror de los adolescentes.

Los tres se juntaron más de lo que ya estaban, ¿alguien iba a hablar en aquél momento? Nadie parecía hacerlo, ninguno tenía las suficientes palabras como para decir que deberían irse cuanto antes de allí. El miedo les irrumpía hablar.

De repente el viento se paró en seco y el silencio se hizo más profundo, más aterrador.
Segundos después, un fuerte grito de una niña se escucho en las profundidades del barranco y del bosque, parecía procedente de lejos y cerca a la vez. Parecía que tenían esa voz a su misma espalda, pero el profundo eco del aterrador chillido hacía que se escuchara lejos, dentro del vacío.

Los chicos, tras un espasmo, pudieron asimilar la situación, estaban asustados, los tres, sus pieles se erizaron al instante, sus miradas afirmaban que los tres habían escuchado lo mismo, y eso sólo les decía una cosa, había sido real.

El terror les invadió por completo, ¿esa chica necesitaba ayuda?
Su garganta debió romperse después de ese grito.
Todo quedó en silencio de nuevo, pero esta vez, los tres sabían lo que tenían que hacer. Alejarse de allí lo antes posible.
Correr.
Eso intentaron, ahora sin iluminación alguna, les resultaría difícil encontrar el camino de vuelta a la cueva.

***Mientras tanto, en la cueva****

En el salón de la cueva había un ambiente acogedor, pero ninguno se iba a ir a dormir, realmente era lo que menos les apetecía en aquél momento.
Rubén, Angie y Daniel conversaron y estuvieron hablando sobre cómo ven el futuro fin de semana y sus presentimientos ante el mismo.
Como era de esperar, Daniel les contó que no le gustó la idea desde el principio, realmente sus fines de semana los aprovechaba para descansar o hacer algo para desconectarse de todo, y por mucho que Angie le discutiera esto último, para Daniel aquél fin de semana no era descansar o desconectarse de todo, en absoluto.

-Para mí, desconectar no es hacer una escapada a escondidas de nuestros padres, para venir al lugar más alejado que se le podría ocurrir a Andrea.- Daniel dejó que el aire escapara de su boca.- Además, ninguno ha tenido un buen presentimiento de este lugar, no intentéis negarlo.

-Es cierto que no es un lugar maravilloso, pintado de rosa y con muchas cosas con las que divertirse. Pero estamos juntos, y Andrea tenía ilusión en hacer esto. Realmente si es desconectar, ninguno hemos traído nuestros móviles salvo ella, y solo por si alguna urgencia sucediera.

Rubén, que no había hablado hasta ahora, dejó de observar la ventana para hacerlo.

-Fuera tecnologías, eso es desconectar. Punto a favor para Angie.

Daniel resopló, ninguno de los dos le iba a dar la razón, estaba claro, pero ya no había marcha atrás. Intentaría disfrutar al lado de sus queridos amigos..aunque, hablando de amigos..

-Oye, ¿no deberían haber vuelto? Llevan bastante tiempo fuera.

-Daniel..

-Sí, ya lo sé. No quiero ser el mismo de siempre. Perdón.

-No, no. Tienes razón. La verdad es que ya llevan un buen rato.

-A ver, mantened la calma. Podemos ir a buscarlos.- sugirió Rubén.

-Ni lo sueñes Rubén - dijo Daniel seguro.

Ambos miraron a Daniel.

-Vale, ya me callo, perdón de nuevo.- Daniel simuló cerrar su boca apretando los labios, y como si de una cremallera se tratasen, cerrarlos con una llave imaginaria y tirarla tras de sí y rodó los ojos. Intentaría ahorrarse sus quejas este fin de semana. A menos que fuera inevitable.

Los minutos pasaban, y el nervios de estos cada vez era peor, realmente tardaban demasiado y les podría haber pasado algo.
Si pasaba más tiempo, no les quedaría otra que ir a buscarlos de verdad.
Los tres se encontraban en el único sofá que poseía la sala, los tres estaban cansados, pero la espera para que sus amigos volvieran esa noche les quitaba el sueño por completo.
El silencio en el salón empezó a ser relajante hasta que tocaron la puerta fuertemente.

*POM POM POM*

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora