Daniel

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Daniel seguía andando por el bosque sin rumbo, tenía la idea de irse a la ciudad andando sabiendo que no sabía el camino y que era peligroso, pero su enfado le impidió parar, oía como sus amigos le hacían suplicas para que diera la vuelta, pero su rabia se lo impedía.
De lo cuál se arrepintió, pues estaba perdido dando vueltas por el bosque en plena noche.

Miró su reloj situado en su muñeca derecha.

-23:57-

Seguía andando por el oscuro bosque, completamente asustado.
Daba ligeros pasos, acompañado de la oscuridad y el frío que le invadían.

Siguió andando y pudo ver el árbol donde encontraron a Laura, la cuál no estaba, su cuerpo lleno de sangre y sin vida había desaparecido.
Sintió un terror inexplicable.

-Maldita Andrea- susurró intentando creer que había sido ella la que se había desecho del cuerpo.

Pero no, se equivocaba.

Andó unos cuantos pasos más hasta que llegó al barranco. Fijó la vista hacia abajo, pues sentía curiosidad de mirar a pesar de que la oscuridad se lo impedía.
De repente notó unos pasos tras él y una voz cálida y fría proveniente de una chica.

-Daniel, ven- decía en susurros- Te estaba esperando.

Este se giró hacia atrás asustado por la voz desconocida y pudo ver lo que se encontraba detrás de el.

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-No sé vosotros, pero yo creo que debemos buscar a Dani- dijo Rubén.

-Si, puede correr peligro si se pierde.-dijo Angie

-Seguro que se ha perdido- afirmó Andrea

-¿Vamos a salir de noche? -advirtió Justin mirándolos a todos.

No había otra opción, era su amigo.

Salieron de la cueva y pusieron en marcha la búsqueda.

Se dirigían a encontrar el camino a la carretera, Daniel podría haberse perdido por el camino y  podría haberse quedado a esperar a que fueran a buscarlo.

Iban los cuatro por la senda oscura, poseían una vieja linterna que Rubén llevaba en la mano, la única que habían encontrado en la cueva, pues las que se llevaron se les habían perdido.

Seguían andando hasta que escucharon un grito.
Todos se miraron entre ellos.
Sabían que ese grito de terror era la voz de Daniel, procendente del barranco.

-Oh no, el barranco.

-¡Vámos!

Dieron la vuelta y pusieron dirección al barranco, rápidamente, de donde provenía el grito.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora